Por Aura Marina Palermo y Federico Boccanera
“El socialismo totalitario no desapareció en 1991 con el
colapso de la Unión Soviética, todo lo contrario, ha mutado…".
César Vidal
LA CAÍDA DE LA CASA VENEZUELA
La creciente agitación política, económica y social de
Venezuela exige para su debido análisis, el reconocer que la posibilidad de
comprender este contexto de extrema incertidumbre ya no depende exclusivamente
de la aparente claridad de los hechos, ni de la cantidad de información que se
reciba por medios periodísticos o ciudadanos, sino que depende, hoy más que
nunca, de nuestra capacidad para integrar nuevas experiencias y crear nuevas
perspectivas.
Cualquier persona que interprete el chavismo sólo como un
movimiento político demuestra no saber casi nada sobre él. En este caso lo que
no sabemos demuestra ser mucho importante que lo que sabemos o creemos saber. A
menudo, lo racional es lo irrelevante, y nos distrae de entender que, en lo
aparentemente irracional subyacen los verdaderos elementos determinantes que
impactan la realidad.
Necesitamos con urgencia identificar y denunciar que lo que
está pasando en medio del caos busca no solo materializar sino consolidar, el
denominado "punto de no retorno" del comunismo castrista en
Venezuela, y su expansión hacia latinoamérica y España mediante el plan
denominado "Plan Nacional Simón Bolívar", ejecutado primero de la
mano de Hugo Chávez Frías, en su rol de “mesías”, y luego por Nicolás Maduro en
su rol de apóstol.
Contrario a lo que muchos piensan, aquí y en el exterior, lo
que le ha pasado a Venezuela no es el resultado de políticas fracasadas de
malos gobiernos: ha sido la ejecutoria de unos gobiernos del mal, si, así como
lo está leyendo.
De entrada se debe anunciar en rigor, que esos gobiernos del
mal no obedecieron solamente al dueto de marras, de hecho, son la obra de una
trilogía en la que se debe incluir a Fidel Castro, más bien debería comenzar
por él: el autor original, el verbo, el padre del mesías y protector del
apóstol.
Todo comenzó, o más bien terminó de empezar, con la difícil
situación económica que se venía gestando en Venezuela desde la década de los
ochenta, que culminó en la supuesta amenaza al statu quo por parte de Carlos
Andrés Pérez en su segundo período presidencial (1989-1993) de comenzar a
desmontar el petroestado rentista, eso le ofreció la tan deseada oportunidad a
Fidel Castro de intervenir y actuar con una eficacia que no había podido ni
siquiera soñar, en los años iniciales de su conspiración contra Venezuela, en
los años sesenta y setenta.
La incursión finalmente exitosa de Fidel Castro en el
terreno político nacional se comenzó a visibilizar con su recibimiento
entusiasta por parte de la intelectualidad y los medios, en la cumbre inaugural
del segundo gobierno de Carlos Andrés Pérez en febrero de 1989, la cual precede
en apenas 25 días al estallido social nacional del “Caracazo”, del cual mucho
se duda acerca de su espontaneidad, al menos en su fase de desarrollo inicial.
El previsor Fidel Castro de 1989, ya había sido advertido
por la mismísima Perestroika de que la isla “debería defenderse sola”
(1986), es el Fidel que en medio de la festividad intelectual con la que es
saludado y recibido, inicia la fase mediática, expuesta, de su intervención en
Venezuela, y hablamos de “fase mediática” porque la investigación histórica da
cuenta de que venía preparando y entrenando sus cuadros civiles y militares en
el país desde mucho tiempo atrás, casi desde el mismo inicio de la democracia
civil (1958), la cual coincide casi que exactamente en tiempos, con la
revolución cubana (1959).
Luego de aquella oportuna incursión triunfante de Fidel por
tierra venezolana, a los pocos días estallaría el Caracazo y pocos meses
después vendría la caída del muro de Berlín, y al año siguiente, en 1990, da
inicio la disolución de la Unión Soviética, la cual obligaría a Cuba a entrar
en el “período especial”: sin duda alguna la peor crisis jamás vivida por el
régimen castrista.
Y en 1992 se intentan dos golpes militares, y aparece
Chávez.
Y en 1993 se logra por fin derrocar a Carlos Andrés Pérez.
Y en 1994, Chávez es sobreseído de su juicio militar en
marzo y en diciembre aparece en La Habana.
Mientras tanto en el mundo, se festejaba la derrota del
comunismo y se anunciaba el “fin de la historia” …
LA INVITACIÓN ES A NO SUBESTIMAR NADA, NI AYER, NI HOY, NI
NUNCA.
