martes, 27 de diciembre de 2016

Mensaje de Solsticio de 2016 (VP y Vente Venezuela frente al destino)


Termina el año 2016 y cuando nos encontramos justo a las puertas de lo que será la peor avanzada del régimen desde que se instauró, ofensiva incomparable con la gradualidad de “injerto socialista” de años anteriores, la ciudadanía termina el año entrampada y frustrada, extraviada en el laberinto del régimen y su oposición oficial, entidades ambas constituidas por la peor clase política en un siglo, clase política que no es que sea débil, es degenerada, porque en ninguna otra circunstancia habría podido multiplicarse y menos sobrevivir, al ser expresión de la misma decadencia que dio origen a estos años oscuros, los de una “larga noche venezolana” que comenzó en la madrugada del 4 de febrero de 1992.

En 2017 se nos viene una arremetida sin precedentes por parte del régimen, y nos va a agarrar sin oposición, sin dirección política y con una ciudadanía abandonada a su suerte, en desespero. La mesa está servida para situaciones que harán palidecer las penurias de estos últimos años y más que de mesa servida, se debería hablar de altar sacrificial, es más, todas las “mesas” se han vuelto eso en los últimos tiempos.

No debería perder el tiempo hablando de la “mesa de la unidad democrática” (MUD) pero es inevitable, pues desde ese altar sacrificial se aprestan a preparar su doble festín electoral en 2017, con las elecciones para gobernadores y alcaldes, con las cuales piensan “conquistar espacios” como nunca, juergas perversas que se nos venderán una vez más, como procesos cruciales en donde el país se “juega su destino”, y una vez más, mucha gente acudirá a votar, por vacío, por comodidad, por esperanza. Aviso desde ya que a esa gente, no está dirigido el presente artículo.

Tampoco está dirigido a los partidos, porque los partidos en mi opinión, ya se terminaron de definir en el “diálogo” y se terminarán de definir sin vuelta atrás en 2017, con su participación en la Asamblea Nacional (AN) y sobre todo en las elecciones.

¿Cuál será la asamblea que tendremos en 2017? ¿La misma farsa y comparsa que tuvimos este año? ¿o tendremos una AN distinta, combativa, realmente insurgente? La respuesta la obtendrán el 5 de enero: si logran reanudar sesiones y su presidente será Julio Borges por mérito de un pacto de alternancia, ya saben que no habrá cambios, más que en apariencias, en apariencias de apariencias mejor dicho.

¿Pero cómo se definirá en 2017 si realmente un partido es de real oposición o solo de “unidad”? la prueba ácida la constituirá su participación en las elecciones, incluso más temprano, con su participación en las primarias. Eso definirá si son o no son del sistema: si siguen en la “unidad” ya sabremos de una vez por todas que no son partidos de oposición, punto.

La cuestión de ciertos partidos en definición aún pendiente, va dirigida a cualquier partido que no pertenezca al grupo escatológico conocido como “G3” constituido por las empresas “Primero Justicia” (PJ), “Acción Democrática” (AD) y “Un Nuevo Tiempo” (UNT), en ese grupo no incluyo a la inversora “Avanzada Progresista” (AP) porque su tarea será distinta de aquí al 2018, pues Henri Falcón en algún momento, o dividirá a la oposición, o la neutralizará definitivamente si se erige en su candidato.

La "unidad" es un diseño "desde arriba", y eso en tiranía implica un plan para promover adaptación y no ruptura, un plan para identificar, visibilizar, vigilar, encauzar y finalmente neutralizar el descontento, operación de gatekeeping que al conjugarse con la del clero mediático, explica el “entrampamiento” en el cual muchos han caído. Esto es algo elemental pero al parecer, muchos no lo ven, sobre todo porque hay todo un trabajo comunicacional para impedir esta percepción básica (El Gran Trapo Rojo).

En cuanto a la definición opositora fuera de este diseño desde el sistema, solo me referiré en particular a dos partidos, Voluntad Popular (VP) y Vente Venezuela que, por fuerza de los hechos, deberían ser verdaderos partidos de oposición, no de “unidad”, y a los cuales les queda poco tiempo para definirse, muy poco.

En mi artículo anterior, “Ha nacido la oposición” expliqué porque les queda muy poco tiempo para demostrar lo que realmente son, invito a su lectura.

Los partidos VP y Vente Venezuela, en 2017 no deberán elegir a cuál "unidad" pertenecer si no elegir si van a construir la oposición que aún no existe, trabajo que los debería conectar en la base social con grupos de disidencia y resistencia, con los cuales deberán activar una interacción enteramente clandestina, y digo clandestina aludiendo a un sentido “no mediático”.

Si VP y Vente Venezuela eligen la ruta mediática, electoral, institucional, cualquiera de estas, no les quedará más remedio que seguir siendo "unidad", una unidad en la cual ellos sobran y mucho estorban.

Estos partidos, aunque sigan en la MUD, siempre serán unos "marginales" y en el caso de María Corina Machado, una indeseable, de paso seguirán siendo acusados de conspirar, tanto por el régimen como por su G3 asociado. Igual deberán estar conscientes de que, tomen el camino que tomen, seguirán siendo maltratados, acosados, perseguidos, encarcelados y en general, reprimidos por el régimen con la entusiasta complicidad y traición de ese G3.

Tomen el camino que tomen… de allí que la definición en este caso será trascendente, trascendente porque su evolución política podría implicar entrar en guerra abierta contra el sistema, su establecimiento y sus partidos, incluyendo gran parte de la opinión pública nacional e internacional, y sí, digo “guerra”, porque no cabe otra palabra.

Sí VP y Vente Venezuela decidieran convertirse en partidos de oposición, deberán cambiar, incluso “mutar” porque serán ilegalizados y perseguidos si llegasen a mostrar alguna eficacia política.

Y el cambio deberá pasar por su exposición pública. Sí VP y Vente Venezuela decidieran su conversión, la tarea no deberá centrarse en lo mediático, sino en la formación de redes REALES. Organizar, comunicar, coordinar y sincronizar REDES REALES.

Al enfrentar una tiranía, el peor error que se puede cometer es ser predecibles, el activismo político de una verdadera oposición deberá contemplar menos anuncios en "redes sociales" y más trabajo en redes reales, también porque la internet en algún momento podría ser intervenida por el régimen.

La oposición lleva 2 años perdidos, se dejó meter en el laberinto de la "unidad", y en 2017 el régimen probablemente demolerá ese laberinto, para levantar una cárcel para todo verdadero opositor, organizado o no. Ese cambio "cualitativo" deberá ser considerado desde ya. Si son inteligentes y poseen visión, sabrán ver en esta limitación su principal oportunidad, a pesar de la dificultad.

“Pesimismo de la inteligencia, optimismo de la voluntad” frase de Romain Rolland que hizo suya Antonio Gramsci, y no se asusten pues se trata de una verdad que es válida más allá de cualquier ideología o filosofía política.

Lo dejo como mensaje de solsticio, el verdadero año nuevo.

Cuídense. 


lunes, 14 de noviembre de 2016

Ha Nacido La Oposición


Si, ha nacido la oposición, la que siempre soñó el prócer José Vicente Rangel, “una oposición seria, responsable” y sobre todo, impecablemente excluible de la sempiterna calificación de “golpista”.

Una oposición que pertinazmente no solo se opone a golpes sino a cualquier agitación insurreccional, y se dispone a su absorción institucional definitiva por parte del Estado, al desechar (con alivio) el referéndum revocatorio y permitir, sin que se le caiga la cara por la vergüenza, nuevos comicios en el estado Amazonas, con ello ha firmado su asimilación ¡al fin una oposición sensata, que desea la paz! podrá afirmar, entre cumbia y salsa, el bailarín Maduro.

Es desde luego, una oposición que está siendo recibida con júbilo por la comunidad internacional en pleno, por la nueva iglesia católica jesuita, con su papa blanco y su papa negro a la cabeza, y muy importante, los militares.

Una oposición que nunca nombra a Cuba y el dominio que ejerce sobre el régimen chavista, una oposición que nunca habla de militares salvo para advertir que “todos los golpes son malos”, se trata de una oposición que con obediencia y disciplina, cumple rigurosamente con el perfil requerido para incorporarse al Estado chavista.

