A pesar del retraso, para hoy pensaba escribir un artículo relacionado
con el aniversario del 18 de octubre de 1945, pero me atajó una urgencia que
espero poder expresar con un mínimo de claridad, no sé si lo lograré.
Pero quisiera aprovechar para aclarar tres cuestiones
importantes, antes de tratar de transmitirles mi inquietud…
SOCIALISMO Y COMUNISMO
Nunca he simpatizado con el término “socialdemocracia” y
tampoco con su supuesto equivalente de “socialismo reformista”, se trata de
fórmulas que sustituyen la lucha de clases por el “pacto social” y por lo tanto
prescinden de la revolución a favor de la reforma. Para este servidor, en esta
esencia radica la diferencia entre lo que es socialismo y comunismo, puede
haber otras, pero eso es lo fundamental.
Por lo tanto, me atengo a esta última reclasificación que de
paso me fue plenamente confirmada por el Doctor Enrique Tejera París, la cual tiene
la virtud de desechar términos que solo confunden, en otras palabras, eso que
llamamos “socialdemocracia” o “socialismo reformista” debería llamarse
socialismo, a secas, el cual puede ser democrático, y eso que algunos mientan
“socialismo real” es el comunismo, ni más ni menos.
No me voy a meter en ese callejón que no lleva a nada, de
caracterizar al socialismo por su internacionalismo, pues socialismo y
comunismo pueden ser nacionalistas e internacionalistas, no ahondaré en esa
cuestión en este escrito, porque pienso concentrarme en otros aspectos.
El socialismo puede adoptar más de una modalidad: laborista,
socialdemócrata, socialcristiana, “ecologista”, etc., estas modalidades vigentes
hoy en día, sobre todo en Europa, son más o menos compatibles con la república
y la democracia liberal. En el pasado hubo modalidades de socialismo no
democráticas y profundamente antiliberales como el fascismo y el nazismo,
socialismos nacionalistas totalitarios que no acabaron con el capitalismo, ni
con la economía ni la propiedad privadas, aunque si las regularon y controlaron
fuertemente, y a la producción la confinaron en un compartimiento
corporativizado, sobre todo en virtud de preparar sus respectivas naciones para
la guerra (esa sí, una misión “internacionalista”).
Para poner un ejemplo -que sé que no le caerá bien a muchos-
el PSOE de España es un partido socialista, eso que algunos llamarían
“socialdemócrata” y aunque diga ser “obrero” no propone la lucha de clases,
propone un pacto social, el PSOE puede realizarse programáticamente sin pasar
por una revolución, supuestamente respetando la república, la democracia, el
mercado y la propiedad privada.
(que el PSOE lo haya hecho mal, muy mal, y que al igual que
el Partido Popular se haya vuelto casta política traicionando la democracia
española, es otro discurso, larguísimo, que tiene que ver con la crisis
oligárquica de la política, una crisis global, más allá de lo ideológico)
En cambio, PODEMOS es un partido comunista, aunque ahora
ruegan por su reclasificación como “socialdemócrata”. El verdadero programa de
PODEMOS no puede realizarse sin revolución y sin derivar en el totalitarismo.
En otras palabras, PODEMOS es un partido tan comunista como el PSUV de
Venezuela, de hecho, es una franquicia del chavismo que no haría otra cosa que
acabar con la república, la democracia y finalmente con la economía de mercado,
de llegar al poder.
EL COMUNISMO NO ACABA CON EL CAPITALISMO
"Enriquecerse es glorioso"
Deng Xiaoping
No es desde luego una idea original, pero la relanzo en
vista de cierta confusión que observo, pues contrario a cierta visión binaria y
por lo tanto inevitablemente desenfocada, el comunismo no acaba con el
capitalismo, lo pone a trabajar en modalidades compatibles y acordes
(indispensables) a sus fines, en el comunismo no solo nos podemos encontrar con
eso que llaman el “capitalismo de Estado” y el “capitalismo para mis amigos”,
ya tradicionales en todo comunismo, pero no solo: el comunismo “actualizado”
puede usar al capitalismo de muchas formas, siempre y cuando le parezca
conveniente a los fines de su perpetuación en el poder. En este sentido, China
nos enseña con certeza que el comunismo en su relación con el capitalismo ya no
equivale “al capitalista que vende la soga con la que será ahorcado”.