El éxito electoral del Chavismo-Castrismo se logró gracias a
las élites que apoyaron y fortalecieron el nacimiento del "Fenómeno
Chávez" en todas las clases sociales. Chávez contó con el apoyo y
financiamiento de importantes grupos y personalidades de la industria, las
finanzas, los medios y la academia. Nunca en la historia electoral venezolana
candidato alguno había podido disponer de tantos recursos, y de un apoyo
intelectual, mediático y económico de tal magnitud.
Han pasado 17 años y ese imperdonable error inicial de
subestimación del personaje, y de lo que él representaba como líder mesiánico
de un proyecto de conquista, dominación y secuestro totalitario de la sociedad
venezolana, es algo que está lejos de experimentar algún tipo de rectificación,
pues ese error, en todo sentido, se sigue cometiendo en forma ya trágica, como
si fuese la expresión de una fatalidad inexorable.
Lo que no se sospecha y se sigue sin sospechar, es de la
existencia de un diseño preciso que ha guiado y ordenado todo lo que han sido
estos años de chavismo, diseño de matriz castrista contenido en el “Proyecto
Nacional Simón Bolívar” ya mencionado, y que no ha dejado de ejecutarse nunca,
ni siquiera en medio de la “crisis provocada” de 2002 y con la desaparición
física de Chávez. Plan integral, exhaustivo, que encuentra en una crisis
inducida por años contra toda una nación, su herramienta de mayor eficacia para
avanzar y consolidarse, sin haber encontrado hasta ahora una verdadera
oposición deseosa de comprenderlo, enfrentarlo y detenerlo.
UNA IMPROVISACIÓN PLANIFICADA AL DETALLE
El Proyecto Nacional Simón Bolívar no es un simple plan de
gobierno para un período presidencial, es la planificación a veinte años de
cómo transformar al país con reservas de petróleo entre las mayores del mundo,
en un estado totalitario Castrocomunista, el cual inicia su camino con la
constituyente de 1999, en donde se diseña desde Cuba un instrumento de
transición gradual para regir toda una etapa de revolución pasiva al comunismo.
De allí que cada vez que uno observa a los "líderes opositores” aferrarse
a la constitución bolivariana, se debe soportar la grima de ver con qué gusto
se entregan a consagrar la primera muestra triunfante de la conquista chavista
del poder, pues la primera trampa caza bobos de la revolución fue y sigue
siendo, la Constitución del 99.
De allí en adelante, se ha ido avanzando sin prisa pero sin
pausa mediante leyes habilitantes y un sin fin de reformas jurídicas,
promulgadas casi siempre en medio de situaciones críticas creadas al efecto,
culpando y acusando de paso al viejo modelo y sus actores. Con la aplicación de
este infalible método de conquista, se ha logrado imponer el proyecto (el
proceso) sin experimentar resbalón alguno, salvo el “accidental” de 2002, y se
ha ido acorralando cada vez más al país incluyendo esas élites y sus estamentos
culturales, económicos y políticos, que han debido ser el grupo que opusiese la
mayor resistencia.
La inmensa mayoría de analistas y opinion leaders del
statu quo, que han etiquetado en forma displicente al régimen como la
"maquinita de imprimir gacetas (oficiales)" llenas de medidas "absurdas
e improvisadas", jamás se tomaron la molestia de armar un rompecabezas
cuya estructura le ha permitido la destrucción paulatina de la base económica
del país, de la producción y el mercado, para avanzar hacia una estatización
esencialmente comunista, en donde por un lado se preserva el reparto
mercantilista que permite ese “capitalismo para los amigos" que sólo crea
riqueza para una minoría selecta, y por el otro y para abastecer en lo básico a
esa mayoría de la población condenada a la necesaria pobreza y miseria, se ha
ido creando un circuito de importación y distribución de
subsistencia/asistencia, por vía de una extensa red de mercados, abastos y
misiones estatales, que ahora en estos días ha saltado a la palestra
informativa con la creación de los “Comités Locales de Abastecimiento y Producción”
(CLAP), supuesta medida de respuesta ante la “guerra económica”, a la cual
seguirá la tarjeta de "abastecimiento seguro" de próxima aparición, y
todas las misiones y grandes misiones del futuro “Estado Comunal/Estado de Misiones”.
El cambio en el rol del Estado que se viene gestando desde
1999, tiene como objetivo el lograr que el proceso acumulativo se oriente en
medio de un caos controlado hasta lograr la "ruptura histórica", para
así poder dar el "salto adelante" en un momento determinado a la
"revolución socialista”, la cual implicará la colectivización de la
producción social, de la propiedad y de la sociedad, que se fundirán en el
futuro Estado Comunal.
