sábado, 23 de enero de 2016

El 23 de enero de 1958: Una revolución democrática


Fue una revolución democrática porque en ella participaron diversos sectores de la sociedad, desde los estudiantes hasta la iglesia, más allá del grupo de conspiración civil militar, fue un movimiento transversal en lo civil/político. Fue un movimiento sincronizado de la sociedad civil, de las fuerzas vivas, de los distintos estamentos, una oleada lúcida que se extendió por todos los estratos sociales, y que de hecho daría origen a lo que se llamó el espíritu del 23 de enero”, y así fue comprendido y asimilado, por todas las fuerzas políticas, lo que luego desembocaría en el Pacto de Punto Fijo, acuerdo indispensable para defender el logro democrático, de cualquier resaca.

La democracia incipiente de la revolución de 1945 fue una democracia insurgente, de ruptura, que interpretaba sobre todo el anhelo de una élite apenas surgida, de jóvenes militares y clase media educada, ese trienio dejó sin embargo una crisálida que eclosionaría 10 años después. La democracia del 58 ya no es el golpe de un sector, surge de un movimiento de amplio alcance social, de alcance popular. Lo que en 1945 era ensayo aventurado de un grupo esclarecido, donde la acción quirúrgica debía ante todo, cortar netamente con el pasado, y donde la democracia era proyecto político. En 1958, es ya el clamor de una sociedad que pide democracia como modo de vida, la democracia como valor, como norma, como exigencia moral.