El comunismo con lo que si acaba es con la verdadera economía
de mercado, porque al suprimir la libertad, acaba con la república y la
democracia: el ecosistema sin el cual la economía de mercado y sus virtudes, no
pueden existir. [1]
Aquí en Venezuela, venimos de un socialismo, un socialismo
que supo ser democrático, democrático hasta el suicidio, y vamos hacia el
comunismo, por una vía que ya acabó con la república (poder temporal limitado
por la ley y su separación en tres instancias independientes) y la democracia (forma
de gobierno en donde el poder político está al alcance del pueblo).
En este sentido, la escasez, el hambre y el caos que estamos
viviendo no son fruto de incapacidad, corrupción e improvisación, sin duda esta
“trilogía” describe a la
clase gobernante, pero no es explicación suficiente, lo que vivimos es
el resultado de la aplicación sistemática de un plan cuya meta es la
destrucción del actual mercado, para replantearlo en términos “productivos”
compatibles con lo expuesto desde hace años en el Plan Nacional Simón Bolívar.
(La destrucción que realmente les interesa es la de eso que
llaman "la clase media", porque solo de allí pueden salir los
verdaderos enemigos. Se trata de la demolición de su sistema de valores, de la
familia, la cultura, su empobrecimiento material, ergo, su transformación en
prostituta (precarización).
Maduro lo que ha hecho es ahondar y acelerar el plan, en
vista de una pronta superación de la gradualidad rentista que prescribía la
fase del “injerto socialista”, y lo ha hecho en ese sentido con plena eficacia,
casi sin contratiempos. Al respecto invito a los lectores a consultar el
trabajo de investigación que sobre la materia ha desarrollado Aura Palermo,
habitual colaboradora de este servidor.
EL COMUNISMO ES MILITARISTA
Con respecto al concepto de “militarismo”, concurren varias
indefiniciones que no sé si son resolubles en términos de clasificación política,
pero de lo que no me cabe la menor duda, es que el comunismo es militarista y
termina conformando una sociedad militarizada.
El uniforme que visten los diversos comandantes históricos
del comunismo, desde Stalin hasta Chávez debería bastar, no solo como símbolo,
sino como muestra visible de esa esencia: el comandante de un Estado comunista
es general en jefe, en lo militar y en lo civil, borrando toda frontera
institucional, y la revolución comunista no es otra cosa que la transformación
de la sociedad en ejército y del ciudadano en tropa.
Los países comunistas más que cárceles son cuarteles, el “desafecto”
a la revolución es ni más ni menos un desertor, y por lo tanto un traidor. A
partir de eso, la opresión debe verse como un orden cerrado dominando la vida
de todos, no son leyes a obedecer, son órdenes a obedecer las que dominan la
vida de una nación bajo el comunismo, o sea, de una nación en guerra permanente
contra amenazas visibles e invisibles, en todos los ámbitos.
Por lo tanto, olvidar que el régimen chavista es
militarista, significa no solo obviar su origen, su GENOMA, su basamento fáctico,
la naturaleza del “redentor” que lo trajo. Significa obviar que en él lo
militarista, y por lo tanto lo autoritario, incluso antecede a la estructuración
gradual pero indetenible de su régimen hacia el comunismo, significa obviar
también que todo debe plantearse en términos militares, comenzando por
comprender que las instituciones chavistas no otra cosa son, sino guarniciones
obedientes, entendiendo finalmente que el lenguaje militar no es un “verbo
paterno” que se agotó con la salida de escena de Chávez.
Pediré se me perdone esta larga introducción, pero la
consideraba necesaria para comprender la exposición que haré a continuación.
EL COMUNISMO VERSÁTIL
El comunismo ha sabido cambiar y adaptarse, y así como
permite y hasta puede aupar capitalismos ad hoc de conveniencia, puede
permitir la implantación de un Estado y un régimen híbridos (un país, dos
sistemas dirían los chinos), en donde cierto consenso entre poderes y clases puede
proveer todas las fachadas “republicanas y democráticas” que la corrección
política internacional requiere para quedar contenta, para ello, el método
providencial aplicable a Venezuela ya existe y se llama partitocracia, fórmula
esa sí versátil al extremo, y culturalmente compatible como anillo al dedo en
el caso venezolano, aplicable incluso en el caso de que el pacto entre poderes
requiera, que la parte militar del Estado se vuelva intocable.
Lo llamo “comunismo versátil” porque en él, todo es
compatible si se puede incorporar a un pacto entre poderes y clases, donde los
distintos actores pueden coexistir gracias a la capacidad de adaptación
infinita de élites, estamentos, burguesías, poderes fácticos y factores
transnacionales, todos asociados bajo una firme dirección y supervisión militarista,
internacionalmente protegida por una multinacional de Estados tutores.