Es ya un hecho público y notorio desde hace un buen tiempo
que esta “caotización” va siempre de la mano de otros anuncios que parecieran
aumentar la falsa entropía del falso desorden del régimen, cuando en realidad
es lo contrario, y así en apariencia lo son los “conglomerados productivos”,
las empresas de producción social, el plan de siembra urbana, el “plan 50”, los
“9 motores de desarrollo económico”, la producción comunal, el reconocimiento
dactilar en comercios privados y públicos, el “casa por casa”, y ahora los CLAP:
todos episodios que son reiteradamente tomados a burla por los forjadores de
opinión pública, cuando lo que en realidad está en desarrollo es la
construcción paulatina e imparable de la estructura operativa de lo que ellos
prevén como la era “post capitalista”.
Paradójicamente quienes se burlan y reducen todo análisis y
explicación de este estado de cosas a la consabida rebatiña de una
confederación de ladrones, corruptos e ineptos de primera categoría (cuya
existencia desde luego no puede negarse), pertenecen al mismo estamento que se
encuentra íntimamente relacionado con esos empresarios que, en vez de pedir y
luchar por el fin de los controles y la injerencia del Estado chavista en la
economía, se han reducido ellos también a volverse tan sumisamente dependientes
de ese Estado y tan pedigüeños como la población sometida. Son los que piden
que se les “afloje un poco la soga al cuello” y con su ofrecimiento
colaboracionista terminan por facilitar su avance.
Son quienes pretenden a su vez financiar a medios,
periodistas, encuestadores, analistas, políticos y partidos pseudo opositores,
para que la forja de la opinión pública siempre apunte en la dirección errada:
no hay dictadura sino “democracia deficitaria”, no hay régimen sino “mal gobierno”,
no hay planes totalitarios ni comunistas, sino corrupción e ineptitud, en fin,
fíjense que para este conjunto social, cosa curiosa, la libertad nunca es una
prioridad en su discurso -ni siquiera aparece en las consignas- y para ello hay
una explicación: y es que ellos saben que en una verdadera democracia con
verdadera economía de mercado desaparecerían tan arrasados como los propios
chavistas.
Frente a esto, se hace muy cuesta arriba exponer y denunciar
que todo lo siniestro, lo irracional, lo impensable, es posible, cuando nos
enfrentamos a un poder que pretende consolidarse AL COSTO QUE SEA y al que no
le importa ni la falta de comida, ni la muerte de seres humanos por escasez de
medicinas, ni el hampa desbordada, ni la ruina económica… En otras palabras, la
destrucción del país.
Para ello, una vez más insistimos en que el caos -y el
conflicto- son indispensables para el régimen y por eso deben fomentarlos, de
la misma forma como el mal capitaliza su fuerza realimentándose de las miserias
del ser humano, reduciéndolo a solo ocuparse de sus necesidades básicas para sobrevivir,
en unos casos, y haciéndolo esclavo de la codicia y los resentimientos, en
otros casos.
Esto permite distraer al colectivo -al final a toda la
sociedad- y avanzar en la construcción del “socialismo del siglo XXI”, es decir
el comunismo, mediante la aplicación de una estrategia llamada de "injerto
socialista" que determina una etapa en donde conviven el capitalismo -especialmente
en su variante mercantilista- con el socialismo, mientras se construye y avanza
con un nuevo marco jurídico y se generan las condiciones objetivas y subjetivas
de crisis orgánica, tendientes a provocar la "ruptura histórica" y
así dar el siguiente paso a la fase superior: el Estado comunal.
LA MENTE MAESTRA DEL MAL
Si siempre fue y sigue siendo un terrible error histórico
subestimar primero a Chávez y ahora a Maduro, peor aún lo es el de subestimar a
las mentes siniestras de los hermanos Castro, en especial la de Fidel, que
tiene décadas preparando la expansión de sus tentáculos a latinoamérica desde
la base estratégica que para ellos siempre ha estado representada en Venezuela.
Esto que debería ser argumento desgastado por el uso, toca
repetirlo, volverlo a proponer y volverlo a machacar como si un impedimento cultural
impidiese su asimilación definitiva por parte no solo de la gente común, sino
de la intelectualidad, la dirigencia y los liderazgos supuestamente llamados a
orientar y dirigir su destino.