Con esta oposición se podrán hacer muchas cosas, se podrá avanzar en el proyecto nacional bolivariano y se podrá pactar incluso una inofensiva “transición al consenso”. La peronización, en este caso “chavización” de la oposición venezolana, permitirá que además el proceso se pueda hacer sin sobresaltos ideológicos. Por primera vez toda la izquierda, una izquierda de faunas variopintas que se extiende desde los fundamentalistas de la guerrilla hasta los neoallendistas de Primero Justicia, está lista para unificarse pragmáticamente en torno al poder, esta es la verdadera “unidad” por si no lo habían notado. Es el sueño de Teodoro Petkoff hecho realidad, la unificación de las "dos izquierdas", una izquierda unida, una "unidad popular" pero con protección militar.

¿Qué hacer? pues poner la cabeza en orden antes que nada.

La primera resolución que debemos plantearnos, en especial los ciudadanos que se sienten traicionados por una “dirigencia” que los pastoreó hasta la estepa arrasada, es que no podemos seguir permitiendo la distracción de la “mesa de la unidad democrática” (MUD), “El Gran Trapo Rojo”, y una vez tomada esta resolución, enfocarnos en terminar de comprender la cuestión del poder y prepararnos para tratar de construir una oposición verdadera, que deberá desenvolverse bajo régimen de represión y persecución en cuanto comience a dar muestras de “organicidad eficaz”.

La cuestión del poder pasa por asimilar de una buena y definitiva vez, que el Estado chavista es un Estado dominado por Cuba, que esto no se trata de mera injerencia. El Estado chavista es una emanación del Estado castrista y aplica un proyecto adaptado al rentismo venezolano y su ecosistema de poderes, aquí no hay improvisación, ineptitud, corrupción, las hay como no, pero no es lo determinante, aquí hay un proyecto preciso en ejecución que nos llevará al comunismo versátil, tal como lo describí en un artículo anterior. [1]

La cuestión del poder pasa sobre todo por la fuerza armada, mientras no entendamos sin sombra de duda, que el Estado chavista es un Estado militarista, y que el poder no es que pasa por los militares, es que ellos son EL PODER, nunca se comprenderá ni la naturaleza ni la dimensión del problema. Hay que empezar a comprender con frialdad minucias muy de moda como las de Miguel Rodríguez Torres y Henri Falcón, que en el fondo son proyectos -uno boliburgués, el otro “ecuménico”- que han sido confeccionados para contar con la imprescindible anuencia militar.

Mientras sigamos distraídos con los devaneos civiles de la casta política, y no incorporemos a Cuba y los militares como lo que debe dominar nuestra visual del Estado chavista, siempre estaremos luchando contra espantapájaros, estaremos dando vueltas en el vacío, sin avanzar un milímetro.

Cuba determina y manda sobre un Estado militarista, este país es un cuartel cuyo comando está en La Habana y Caracas es una sucursal colonial, métanse esto en la cabeza y “paren de sufrir” por lo que hacen y dejen de hacer los micropolíticos, sean “opositores” o no.

En cuanto a preparar y construir una verdadera oposición de disidencia y resistencia, déjense también de cuentos de hadas, de que podrá armarse algo en relativa tranquilidad, contando con la tolerancia de la seccional partitocrática del Estado chavista, pues toda oposición verdadera, operante, eficaz, será ilegal, y será reprimida y perseguida, y en eso contará con la colaboración de los partidos de la MUD, no solo de los partidos escatológicos PJ, AD y UNT [2], sino de todos los que se queden del lado “institucional-constitucional”.

Es más, lo que deberían evitar de ahora en adelante todos los que de verdad quieran constituir una legítima oposición de disidencia y resistencia, es el contacto con los partidos escatológicos de la MUD y también con los “ambiguos” y “vacilantes”, pues cualquier cosa que digan o comenten será como contársela al enemigo, por eso es que me dan risa ciertas propuestas conmovedoras, en donde se habla de una “unidad superior” o “mayor”, que incorpore a la MUD ¡si cómo no! ¡háganlo para que vean cómo van a terminar!

Una de las consecuencias siniestras del "diálogo", es que de ahora en adelante o habrá partidos oficiales o habrá partidos perseguidos. Partido que no se pliegue al "diálogo" se expondrá a la acusación de ser un grupo golpista-terrorista, y a ser ilegalizado y perseguido como tal, váyanse dando cuenta por favor.

A Voluntad Popular, la aceptación del “diálogo” lo ha puesto realmente entre la espada y la pared: o se arrodilla, o tendrá que asumir su destino insurgente, el único coherente con su trayectoria de líder máximo preso y cuatro alcaldes derrocados.

Imperativamente deberá considerarse esta ominosa perspectiva, a la hora de crear una alternativa política la cual deberá proponer la clandestinidad como su ámbito exclusivo de acción, cualquier otra cosa no deberá ser tomada en serio, especialmente cuando haya arrancado la transición de los gatopardos.

[1] “El Gran Trapo Rojo” (El Comunismo Versátil) 

[2] Los partidos Primero Justicia, Acción Democrática y Un Nuevo Tiempo, mejor conocidos como el “G3”.

@FBoccanera

lunes, 7 de noviembre de 2016

Sobre dateados, escatologías y VP…


Una de las peores plagas de las redes sociales son los que se la quieren dar de "dateados"…

A los “dateados”, y en especial si son anónimos, les aplico su merecido bloqueo e invito a hacerlo: ganaran en serenidad, lucidez y precisión.

Ahora circulan listas pormenorizadas sobre lo que se va a negociar, para todos los gustos y públicos, dibujitos que dan pena ajena.

Es increíble que no se capte, que la negociación ya ocurrió, y a los partidos escatológicos de la MUD, PJ/AD/UNT, ya les zumbaron lo que ladraban.

PJ/AD/UNT, los partidos escatológicos de la MUD, ya obtuvieron el grueso de lo negociable: las elecciones para gobernadores y alcaldes de 2017.

Las elecciones para gobernadores y alcaldes de 2017, son la gran oportunidad de PJ/AD/UNT de acceder a cotos de renta y plataformas de campaña (los “espacios”).

Tanta obsecuencia en la suspensión de sesiones y marchas, responde a esa concesión, la desfachatez en cambio, refleja el respeto que sienten por sus votantes.

Obtuvieron la bendición de la suspensión del RR, algo que al fin los va a liberar para dedicarse a primarias y campañas para el 2017.

El resto son conchas de ajo que fastidian muchísimo a PJ/AD/UNT, como lo es la cuestión de los presos políticos, que a ellos ni les roza.

Debería no tener que recordarse, pero salvo ajustes de cuenta particulares, el grueso de los presos son un aporte de VP y heroicidades individuales.

Presos políticos que “ellos mismitos se los buscaron”, como, p.ej., Leopoldo López, el bambi de la micropolítica venezolana.

A Leopoldo López lo llamo “el bambi”, porque sea por las razones que sea, hizo lo que un político, aunque sea “cuarto e pelo” no debe hacer nunca: dejarse meter preso por una tiranía.

Leopoldo López se dejó meter preso por una tiranía, y peor aún, lo hizo entregándose voluntariamente, las razones son marginales, ante este error fundamental.

Los demás presos, poco importan a la trinidad escatológica PJ/AD/UNT, es más, por debajo de la mesa, concuerdan en la clasificación terrorista para Voluntad Popular.

PJ/AD/UNT chismológicamente han estado propalando la especie conspirativa de VP, en complicidad con el régimen, no se engañen: a estas alturas la ingenuidad es tóxica.

Por diversas razones, VP es un partido preso, preso su líder, presa su dirigencia de la ambición y el pescueceo, y presa su militancia como consecuencia.

VP es la paradoja de un partido que quiere integrarse al sistema, pero es víctima de esa misma codicia, es la maldición rentista en acto.

Para concluir todo esto, basta observar, no hacen falta más “datos”, es el viejo arte de atar cabos.
(cabos gruesos, en todo caso, dada la vulgaridad impúdica de la micropolítica venezolana).


miércoles, 26 de octubre de 2016

EL GRAN TRAPO ROJO (El Comunismo Versátil)


A pesar del retraso, para hoy pensaba escribir un artículo relacionado con el aniversario del 18 de octubre de 1945, pero me atajó una urgencia que espero poder expresar con un mínimo de claridad, no sé si lo lograré.