Lo llamo versátil porque promueve la adaptabilidad y la
incorpora como la virtud amoral indispensable, el comunismo versátil sólo pide
la adaptación y a cambio permite el acceso al reparto rentista, tal como se
está dando en el caso venezolano. El comunismo versátil puede engavetar la
lucha de clases tan cara a cierto discurso chavista, mediante un pacto de
gobernabilidad entre partidos políticos “adaptados”.
No se trata de una desviación evolutiva, porque en el fondo
el comunismo siempre ha sido versátil, al constatarse su implantación en países
que distaban mucho de ser los conglomerados proletarios a los que Marx
apuntaba. Pero superado el shock de la caída del muro, y la cortina, ha
descubierto que puede ser aún más versátil: Deng Xiaoping y Daniel Ortega por
poner unos ejemplos, lo comprendieron perfectamente. Aquí en Venezuela, el chavismo
en todas sus variantes obedientes o disidentes, y un sistema político de
oposición peronizada, ya preparado para una “transición versátil”, lo han
entendido también.
Queridos lectores, me temo que vamos hacia la implantación
de un comunismo versátil en Venezuela, país superdotado en términos de
adaptabilidad, al haberse incansablemente dedicado con singular esmero y desde
hace décadas, a convertirse en sociedad de cómplices y paraíso de oportunistas,
donde el menos aventajado aspira por lo menos a “pasar agachado”.
LOS PARTIDOS YA ESTÁN ADAPTADOS
Los partidos tanto del régimen como de su oposición, todos
de izquierda y ya empaquetados desde hace años en puro populismo ramplón, se
volverán ipso facto armonizables con el pacto a ser instrumentado, al confluir
presurosos a la única corriente admisible para poder exhibir “vocación de
poder”, que no será otra que la del compromiso con el “legado de Chávez”,
suerte de peronización de la política venezolana que será la condición
indispensable para acceder al consenso, y en esa misma medida se podría incluso
plantear una alternabilidad perfectamente gatopardiana, que proporcione un
“refrescante” cambio de caras, pero nunca de sistema (y ese sistema no es otro
que el Estado rentista, capitalista a su modo, mercantilista en esencia, pero
NUNCA con economía de mercado, eso NUNCA).
LAS ÉLITES YA ESTÁN ADAPTADAS
Las élites siempre están preparadas para aceptar cualquier
cosa que preserve su estatus, y también como siempre, habrá excepciones, las
cuales podrían constituir una esperanza si sobreviven heroicamente al
aislamiento y a la persecución, y se preparan desde ya a ese hecho.
LA IGLESIA YA ESTÁ ADAPTADA
Con un papa peronista, progresista, jesuita, ya aprobado por
La Habana, no hace falta dar más explicación.
Y ahora con un “papa negro” venezolano, todo quedará “bien
amarrado”. [2]
De hecho, nada más compatible con un estado militarizado,
nada más compatible con un futuro Estado de “misiones y grandes misiones”, que
un jesuita imbuido de comunismo versátil. Parece una broma, pero
lamentablemente no lo es.
LA COMUNIDAD INTERNACIONAL ESTÁ ADAPTADA
La comunidad internacional no solo está adaptada, sino que
será la gran adaptadora al tratarse de un conjunto de países “desinteresados”
que solo pedirán paz y estabilidad para este "bello país", aunque el
tinglado demócrata y de respeto a la libertad y al derecho colectivo de
autodeterminación, sea poco más que de utilería.
A cambio, se instaurará un protectorado bien amurallado, que
sabrá sumar con prodigiosa armonía la corrección política multilateral que
todos los factores garantes de esa paz y esa estabilidad exigirán, con la
entrañable licencia internacional extraordinaria que graciosamente se le
concede como derecho adquirido a todo Estado petrolero, para actuar impunemente
hacia adentro (aunque hay ejemplos de impunidad “hacia afuera”, por ejemplo, para
financiar extremismos reñidos con todo valor consagrado por la civilización, como
hace Arabia Saudita, o el régimen iraní certificado por Obama).
No seremos como Cuba, aunque la isla también transitará
hacia la “versatilidad”, seremos una Cuba pero con recursos mineros y
“dirección colegiada”, tampoco seremos exactamente como China, China es atea,
aquí seremos una China pero con iglesia. China y Cuba además, solo tienen un
partido único, nosotros en cambio adoptaremos una gozosa partitocracia de
consenso para darle colorido a una única clase política parasitaria, si a ver
vamos, en Corea del Norte se las arreglan con tres partidos.
