Acaba de
concluir la que, desde hace ya cuatro días, se ha transformado en rito de mérito
sobre todo ruidoso… ruido en donde cierta clase finge confundirse en sí misma,
y muestra con toda su potencia y generosidad, cuan estéril es…
Antes, en
una época ya lejana, había un liderazgo fecundo pero también una extensa receptora
fértil… porque esa clase que fue, era clase en ascenso (después la llamarían “media”)…
receptora quizás demasiado ambiciosa, demasiado golosa, demasiado prolífica… mientras
que la de hoy en día, la que tenemos al final de esta jornada de mengua sin piedad,
es una clase de medias tintas hasta mas no poder, pero sobre todo una clase en
descenso… es perdedora que sólo pide desde la pérdida, atrapada en puros cálculos
por tanto…
La de ayer,
obtenía y aspiraba según ambición creciente, la de hoy, es clase media a la que
solo le queda escenificar la mímesis de lo que fue, pero está tan estandarizada,
plana y homogeneizada, como a la que pretende retar… es la otra orilla de un
riachuelo que pocas gotas aún reúne para precariamente seguir corriendo, en
medio de un desierto ártico abrumadoramente reseco, de lado y lado…
Si algún
día en nuestro país volveremos a tener bosque, debe ser porque alguien trabajó
para lograrlo a partir de los líquenes que quedaban…
Aferrados al
futuro, como líquenes contra la piedra…