Pero quisiera aprovechar para aclarar tres cuestiones importantes, antes de tratar de transmitirles mi inquietud…

SOCIALISMO Y COMUNISMO

Nunca he simpatizado con el término “socialdemocracia” y tampoco con su supuesto equivalente de “socialismo reformista”, se trata de fórmulas que sustituyen la lucha de clases por el “pacto social” y por lo tanto prescinden de la revolución a favor de la reforma. Para este servidor, en esta esencia radica la diferencia entre lo que es socialismo y comunismo, puede haber otras, pero eso es lo fundamental.

Por lo tanto, me atengo a esta última reclasificación que de paso me fue plenamente confirmada por el Doctor Enrique Tejera París, la cual tiene la virtud de desechar términos que solo confunden, en otras palabras, eso que llamamos “socialdemocracia” o “socialismo reformista” debería llamarse socialismo, a secas, el cual puede ser democrático, y eso que algunos mientan “socialismo real” es el comunismo, ni más ni menos.

No me voy a meter en ese callejón que no lleva a nada, de caracterizar al socialismo por su internacionalismo, pues socialismo y comunismo pueden ser nacionalistas e internacionalistas, no ahondaré en esa cuestión en este escrito, porque pienso concentrarme en otros aspectos.

El socialismo puede adoptar más de una modalidad: laborista, socialdemócrata, socialcristiana, “ecologista”, etc., estas modalidades vigentes hoy en día, sobre todo en Europa, son más o menos compatibles con la república y la democracia liberal. En el pasado hubo modalidades de socialismo no democráticas y profundamente antiliberales como el fascismo y el nazismo, socialismos nacionalistas totalitarios que no acabaron con el capitalismo, ni con la economía ni la propiedad privadas, aunque si las regularon y controlaron fuertemente, y a la producción la confinaron en un compartimiento corporativizado, sobre todo en virtud de preparar sus respectivas naciones para la guerra (esa sí, una misión “internacionalista”).

Para poner un ejemplo -que sé que no le caerá bien a muchos- el PSOE de España es un partido socialista, eso que algunos llamarían “socialdemócrata” y aunque diga ser “obrero” no propone la lucha de clases, propone un pacto social, el PSOE puede realizarse programáticamente sin pasar por una revolución, supuestamente respetando la república, la democracia, el mercado y la propiedad privada.

(que el PSOE lo haya hecho mal, muy mal, y que al igual que el Partido Popular se haya vuelto casta política traicionando la democracia española, es otro discurso, larguísimo, que tiene que ver con la crisis oligárquica de la política, una crisis global, más allá de lo ideológico)

En cambio, PODEMOS es un partido comunista, aunque ahora ruegan por su reclasificación como “socialdemócrata”. El verdadero programa de PODEMOS no puede realizarse sin revolución y sin derivar en el totalitarismo. En otras palabras, PODEMOS es un partido tan comunista como el PSUV de Venezuela, de hecho, es una franquicia del chavismo que no haría otra cosa que acabar con la república, la democracia y finalmente con la economía de mercado, de llegar al poder.

EL COMUNISMO NO ACABA CON EL CAPITALISMO

"Enriquecerse es glorioso"
Deng Xiaoping

No es desde luego una idea original, pero la relanzo en vista de cierta confusión que observo, pues contrario a cierta visión binaria y por lo tanto inevitablemente desenfocada, el comunismo no acaba con el capitalismo, lo pone a trabajar en modalidades compatibles y acordes (indispensables) a sus fines, en el comunismo no solo nos podemos encontrar con eso que llaman el “capitalismo de Estado” y el “capitalismo para mis amigos”, ya tradicionales en todo comunismo, pero no solo: el comunismo “actualizado” puede usar al capitalismo de muchas formas, siempre y cuando le parezca conveniente a los fines de su perpetuación en el poder. En este sentido, China nos enseña con certeza que el comunismo en su relación con el capitalismo ya no equivale “al capitalista que vende la soga con la que será ahorcado”.

El comunismo con lo que si acaba es con la verdadera economía de mercado, porque al suprimir la libertad, acaba con la república y la democracia: el ecosistema sin el cual la economía de mercado y sus virtudes, no pueden existir. [1]

Aquí en Venezuela, venimos de un socialismo, un socialismo que supo ser democrático, democrático hasta el suicidio, y vamos hacia el comunismo, por una vía que ya acabó con la república (poder temporal limitado por la ley y su separación en tres instancias independientes) y la democracia (forma de gobierno en donde el poder político está al alcance del pueblo).

En este sentido, la escasez, el hambre y el caos que estamos viviendo no son fruto de incapacidad, corrupción e improvisación, sin duda esta “trilogía” describe a la clase gobernante, pero no es explicación suficiente, lo que vivimos es el resultado de la aplicación sistemática de un plan cuya meta es la destrucción del actual mercado, para replantearlo en términos “productivos” compatibles con lo expuesto desde hace años en el Plan Nacional Simón Bolívar.

(La destrucción que realmente les interesa es la de eso que llaman "la clase media", porque solo de allí pueden salir los verdaderos enemigos. Se trata de la demolición de su sistema de valores, de la familia, la cultura, su empobrecimiento material, ergo, su transformación en prostituta (precarización).

Maduro lo que ha hecho es ahondar y acelerar el plan, en vista de una pronta superación de la gradualidad rentista que prescribía la fase del “injerto socialista”, y lo ha hecho en ese sentido con plena eficacia, casi sin contratiempos. Al respecto invito a los lectores a consultar el trabajo de investigación que sobre la materia ha desarrollado Aura Palermo, habitual colaboradora de este servidor.

EL COMUNISMO ES MILITARISTA

Con respecto al concepto de “militarismo”, concurren varias indefiniciones que no sé si son resolubles en términos de clasificación política, pero de lo que no me cabe la menor duda, es que el comunismo es militarista y termina conformando una sociedad militarizada.

El uniforme que visten los diversos comandantes históricos del comunismo, desde Stalin hasta Chávez debería bastar, no solo como símbolo, sino como muestra visible de esa esencia: el comandante de un Estado comunista es general en jefe, en lo militar y en lo civil, borrando toda frontera institucional, y la revolución comunista no es otra cosa que la transformación de la sociedad en ejército y del ciudadano en tropa.

Los países comunistas más que cárceles son cuarteles, el “desafecto” a la revolución es ni más ni menos un desertor, y por lo tanto un traidor. A partir de eso, la opresión debe verse como un orden cerrado dominando la vida de todos, no son leyes a obedecer, son órdenes a obedecer las que dominan la vida de una nación bajo el comunismo, o sea, de una nación en guerra permanente contra amenazas visibles e invisibles, en todos los ámbitos.

Por lo tanto, olvidar que el régimen chavista es militarista, significa no solo obviar su origen, su GENOMA, su basamento fáctico, la naturaleza del “redentor” que lo trajo. Significa obviar que en él lo militarista, y por lo tanto lo autoritario, incluso antecede a la estructuración gradual pero indetenible de su régimen hacia el comunismo, significa obviar también que todo debe plantearse en términos militares, comenzando por comprender que las instituciones chavistas no otra cosa son, sino guarniciones obedientes, entendiendo finalmente que el lenguaje militar no es un “verbo paterno” que se agotó con la salida de escena de Chávez.

Pediré se me perdone esta larga introducción, pero la consideraba necesaria para comprender la exposición que haré a continuación.

EL COMUNISMO VERSÁTIL

El comunismo ha sabido cambiar y adaptarse, y así como permite y hasta puede aupar capitalismos ad hoc de conveniencia, puede permitir la implantación de un Estado y un régimen híbridos (un país, dos sistemas dirían los chinos), en donde cierto consenso entre poderes y clases puede proveer todas las fachadas “republicanas y democráticas” que la corrección política internacional requiere para quedar contenta, para ello, el método providencial aplicable a Venezuela ya existe y se llama partitocracia, fórmula esa sí versátil al extremo, y culturalmente compatible como anillo al dedo en el caso venezolano, aplicable incluso en el caso de que el pacto entre poderes requiera, que la parte militar del Estado se vuelva intocable.