De todos modos no seremos como ningún otro, porque somos a
la vez nación occidental, católica, minera y rentista, una combinación única y
portentosa sobre la cual se puede erigir una oligarquía eterna debidamente
concertada. La “cuarta república” en sus principios, vio la gran oportunidad de
lograr el pacto social sin conflictos sociales, o sea sin tener que quitarle
nada a nadie, porque el petróleo daba para eso y ese logro debía sustentar una
democracia integral, social y política. La “quinta república” en cambio ha
entendido que se puede implantar una hegemonía pactada y consensuada que
permita disfrazarlo todo, en forma impecable e inobjetable, incluyendo -por
fin- el disfraz nunca mejor logrado, sedoso por fuera y acorazado por dentro,
de “república democrática popular”.
EL DISFRAZ PERFECTO
El disfraz perfecto podrá lograrlo todo, su versatilidad
solo se verá limitada por la capacidad de consenso entre un poder militar
intocable y la porción civil adaptada.
Con ello se podría lograr:
· Paz (pacto de
impunidad y reconciliación, comunismo versátil con fachada “socialista” de
pacto social).
· Prosperidad
(capitalismo para el Estado, sus militares y sus socios, sus cortes, para “los
amigos”, para burguesías viejas y nuevas, y las transnacionales, incluso con
fachada de globalidad y modernidad).
· Estabilidad
(sistema “pluralista” de partidos integralmente asociados al Estado, para
permitir una puesta en escena de normalidad, incluso con alternabilidad,
disfraz de democracia ya logrado en Nicaragua).
¿QUIEN VA A SUPERVISAR Y DIRIGIR TODO ESTO?
Seremos un protectorado, como los hay muchos, desde afuera
seremos tutelados por una gran colegiatura de intereses convergentes y
complementarios, aunque no necesariamente coincidentes en el detalle.
La lista, sin ánimos de ser completa y pormenorizada, podría
ser la siguiente:
Cuba: hermanados aún más con ellos, porque ahora seremos por
igual un país-negocio, un país-lavadora, y desde luego, Cuba actuará como
metrópolis garante y accionista con poder de veto en muchas asociaciones.
Colombia y el resto de Latinoamérica: Colombia más que
nunca, para poder ejecutar con máximo apoyo, su siniestro plan de paz en la narcodominación,
y el resto del continente no se quedará atrás, aunque sea para bendecirlo todo
desde el aparato mediático/cultural, que para eso está el 90% de la
intelectualidad latinoamericana.
EE.UU.: gane Clinton o Trump, pero sobre todo si gana
Clinton, aprobará todo (aunque sea fingiendo alguna objeción) por necesidad de
estabilidad para su patio trasero y de prevención de migraciones indeseadas,
pero también y porque no, podría participar como socio eventual en algunas
parcelas disponibles.
Rusia, China e Irán: serán ellos los principales socios, no
solo económicos, y nadie les tocará un céntimo de las inversiones hechas hasta
ahora, y los que creen que ellos se podrían llevar algún chasco, entonces no han
entendido nada de la política, la historia y la vida.
EL VATICANO: gracias a una iglesia católica conquistada
finalmente por un perfecto agente de la teología de la liberación, con su
ejército no solo jesuita, chapoteando felizmente en un país militarmente
tutelado y con “grandes misiones” sociales que atender y eventualmente
administrar.
Y desde adentro, tendremos primero y por sobre todos, a los
militares.
Los militares dominando sobre todos los del patio: gozaremos
de una tutoría militar en una modalidad que podría semejar a la de Egipto,
Tailandia o Paquistán (si se diseña bien, sería plenamente aprobable por los
EE.UU. y resto del mundo).
¿POR QUÉ TODO ESTO?
El objetivo será la preservación del valioso Estado rentista
cerrado a la verdadera libertad, importante tanto para actores internos como
externos, Estado que algunos siguen llamando “petroestado” como si solo
contuviese petróleo, cuando en realidad atesora otros recursos muy importantes
y atractivos para toda suerte de depredación, los cuales serán el objetivo
principal de muchos protectores/socios externos y de empresas y consorcios
locales, sobre todo militares.
A estas alturas, a nadie le debe caber duda de que el
territorio de la provincia abierta de Venezuela, tiene más oro y uranio de lo
que quieren hacernos saber, que además posee coltán (tantalio) muy valioso a la
luz de la demanda tecnológica surgida en el siglo XXI, y diamantes y otros
minerales, y vaya uno a saber que otros yacimientos se han descubierto, tomando
en cuenta que llevamos años con la zona sur del país convertida en territorio off
limits para cualquier mortal no involucrado en los tráficos secretos del
régimen.