En 1993 el bloque histórico constituido a partir de la
degeneración rentista se rebelaría contra Carlos Andrés Pérez, para así superar
la amenaza inadmisible de un Estado despojándose de (parte de) sus poderes,
descentralizando la democracia y superando su devenir estatista e intervencionista
hacia la economía de mercado (en realidad esta amenaza fue exagerada a
propósito por muchos intereses distintos, incluso de signo político opuesto,
pero esa es otra historia).
En 1994, ese mismo bloque histórico coloca a Chávez en
posición anotadora para hacerse con el poder, creyéndolo maleable y manejable a
gusto y conveniencia, y en realidad si lo era, sólo que alguien se les adelantó
en el modelado de la figura: Fidel Castro, el incuestionable ídolo de muchas élites
venezolanas, latinoamericanas y europeas, ayer, ahora y siempre.
En 1998 llegan al poder, y lo que ocurre es un mero cambio
de régimen, el Estado seguirá intacto, el régimen consensual pasa de partitocracia
bipolar a uno de partido hegemónico con “cinturón de asteroides”, de su ámbito civil
pasa a uno que es militar y civil por igual, con características peculiares:
autoritarismo creciente con proliferación de partidos. De hecho, la repartición
se amplifica y se diversifica, contrario a los que muchos creen.
Hoy, ese mismo bloque histórico, expandido por la
proliferación de la nueva “boliburguesía”, amenaza con ser a su vez superado
por un quiebre que nos llevará a un comunismo de conveniente doble modelo, con Estado
comunal para el pueblo y clases medias precarizadas, y rentismo/mercantilismo/capitalismo
confinado a determinadas zonas especiales, abiertas a la inversión
internacional y de burguesías nacionales, militares y civiles, debidamente
conformadas desde el poder, siguiendo un modelo semejante al chino que Cuba
también transitará junto a Venezuela, en oportuno paralelismo de
metrópolis/colonia, y bajo aprobación continental, “imperial” y vaticana.
Y esto podría ocurrir, bien sea mediante ruptura histórica,
o por intermedio de un período transicional de régimen consensual, disfraz de
democracia, dialogado y pactado de mutua conveniencia entre estamentos de poder
locales y “geopolíticos” (EE.UU./Cuba/UNASUR/España/Vaticano/Rusia/China/Irán).
(EE.UU. lo aprobará tanto con la “liberal” Clinton como con
el populista Trump, no se ilusionen)
“Todo sea por el diálogo y la paz”.
Luego vendrá Colombia, ya bajo asedio sofocante. Y si se
descuidan, también España.
Pero nadie debería sentirse a salvo en el fondo, porque el
desprestigio casi universal de las clases gobernantes y sus élites asociadas,
podría crear puntos vulnerables a la infección progresista/socialista/autoritaria
casi que en cualquier parte, usando para abrirse paso ese populismo demagógico
que parece estar viviendo una nueva primavera, incluso en el primer mundo,
populismo que por ser la patología política oportunista por excelencia, resulta
ser también el instrumento de arado más eficaz para preparar el campo a la
siembra del mal.
LO QUE TOCA
Toca antes que nada adquirir plena consciencia de la amenaza
del castrismo y su vigencia plena, incluso en vías de reforzarse y expandirse.
Toca identificar esta amenaza en forma inequívoca, sin eufemismos
ni expedientes lingüísticos de corrección política. Hay que rescatar y
reconstruir el lenguaje para poder volver a llamar a las cosas por su nombre.
La amenaza es contra la Libertad y la Democracia en América, y desde hace casi
un siglo, esa amenaza ha sido y seguirá siendo el comunismo, cuya punta de
lanza excelsa es el castrismo, el cual ahora podría contar con un aliado
estratégico en el populismo de primer mundo (y también en cierto “populismo
ecuménico” que el Vaticano pareciera estar abrazando).
Toca denunciar esta amenaza y explicarla, y exponer a sus
encubridores, incluso a los encubridores inconscientes. A estas alturas hasta
los beneficios de la duda han de considerarse pecados de ingenuidad, de
omisión, o más directamente de colaboración.
Toca trabajar para orientar y construir alternativas. Solo
con nuevas organizaciones, civiles y políticas, con nuevos equipos formadores
de doctrina, opinión y liderazgo, se podrá enfrentar el expansionismo castrista
y sus extensos estamentos colaboradores, enquistados en las élites de muchos
países latinoamericanos, comenzando por la misma España.
Si no lo hacemos corremos el peligro de perder toda
soberanía y por lo tanto la capacidad de autodeterminarnos, tal como
trágicamente le ha estado pasando a Venezuela.
Aura Marina Palermo, es analista de entorno y de evaluación de riesgo,
especializada en el contexto político, social y económico de Latinoamérica.
En twitter es: @APIntegra