Lo llamo “comunismo versátil” porque en él, todo es compatible si se puede incorporar a un pacto entre poderes y clases, donde los distintos actores pueden coexistir gracias a la capacidad de adaptación infinita de élites, estamentos, burguesías, poderes fácticos y factores transnacionales, todos asociados bajo una firme dirección y supervisión militarista, internacionalmente protegida por una multinacional de Estados tutores.

Lo llamo versátil porque promueve la adaptabilidad y la incorpora como la virtud amoral indispensable, el comunismo versátil sólo pide la adaptación y a cambio permite el acceso al reparto rentista, tal como se está dando en el caso venezolano. El comunismo versátil puede engavetar la lucha de clases tan cara a cierto discurso chavista, mediante un pacto de gobernabilidad entre partidos políticos “adaptados”.

No se trata de una desviación evolutiva, porque en el fondo el comunismo siempre ha sido versátil, al constatarse su implantación en países que distaban mucho de ser los conglomerados proletarios a los que Marx apuntaba. Pero superado el shock de la caída del muro, y la cortina, ha descubierto que puede ser aún más versátil: Deng Xiaoping y Daniel Ortega por poner unos ejemplos, lo comprendieron perfectamente. Aquí en Venezuela, el chavismo en todas sus variantes obedientes o disidentes, y un sistema político de oposición peronizada, ya preparado para una “transición versátil”, lo han entendido también.

Queridos lectores, me temo que vamos hacia la implantación de un comunismo versátil en Venezuela, país superdotado en términos de adaptabilidad, al haberse incansablemente dedicado con singular esmero y desde hace décadas, a convertirse en sociedad de cómplices y paraíso de oportunistas, donde el menos aventajado aspira por lo menos a “pasar agachado”.

LOS PARTIDOS YA ESTÁN ADAPTADOS

Los partidos tanto del régimen como de su oposición, todos de izquierda y ya empaquetados desde hace años en puro populismo ramplón, se volverán ipso facto armonizables con el pacto a ser instrumentado, al confluir presurosos a la única corriente admisible para poder exhibir “vocación de poder”, que no será otra que la del compromiso con el “legado de Chávez”, suerte de peronización de la política venezolana que será la condición indispensable para acceder al consenso, y en esa misma medida se podría incluso plantear una alternabilidad perfectamente gatopardiana, que proporcione un “refrescante” cambio de caras, pero nunca de sistema (y ese sistema no es otro que el Estado rentista, capitalista a su modo, mercantilista en esencia, pero NUNCA con economía de mercado, eso NUNCA).

LAS ÉLITES YA ESTÁN ADAPTADAS

Las élites siempre están preparadas para aceptar cualquier cosa que preserve su estatus, y también como siempre, habrá excepciones, las cuales podrían constituir una esperanza si sobreviven heroicamente al aislamiento y a la persecución, y se preparan desde ya a ese hecho.

LA IGLESIA YA ESTÁ ADAPTADA

Con un papa peronista, progresista, jesuita, ya aprobado por La Habana, no hace falta dar más explicación.

Y ahora con un “papa negro” venezolano, todo quedará “bien amarrado”. [2]

De hecho, nada más compatible con un estado militarizado, nada más compatible con un futuro Estado de “misiones y grandes misiones”, que un jesuita imbuido de comunismo versátil. Parece una broma, pero lamentablemente no lo es.

LA COMUNIDAD INTERNACIONAL ESTÁ ADAPTADA

La comunidad internacional no solo está adaptada, sino que será la gran adaptadora al tratarse de un conjunto de países “desinteresados” que solo pedirán paz y estabilidad para este "bello país", aunque el tinglado demócrata y de respeto a la libertad y al derecho colectivo de autodeterminación, sea poco más que de utilería.

A cambio, se instaurará un protectorado bien amurallado, que sabrá sumar con prodigiosa armonía la corrección política multilateral que todos los factores garantes de esa paz y esa estabilidad exigirán, con la entrañable licencia internacional extraordinaria que graciosamente se le concede como derecho adquirido a todo Estado petrolero, para actuar impunemente hacia adentro (aunque hay ejemplos de impunidad “hacia afuera”, por ejemplo, para financiar extremismos reñidos con todo valor consagrado por la civilización, como hace Arabia Saudita, o el régimen iraní certificado por Obama).

No seremos como Cuba, aunque la isla también transitará hacia la “versatilidad”, seremos una Cuba pero con recursos mineros y “dirección colegiada”, tampoco seremos exactamente como China, China es atea, aquí seremos una China pero con iglesia. China y Cuba además, solo tienen un partido único, nosotros en cambio adoptaremos una gozosa partitocracia de consenso para darle colorido a una única clase política parasitaria, si a ver vamos, en Corea del Norte se las arreglan con tres partidos.

De todos modos no seremos como ningún otro, porque somos a la vez nación occidental, católica, minera y rentista, una combinación única y portentosa sobre la cual se puede erigir una oligarquía eterna debidamente concertada. La “cuarta república” en sus principios, vio la gran oportunidad de lograr el pacto social sin conflictos sociales, o sea sin tener que quitarle nada a nadie, porque el petróleo daba para eso y ese logro debía sustentar una democracia integral, social y política. La “quinta república” en cambio ha entendido que se puede implantar una hegemonía pactada y consensuada que permita disfrazarlo todo, en forma impecable e inobjetable, incluyendo -por fin- el disfraz nunca mejor logrado, sedoso por fuera y acorazado por dentro, de “república democrática popular”.

EL DISFRAZ PERFECTO

El disfraz perfecto podrá lograrlo todo, su versatilidad solo se verá limitada por la capacidad de consenso entre un poder militar intocable y la porción civil adaptada.

Con ello se podría lograr:

·       Paz (pacto de impunidad y reconciliación, comunismo versátil con fachada “socialista” de pacto social).

·       Prosperidad (capitalismo para el Estado, sus militares y sus socios, sus cortes, para “los amigos”, para burguesías viejas y nuevas, y las transnacionales, incluso con fachada de globalidad y modernidad).

·       Estabilidad (sistema “pluralista” de partidos integralmente asociados al Estado, para permitir una puesta en escena de normalidad, incluso con alternabilidad, disfraz de democracia ya logrado en Nicaragua).

¿QUIEN VA A SUPERVISAR Y DIRIGIR TODO ESTO?

Seremos un protectorado, como los hay muchos, desde afuera seremos tutelados por una gran colegiatura de intereses convergentes y complementarios, aunque no necesariamente coincidentes en el detalle.

La lista, sin ánimos de ser completa y pormenorizada, podría ser la siguiente:

Cuba: hermanados aún más con ellos, porque ahora seremos por igual un país-negocio, un país-lavadora, y desde luego, Cuba actuará como metrópolis garante y accionista con poder de veto en muchas asociaciones.

Colombia y el resto de Latinoamérica: Colombia más que nunca, para poder ejecutar con máximo apoyo, su siniestro plan de paz en la narcodominación, y el resto del continente no se quedará atrás, aunque sea para bendecirlo todo desde el aparato mediático/cultural, que para eso está el 90% de la intelectualidad latinoamericana.

EE.UU.: gane Clinton o Trump, pero sobre todo si gana Clinton, aprobará todo (aunque sea fingiendo alguna objeción) por necesidad de estabilidad para su patio trasero y de prevención de migraciones indeseadas, pero también y porque no, podría participar como socio eventual en algunas parcelas disponibles.

Rusia, China e Irán: serán ellos los principales socios, no solo económicos, y nadie les tocará un céntimo de las inversiones hechas hasta ahora, y los que creen que ellos se podrían llevar algún chasco, entonces no han entendido nada de la política, la historia y la vida.

EL VATICANO: gracias a una iglesia católica conquistada finalmente por un perfecto agente de la teología de la liberación, con su ejército no solo jesuita, chapoteando felizmente en un país militarmente tutelado y con “grandes misiones” sociales que atender y eventualmente administrar.

Y desde adentro, tendremos primero y por sobre todos, a los militares.

Los militares dominando sobre todos los del patio: gozaremos de una tutoría militar en una modalidad que podría semejar a la de Egipto, Tailandia o Paquistán (si se diseña bien, sería plenamente aprobable por los EE.UU. y resto del mundo).

¿POR QUÉ TODO ESTO?

El objetivo será la preservación del valioso Estado rentista cerrado a la verdadera libertad, importante tanto para actores internos como externos, Estado que algunos siguen llamando “petroestado” como si solo contuviese petróleo, cuando en realidad atesora otros recursos muy importantes y atractivos para toda suerte de depredación, los cuales serán el objetivo principal de muchos protectores/socios externos y de empresas y consorcios locales, sobre todo militares.

A estas alturas, a nadie le debe caber duda de que el territorio de la provincia abierta de Venezuela, tiene más oro y uranio de lo que quieren hacernos saber, que además posee coltán (tantalio) muy valioso a la luz de la demanda tecnológica surgida en el siglo XXI, y diamantes y otros minerales, y vaya uno a saber que otros yacimientos se han descubierto, tomando en cuenta que llevamos años con la zona sur del país convertida en territorio off limits para cualquier mortal no involucrado en los tráficos secretos del régimen.

Para más señas, nos encontramos también por obra y gracia del régimen imperante, ante un narcoestado en vías de convertirse en narconación, y en un emporio soñado por mafias de toda especie y pelaje en donde se puede practicar con protección (asociación oficial) toda clase de negocios ilícitos, lavados y tráficos que ni Dios sabe hasta qué punto han impregnado a todo estamento de poder (y a la misma sociedad) y que de por sí representan un giro de dinero seguramente superior al de la actual explotación petrolera.

Agreguemos a este santuario gansteril, la asociación y protección inmejorable que la militarización concede a todas estas actividades, no solo desde la fuerza armada sino también por intermedio de sus emanaciones paramilitares: guerrilla colombiana, carteles de la droga, grupos terroristas internacionales, y “colectivos” y bandas hamponiles más o menos disfrazadas desde el poder, cuando no controladas desde el mismo como si fueran milicia.

Perdonen la distracción dantesca, vuelvo al punto.

El Estado rentista venezolano convierte a quienes conquistan el poder, en dueños del trono, el botín y el arsenal, configurando lo que bien podría definirse como un Estado totalitario en los hechos, totalitario por la influencia omnímoda que impunemente puede aplicar sobre toda la sociedad a la cual somete y secuestra de una forma u otra. Esta no es obra exclusiva de la “quinta república”, se debe reconocer que viene desde antes, pero no cabe duda de que con el chavismo adquirió deformidades y omnipotencia malsana en una magnitud que ridiculiza todo lo anterior.

La actual clase política que comprende tanto la oficialista como la conformada por su supuesta oposición, es la derivación fatal de unas élites sociales, culturales, económicas infinitamente mediocres que, amparadas casi todas por ese mismo Estado rentista (con poquísimas pero notables excepciones) podrían perfectamente contender el título de las peores élites del continente, por su incapacidad existencial de sustraerse a la decadencia sistémica y materializar una alternativa que evitase la tragedia. Más bien y en todos sus estamentos (siempre con honrosas y escasas excepciones) estas élites fueron las principales impulsoras de la demolición despiadada del régimen anterior, y promotoras entusiastas del ascenso de Hugo Chávez, al cual creyeron amaestrable.

Y estos “políticos” (subalternos de esas élites) sin la menor duda son los peores que hemos tenido en mucho muchísimo tiempo, al menos en los últimos 110 años, no poseen de ninguna manera alguna cualidad de liderazgo natural, ni preparación, ni partidos con visión ni programa, ni menos que menos una base social trabajada, nada que les permitiese su supervivencia en cualquier otra circunstancia, de hecho, sobreviven, medran, gracias a su lograda adaptación a un sistema con el cual conviven ni más ni menos, en modalidad comensalista, en donde se les ha permitido actuar y usufructuar de ciertos cotos de renta (los "espacios" así los llaman, verdaderas concesiones regionales/locales) en la misma medida que no representa un peligro real para el actual régimen, ni mucho menos para el modelo rentista de Estado, del cual ellos tampoco piensan desprenderse (sería su suicidio).

Y la situación actual, en donde la supuesta oposición pretende haber conquistado un poder público al ganar la asamblea nacional, confirma patéticamente y para desgracia ulterior de los venezolanos, no la neutralización de toda vía institucional, republicana y democrática para cambiar la conducción del país, que eso ya se sabía, ni tampoco la miserable esterilidad de la actual dirigencia (que eso también se sabía) sino que se descubre que, la verdadera intención al conquistar la asamblea, era para reforzar cierta capacidad negociadora para el statu quo al cual se deben (y del cual emanan en muchos casos).

Nota: a mí nadie me quita de la cabeza que Fidel Castro no solo ambicionó siempre el petróleo venezolano, sino el hacerse también con este particular modelo de Estado lubricado por la renta, tan adaptable y disfrazable para servir a todos sus propósitos.

¿Y LA MUD?

¿Vieron que no hablé hasta ahora de la MUD? Porque la MUD, que no sus partidos como tales, cuyos objetivos y función ya describí, cumple una gran tarea como institución debidamente adscrita y reconocida por el régimen: la de colaborar en impedirnos la visual de toda la trama.

Son los que sostienen, con las manos bien en alto y sin vacilación:

EL GRAN TRAPO ROJO.

Epílogo:

Si creen que exagero los puedo entender, solo advertiré que no tienen idea de lo que pueden hacer y deshacer en la oscuridad, clases dominantes y clases políticas, todas fisiológicamente alérgicas a la libertad, porque de eso se trata, del terror a la libertad. Un terror que ya estaba presente durante nuestra gestación como nación, y que en el fondo nunca nos ha abandonado.

[1] Lo que se debería establecer es si realmente puede existir una economía sin capitalismo, de lo cual podría desprenderse que el comunismo de ninguna manera puede prescindir del capitalismo, pero este es otro tema.

También otro tema es si el comunismo es una república o una forma disfrazada (uniformada) de monarquía, en donde el comandante revolucionario sustituye al príncipe, al rey o al emperador.

Finalmente, la democracia del comunismo podrá llamarse a sí misma “social”, porque reconoce ciertos derechos materiales, pero no incluye la libertad, sea individual o política, sobre este punto no creo que pueda haber discusión.

[2] Se trata del venezolano Arturo Sosa Abascal, Superior General de la Compañía de Jesús.

miércoles, 20 de julio de 2016

EL MINOTAURO MILITAR (Parte 1)


En estos días vivimos una explosión de polémica tanto en la opinión pública mercantilizada como en la ciudadana, a raíz de la promulgación del decreto 2.367 en donde La Habana transfiere de un títere a otro el poder para supervisar entre compañías militares, el desmantelamiento de los últimos remanentes de mercado que quedan en la espectral economía venezolana.

Es el paso previo de la guerra económica a una guerra a secas, en donde el comando pasa a la parte militar para poder ejecutar mejor la destrucción final del viejo orden, con miras a la implantación de modos de producción y distribución más compatibles con ese comunismo futuro según modelo chino/habanero/adaptado, que nos pretenden imponer.

La verdad es que el Estado castrochavista siempre se condujo ejerciendo la política como guerra, no tanto por hacer honor a la clásica equivalencia de von Clausewitz, no tanto por seguir aquella fórmula de “caudillo-ejército-pueblo” propuesta por esa calamidad intelectual que se llamaba Norberto Ceresole, sino por un hecho más simple y esencial y es que Chávez era militar, un militar deformado en muchos sentidos, pero era un militar, y en modo militar ordenó siempre todos sus pensamientos, sus planes, su vida. Pero hay otra cosa que señalar.

Señores, hemos estado en guerra contra militares y “armados” desde hace un buen tiempo, y esta que nos afecta actualmente, ha sido guerra soterrada desde 1958 y abierta desde 1989.

Punto Fijo fue pacto en tiempos de paz, pero pendiente de esa guerra, y Carlos Andrés Pérez fue una baja de esa guerra, ese “hubiera preferido otra muerte” es un reflejo vano del que descubre tardíamente, de que se trata todo.

Y en 1999 con la llegada de Chávez, desde ese primer juramento en donde a la constitución de 1961 la ponen en un campo de concentración, a la espera de su ejecución, siempre y desde el mismo principio hemos estado bajo un régimen militar. Un régimen en guerra contra la nación y en donde el único cambio digno de tal nombre que ha ocurrido en el plan, ha sido la forzosa sustitución del caudillo ductor militar por un “locutor oficial” civil, adoptando una feliz definición de Maduro surgida recientemente.

En fin, la “cuestión militar” ha vuelto a la palestra y una vez más se roza el problema, mas no se profundiza en él.

VENEZUELA NACIÓN MILITAR

Volvamos atrás para ejecutar unos pocos vuelos rasantes, tratando de aferrar algo del problema de lo militar en nuestra historia, y comencemos por lo manido, pero que nunca está demás repetir: lo militar está en el origen de nuestra nación y en toda su accidentada evolución a lo largo de sus dos siglos de existencia. Somos una nación que a duras penas puede mostrar civiles entre sus próceres originarios primero, y entre sus gobernantes después, hasta el sol de hoy.

En 205 años de “vivencia republicana” hemos tenido (excluyendo provisionales e interinos) 13 gobernantes civiles de un total de 32 nombres (40 %), pero es en términos temporales donde se aprecia la magnitud “militarista”, pues la extensión total de períodos de gobierno encabezados por civiles apenas representa el 26%.

Y lo peor es que habiendo logrado la “modernidad persistente” durante un período prolongado e ininterrumpido de gobiernos civiles y democráticos que duró 40 años, de 1959 a 1999, terminamos poniendo de nuevo a un militar al frente de nuestro destino, en un momento álgido curiosamente provocado en gran parte por él mismo, y de paso el elegido no es uno cualquiera: pues cuidadosa y sensatamente coronamos a un teniente coronel golpista, que conspiró y atentó contra la democracia durante toda su vida adulta, y que además estaba lejos, pero muy lejos, de tener una hoja de servicio destacable en algún punto.

Esta sociedad en su conjunto escogió a un sinvergüenza en todo sentido, para encargarse de su destino. Increíblemente y sin que le temblara el pulso, lo apostó todo a un “comandante” comprobadamente más que mediocre, y no para rectificar y gobernar sino para vengar y poner orden, y este atavismo que avergonzaría incluso a la más bananera de las repúblicas, sobre todo afloró y germinó profundamente en nuestras élites, si, en nuestras élites.

Élites cretinas, la mayoría de ellas, que ciegamente alimentaron una crisis sin darse cuenta de que esa crisis podría llevarse en su colapso a la democracia, élites “calculadoras” que “pensaron” que el milico sería un monigote fácilmente manejable, élites cómplices, que ya sabían por dónde venía Chávez, que ya sabían que ese espécimen plenamente certificado por Fidel Castro, representaría el triunfo tantas veces soñado de “la izquierda”.

Al candidato militar, todas esas élites salvo mínimas y honrosas excepciones, le proporcionaron un apoyo jamás visto en candidato alguno, en elección alguna, realmente algo nunca visto y que proporcional a la economía es posible que constituya un caso único de porcentaje del producto interno bruto invertido en una sola campaña electoral, tal fue la intensidad arrolladora de esa operación en la cual empresas, medios, bancos, academia e intelectualidad, se zambulleron con un entusiasmo sin precedentes para asegurarse de llevar a Chávez a la presidencia de la república.

Lo que las élites nunca hicieron, ni siquiera para cabildear por ellas mismas, lo hicieron en cambio por el candidato militar, el comandante de sus corazones. Pero la obra contaría con un alcance social transversal que ya no obedecería a cálculos de tarambanas encumbrados, sino a una mezcla muy bien dosificada de taras culturales con ignorancia pura y dura, pues la obra de las élites sería rematada por la clase media, de hecho, el aluvión de votos para Chávez por parte del pueblo llano, ese debía darse por descontado, no se podía dudar de eso, no se podía esperar nada distinto, en cambio, fue algo alucinante observar el disparate, el suicidio absurdo de una clase media que le proporcionó millón y medio de votos delirantes al “comandante”. Ese fue el aporte de nuestra muy “educada y preparada” clase media (y no crean que ha dado síntomas de mucha mejoría en los últimos años).

¿ES VENEZUELA UNA NACIÓN CIVILISTA?

La más grande omisión de esos 40 años continuos de poder civil, plural y democrático que tuvimos, lapso que ha debido procrear por lo menos dos generaciones nuevas de venezolanos, fue su esterilidad para crear ciudadanía y más aún, una ciudadanía particularmente activa, que pudiese llegar a ser compatible con una vida civil en democracia, aunque sólo se tratase de una “minoría esclarecida”, de una vanguardia que al menos aportara la energía permanente y renovadora que se necesitaba para evitar el estancamiento. Eso no pasó.

Nada de eso ocurrió, y la democracia de los civiles en el poder al final degeneraría en régimen consensual, oligárquico, partidista, y el habitante votante que no ciudadano, se quedaría como cliente decepcionado de una oferta engañosa de reparto y ascenso que no pudo sostenerse en el tiempo, y sin entender que no era por democrática sino por rentista, que estaba fallando.

Nada que hacer, se exigía un acto sacrificial para contentar a ciertos dioses y el cordero elegido al final, no fue uno, sino dos, fue la democracia y su contraparte esencial, la civilidad, las que fueron degolladas de un solo cuchillazo, porque al elegir a un MILITAR SIN CARRERA, SINVERGÜENZA y GOLPISTA, no otra cosa se estaba haciendo…

LA INFECCIÓN MILITAR ES POR DEBILIDAD CIVIL

En el pasado, antes de la Venezuela petrolera, lo militar prevaleció en el tiempo por constante debilidad institucional de Estados que se sucedían más o menos precarios, al borde de una perenne inestabilidad que podía incluso ligarse con la caracterial de sus jefes al mando, y así fue durante todo un largo y dramático siglo hasta que, tan de hecho como paradójicamente, fueron Cipriano Castro y Juan Vicente Gómez los que más hicieron para desmilitarizar al país, al precisamente crear la escuela militar de Venezuela, lo que implicaba la creación de un único cuerpo institucionalizado para aplicar el monopolio de la violencia y la consiguiente profesionalización para sus integrantes. De paso, Gómez usó el rodearse de civiles inobjetablemente brillantes para el ejercicio del gobierno, gobierno que también fue creador de una sólida institucionalidad CIVIL que aguantaría la prueba del tiempo.

Sin caer en la apología, estamos ante el primer régimen que le dio una respuesta/solución, civilizatoria y definitiva, al montonerismo y al caudillismo. El antimilitarismo gomecista efectivamente, no dejó como herencia una dinastía ni otros dictadores (o caudillos), y sus sucesores, aunque militares los dos, precisamente se destacarían por abrirle la puerta a los civiles, a los políticos y periodistas para que llevaran al país hacia la modernidad, o sea, abrieron la compuerta que llevaría a la libertad y en algún momento a la democracia. Desde luego las velocidades de los años treinta y cuarenta son las que son y de hecho la respuesta al pedido de democracia fue lenta, pero no fue negada.

Lamentablemente, deplorables procesos que dieron como resultado el penoso retorno a la fatalidad de la dictadura militar, luego del intento de revolución democrática de 1945 a 1948, parecía que impedirían que la sociedad pudiese asimilar la noción de que orden y prosperidad pudiesen ir de la mano con la libertad, y estar bajo la égida de civiles. Sin embargo ciertos sectores de esa misma sociedad y de las élites -verdaderas élites que había por aquel entonces- por no hablar del sector político acallado y perseguido por Marcos Pérez Jiménez, siguieron estando firmemente convencidos de que el país si había madurado lo suficiente para la libertad y la democracia, a pesar del deslumbre que producía la obra impresionante de desarrollo material, vertida por el dictador de turno.

Tenían razón, su visión era correcta, y el carácter popularmente democrático y de coprotagonismo civil de los acontecimientos de enero de 1958 así lo confirmó, esa fue una “revolución democrática”.

Con la democracia civil y plural inaugurada en 1959, el país al fin pudo darse la oportunidad de unir la libertad con el progreso. La felicidad en todos los órdenes parecía posible. Pero se dieron dos procesos cuya evolución y resolución, a la postre resucitarían el fantasma militar como opción “corregidora” de los destinos del país.

1974: COMIENZA LA INVOLUCIÓN CIVIL

"En el próximo período de gobierno (1974-1979) seré consecuente con los postulados que han guiado siempre la conducta de Acción Democrática, llevados al Gobierno por mis ilustres antecesores… nuestro gobierno mantendrá la plena vigencia de la democracia pluralista. Todas las organizaciones de ciudadanos participarán en la vida pública…”.

Carlos Andrés Pérez (CAP) sobre la “Democracia con Energía”, 1973.

En 1974, con el aluvión de petrodólares cuadruplicado en pocos meses, dio comienzo la “Gran Venezuela” de CAP I. El Estado venezolano comenzará a sentirse “omnipotente” y capaz de asumir todas las tareas, todos los planes, toda la dirección. Es así como terminaríamos con un Estado que al sentirse dueño de la máxima riqueza y del poder que le confería, más que nacionalizar como supuestamente hizo con la industria del hierro y el petróleo en la práctica se privatizó, cometiendo un error de aprendiz de brujo que de todos modos era justificable, a la luz de los paradigmas de desarrollo económico de la época.

Lo que no puede justificarse ni defenderse, fue su efecto sobre la sociedad, y en particular, sobre lo que teníamos de sociedad civil.

A partir de 1976, se privatiza el Estado y se estatiza la sociedad, y esta a su vez también terminará por caer en el mismo tonel de abundancia embriagante. Al final, todo terminará afectado por esa intoxicación.

Al empresario, el Estado borracho dejará de verlo como el aliado indispensable del desarrollo para convertirlo en cliente/socio, es así como al empresariado nacional lo veremos degradado a mero subconjunto clientelar, para luego convertirse en poder fáctico de posicionamiento colaboracionista u hostil, según los cambios y reacomodos de apetencias y ambiciones de poder, de lado y lado.

Y lo mismo pasaría con muchas organizaciones de la sociedad civil como gremios, sindicatos, federaciones, asociaciones. Ocurrió también tanto en universidades como en colegios profesionales, incluso hasta en las juntas vecinales: es la politización extrema de una sociedad, pero no en un sentido constructivo y colaborativo de participación con ideas y proyectos de país, sino en el sentido perverso y deformador de extensión del control clientelar y prebendario. Cuando los partidos finalmente colonicen al Estado y hagan lo mismo con la magistratura y procedan a su “tribalización”, quedó colocada una piedra sepulcral que dificultará mucho el surgimiento de cualquier forma de sociedad civil políticamente válida.

Unos años después un cínico inveterado como Luis Miquilena, homenajeado por la actual Asamblea Nacional durante la escritura de este artículo, preguntaría acerca de la sociedad civil “¿con qué se come eso?” (tenía razón y no fue tan cínico en ese caso…).

Al final de este proceso, no hay organización ni asociación importante que conserve su pureza civil y la que no es clientela será factor de poder: triunfará por todo lo alto -y lo bajo- el corporativismo prebendario, y por lo tanto toda salida evolutiva, toda “perfectibilidad” quedó desactivada. Es el momento a partir del cual, el trance regresivo hacia el pasado quedará habilitado, para el que lo sepa invocar.

Por parte de los partidos, su incorporación en el Estado daría lugar a la partitocracia, al régimen consensual y al abandono de todo trabajo político permanente en la base social.

Ya no tendremos líderes naturales sino candidatos empaquetados, el trabajo político será el de la campaña electoral permanente, los “correajes” serán los de financistas y clientelas, los proyectos de país serán reemplazados por promesas electorales de confección mercadotécnica, las bases de los partidos serán “maquinaria”, y el ciudadano, un mero votante.

Cuando todo esto comience a derrumbarse con el primer triunfo del mal manifestándose por vía del derrocamiento del mismo Carlos Andrés Pérez en 1993 [1], ya los partidos habían comenzado a disolverse, y no es desdibujo sino derrumbe, pues la política como tal ya no cumplía su función pública de “ordenadora de lo político”, o sea de los conflictos y necesidades de orden en la sociedad, y solo se dedicaba, en función privada, a tratar de salvar su “propio orden” y su hábitat casi exclusivo dentro del Estado: ya a estas alturas y ante el país, todo político aparece como un incapaz, un corrupto, como alguien que “actúa de espaldas al país”, “no da la cara” y “no se responsabiliza por nada”.

La respuesta a la plegaria, en fugaz aparición la mañana del 4 de febrero de 1992, se mostrará haciendo lo contrario, es verdad que lo hace porque ha fallado: “los objetivos no fueron logrados” pero lo admite con serenidad y fluidez y se enmarca con un “por ahora” de presagio puro… la respuesta a la plegaria es un engendro, y ese engendro es militar…

La reaparición del germen patógeno militar en 1992 nos agarra sin vacuna, con escasísimos anticuerpos ciudadanos y con una sociedad civil quebrantada, por su promiscuidad venérea con la politiquería y unas élites que, o han perdido el rumbo, o siempre lo tuvieron firmemente apuntando hacia La Habana.

Lo cierto y lo que debería quedar como lección grabada para siempre, es que nunca podrá levantarse ninguna sociedad civil con una “población” dependiente del Estado para hacer cualquier cosa, casi cualquier cosa, como fue la que terminamos criando bajo el rentismo desaforado que comenzamos a desarrollar, desde mediados de los años setenta.

Y esta sociedad civil perennemente débil, en mengua ininterrumpida desde hace 40 años, es la que no puede ni podrá impedir por los momentos la reinfección militar, una y otra vez, y eso es algo que estamos viviendo a cada rato, cuando por ejemplo, algún general de la deshonra eterna como un Rodríguez Torres o un Alcalá Cordones, se lanza en aparente invectiva contra el régimen de Maduro y vemos con grima como cierto sector mentecato de nuestra clase media y su dirigencia atarantada, se aprestan a celebrarlo con entusiasmo bobalicón.

EL SUPRA PODER FORMAL-FÁCTICO PERO ARMADO

En la situación actual la reinfección nos viene de una fuerza armada ya distorsionada hasta convertirse en el super poder, y en el principal consorcio transformador de renta en privilegio, en asociación “ecléctica” pero dominante sobre el Estado, donde determina, aprueba, manda, pero también goza de relación clientelar como si se tratase de un poder fáctico (en Venezuela se dice “que paga y se da el vuelto”) estamos hablando de una corporación esencialmente mercantil que trocó “altares de la patria” por arcas bancarias, que defiende al Estado y no a la nación, al poder y no al soberano.

Es así como llegamos a esta fuerza armada en el mínimo histórico de su moral, que no internaliza su rol civilizador como monopolizadora de la violencia, como baluarte de la soberanía, y se ha contraído a superclase política únicamente defensora de su estatus supremo. Esta decadencia angustiosa es el resultado de una evolución impedida y una asociación indebida, la cual nos obliga a retrotraer cronológicamente el relato.

1958: COMIENZA LA GUERRA

La guerra contra la democracia venezolana comienza desde el primer momento, y vamos a estar claros, el Pacto de Punto Fijo del 31 de octubre de 1958, no solo fue un pacto de gobernabilidad, fue también un pacto de defensa de la democracia civil contra amenazas militares directas: amenazas internas promovidas desde el seno de las mismas fuerzas armadas, y que nunca cesaron (ni cesarían), y a su vez una amenaza externa que comenzaría al poco, poquísimo tiempo...

Era necesario defenderse contra amenazas internas inmediatas, por parte de un sector militar descontento por la repetición de un “nuevo desorden democrático”, y sobre todo, porque a diferencia de como participaron en el trienio 1945-1948, tendrían por primera vez en la historia que resignarse a quedar relegados a solo ser, el sostén obediente, APOLÍTICO y no deliberante del civilismo gobernante. Esto se manifestaría abiertamente apenas a 6 meses del 23 de enero con el intento de golpe de estado por parte del ministro de la defensa de la junta de gobierno, General Jesús María Castro León.

Pero también y al poco tiempo, el gobierno puntofijista de Rómulo Betancourt debería ocuparse de una amenaza geopolítica externa, que surgiría prácticamente al año de comenzada la revolución cubana de enero de 1959, y que tendría su expresión nacional materializada en la guerrilla. Se trata de la irrupción continental del expansionismo castrista y sus cachorros venezolanos, que en 1960 dividirán al partido Acción Democrática para llevarse su juventud al MIR (Movimiento de Izquierda Revolucionaria) y que en 1961 activarán la lucha armada, desestabilizadora y conspiradora sin tregua contra la incipiente democracia venezolana.

LA GRAN OCASIÓN PERDIDA

“Hoy no se conoce el nombre de un solo oficial, de un solo soldado muerto defendiendo la democracia. El sistema democrático de partidos, reinstalado en 1958, cantó la heroicidad de sus muertos durante la década militarista de 1948 a 1958, pero impidió que se reconociera la heroicidad de los policías y los militares caídos en su defensa en la década de los 60”

Jorge Olavarría, “Aparece el militarismo” [2]

Esa lucha contra la guerrilla castrocomunista y sus agentes venezolanos, y la categórica derrota militar que las fuerzas armadas le propinarían en todos los frentes, representó una ocasión histórica única para graduarlas como ejército forjador, no sólo de libertades, sino de democracia, un título y reconocimiento más que merecido porque además reposaba sobre el sacrificio de muchos hombres valientes.

Se trataba de enaltecer al “episodio militar más exitoso y honroso del siglo XX” [3] para que hubiese podido quedar como “gesta refundadora”, de una institución unívocamente identificable con el nuevo Estado democrático venezolano.

(Si le hubiese tocado al castrismo ese papel de vencedor, jamás habría dejado pasar semejante oportunidad y hubiese creado historia, leyenda, doctrina, altares, eslóganes, películas y fechas patrias, pueden estar seguros de esto)

Pero nunca hubo tal homenaje, ni honra, ni gloria, al menos algo digno de mención, y así la gesta fue confinada casi que a la anécdota ocasional, para disolverse gradualmente hacia el olvido colectivo, en un relato relegado y fragmentado que nunca fue incorporado plenamente ni a la memoria, ni a la historia.

Las razones de esta censura histórica deliberada son múltiples: muchos invocaron el temor a un “César Militar” que podría despertarse ante una nueva “cesión de gloria”, por parte de una sociedad agradecida por haber sido liberada de nuevo.

Pero la razón principal, debe atribuirse sin lugar a dudas, a la labor pertinaz de cierta intelectualidad, algunos medios y la abrumadora mayoría de la academia (todos con su alma vendida a la nueva izquierda “pacificada y democrática”) que se entregó sin pudor a la adulteración de esa apreciable porción de nuestra historia, hasta deformarla, fragmentarla, encogerla, fantasmizando al militar, ponderando enjundiosamente al guerrillero, y algo crucial, haciéndola desaparecer de todo plan de estudio, sea de enseñanza básica o superior e incluso de la instrucción militar.

(Se dice siempre que "la historia la escriben los vencedores", pero en este caso no fue así, la historia de la guerrilla la escribió la izquierda, esa izquierda que ahora sabemos que solo fue derrotada en su desviación "foquista", y al hablar de izquierda no hablamos de individuos, se debe hablar de su sistema de hegemonía cultural, y este no es el único caso: en toda latinoamérica nos educamos, especialmente a nivel secundario y universitario, con la versión "a vena abierta", de nuestra historia, en donde por cierto, los historiadores izquierdistas son mediocres versiones de sus maestros europeos, especialmente en el caso venezolano)

Mientras tanto la conspiración en las fuerzas armadas nunca se detendría, con grupos para todos los gustos y colores, y también la penetración por parte del castrismo seguiría impertérrita, hasta empatarse al final con la conspiración a cielo abierto de los victimarios de la guerrilla y sus socios corporativos, metiéndole la puñalada trapera a esa “política” y esa “democracia” que años antes los había pacificado, reconocido y dignificado, aun a costa de falsificar la historia y mezquinarle toda gloria al único hito que hubiésemos podido tener, de lo militar en clave civilista/democrática.

Duélale a quien le duela, fue Rómulo Betancourt el único que siempre estuvo claro frente a la amenaza castrense y la amenaza castrista por igual, a las que tuvo que enfrentar y correr con las consecuencias, en gobierno e integridad de su propio partido, con dolorosas pérdidas de vidas humanas y compañeros que se llevaban consigo vocación y porvenir, e incluso teniendo que reconocer sin ambages, y en pro de la misma democracia, a aquel Rafael Caldera precariamente triunfante en las elecciones de 1968, el mismo que luego traicionaría repetidamente todo el esfuerzo civilizador y democrático al serpentearse como notable beneficiario de la conspiración contra CAP II, destruir su propio partido fundador del ciclo virtuoso, volver al poder precisamente con los guerrilleros, y liberar apresuradamente en los primeros actos al demonio exterminador, por “presión de la sociedad”. [4]

Al final de la historia, esta fuerza armada (en singular, como conviene a un partido) convertida en clase política cerrada sólo representativa de su propio poder, obrando desde el poder y por el poder, ella misma termina atrapada en un callejón sin salida dentro del cual, solo le quedará actuar con violencia creciente, sea para avanzar en su obra de oprobio hacia la nación, sea para retroceder y liberarse de un destino ominoso, que incluso podría incluir su propia desintegración.

EL MINOTAURO MILITAR

En toda sociedad realmente democrática, el único factor de poder deberían ser los partidos políticos, como extensión operativa del interés público.

El Estado, como organización política al servicio del interés público y obedeciendo a ese solo interés, debe poder actuar con autoridad y potestad, en otras palabras, ejercer con soberanía, y eso sólo se logra si puede aplicar un poder indisputable por monopolio de la ley y la violencia.

Para aplicar sus monopolios, el Estado debe poder contar entre otros brazos ejecutantes, con unas fuerzas armadas preparadas y eficientes, especialmente en el caso de un país pletórico de recursos naturales como es el nuestro, y eso no es ni sustituible ni delegable, salvo pantomimas como la del protectorado costarricense. Cabe recordar aquí que, la disuasión por la fuerza, estamos lejos de poderla superar como método sustituyéndola con la mera aplicación del derecho: es posible que algún día eso se logre, pero ese día aún está muy lejos.

Las fuerzas armadas deberán seguir existiendo y su vigencia institucional dependerá exclusivamente, de que sigan existiendo como organizaciones que sirven a la nación, obedeciendo a un Estado igualmente al servicio de la nación, esta es la ecuación básica, pero de increíble dificultad, que deberemos resolver en el futuro. Eventualmente, lo militar puede y debe actuar dentro de ese ámbito éticamente turbio de la “razón de estado”, pero siempre y cuando la preservación de ese Estado sea para seguir sirviendo únicamente, al interés público.

Al minotauro militar no hay que exterminarlo, pues lo encontraríamos multiplicado a la vuelta mientras esta sociedad no logre superar sus atavismos premodernos y preciviles. Más bien, hay que demoler el laberinto para que lo militar pueda sumarse al proceso civilizatorio que la nación tendrá que emprender en su conjunto, y que nos deberá llevar a que cada quien encuentre el sitio que le corresponda y del cual nunca debería salir: es así como los militares solo podrán “regresar a sus cuarteles” cuando el cuartel salga de todas las mentes, y los políticos, y la política, regresen a la sociedad civil.

[1] Para impedir la confusión en el lector no informado, se debe apuntar que Carlos Andrés Pérez gobernó durante 2 períodos presidenciales: de 1974 a 1979 (CAP I) y de 1989 hasta 1993 (CAP II).

[2] “Aparece el militarismo”, Jorge Olavarría, Diario “El Nacional”, Caracas, 2002.

[3] “Los hijos de aquella omisión”, Jorge Olavarría, Diario “El Nacional”, Caracas, 2002.

[4] Rafael Caldera, otro que fue presidente dos veces, entre 1969 y 1974, y entre 1994 y 1999, la primera vez con su hijo legítimo, el Partido COPEI (partido fundamental de la democracia) y luego con su hijo bastardo, el pseudo partido CONVERGENCIA en donde gobernaría junto con figuras importantes fundadoras del partido MAS (Movimiento Al Socialismo, y estas figuras importantes son exguerrilleros de los años sesenta). Caldera en 1992 dio un discurso en el congreso justificando la intentona militar, y en 1994 y ya como presidente, liberó a Hugo Chávez al sobreseer su procesamiento como golpista.