Para más señas, nos encontramos también por obra y gracia
del régimen imperante, ante un narcoestado en vías de convertirse en
narconación, y en un emporio soñado por mafias de toda especie y pelaje en
donde se puede practicar con protección (asociación oficial) toda clase de
negocios ilícitos, lavados y tráficos que ni Dios sabe hasta qué punto han impregnado
a todo estamento de poder (y a la misma sociedad) y que de por sí representan
un giro de dinero seguramente superior al de la actual explotación petrolera.
Agreguemos a este santuario gansteril, la asociación y
protección inmejorable que la militarización concede a todas estas actividades,
no solo desde la fuerza armada sino también por intermedio de sus emanaciones
paramilitares: guerrilla colombiana, carteles de la droga, grupos terroristas
internacionales, y “colectivos” y bandas hamponiles más o menos disfrazadas
desde el poder, cuando no controladas desde el mismo como si fueran milicia.
Perdonen la distracción dantesca, vuelvo al punto.
El Estado rentista venezolano convierte a quienes conquistan
el poder, en dueños del trono, el botín y el arsenal, configurando lo que bien
podría definirse como un Estado totalitario en los hechos, totalitario por la
influencia omnímoda que impunemente puede aplicar sobre toda la sociedad a la
cual somete y secuestra de una forma u otra. Esta no es obra exclusiva de la
“quinta república”, se debe reconocer que viene desde antes, pero no cabe duda
de que con el chavismo adquirió deformidades y omnipotencia malsana en una
magnitud que ridiculiza todo lo anterior.
La actual clase política que comprende tanto la oficialista
como la conformada por su supuesta oposición, es la derivación fatal de unas
élites sociales, culturales, económicas infinitamente mediocres que, amparadas
casi todas por ese mismo Estado rentista (con poquísimas pero notables
excepciones) podrían perfectamente contender el título de las peores élites del
continente, por su incapacidad existencial de sustraerse a la decadencia
sistémica y materializar una alternativa que evitase la tragedia. Más bien y en
todos sus estamentos (siempre con honrosas y escasas excepciones) estas élites
fueron las principales impulsoras de la demolición despiadada del régimen
anterior, y promotoras entusiastas del ascenso de Hugo Chávez, al cual creyeron
amaestrable.
Y estos “políticos” (subalternos de esas élites) sin la
menor duda son los peores que hemos tenido en mucho muchísimo tiempo, al menos
en los últimos 110 años, no poseen de ninguna manera alguna cualidad de
liderazgo natural, ni preparación, ni partidos con visión ni programa, ni menos
que menos una base social trabajada, nada que les permitiese su supervivencia
en cualquier otra circunstancia, de hecho, sobreviven, medran, gracias a su
lograda adaptación a un sistema con el cual conviven ni más ni menos, en
modalidad comensalista, en donde se les ha permitido actuar y usufructuar de
ciertos cotos de renta (los "espacios" así los llaman, verdaderas
concesiones regionales/locales) en la misma medida que no representa un peligro
real para el actual régimen, ni mucho menos para el modelo rentista de Estado, del
cual ellos tampoco piensan desprenderse (sería su suicidio).
Y la situación actual, en donde la supuesta oposición
pretende haber conquistado un poder público al ganar la asamblea nacional,
confirma patéticamente y para desgracia ulterior de los venezolanos, no la
neutralización de toda vía institucional, republicana y democrática para
cambiar la conducción del país, que eso ya se sabía, ni tampoco la miserable
esterilidad de la actual dirigencia (que eso también se sabía) sino que se
descubre que, la verdadera intención al conquistar la asamblea, era para
reforzar cierta capacidad negociadora para el statu quo al cual se deben (y del
cual emanan en muchos casos).
Nota: a mí nadie me quita de la cabeza que Fidel Castro no
solo ambicionó siempre el petróleo venezolano, sino el hacerse también con este
particular modelo de Estado lubricado por la renta, tan adaptable y disfrazable
para servir a todos sus propósitos.
¿Y LA MUD?
¿Vieron que no hablé hasta ahora de la MUD? Porque la MUD,
que no sus partidos como tales, cuyos objetivos y función ya describí, cumple
una gran tarea como institución debidamente adscrita y reconocida por el
régimen: la de colaborar en impedirnos la visual de toda la trama.
Son los que sostienen, con las manos bien en alto y sin
vacilación:
EL GRAN TRAPO ROJO.
Epílogo:
Si creen que exagero los puedo entender, solo advertiré que
no tienen idea de lo que pueden hacer y deshacer en la oscuridad, clases
dominantes y clases políticas, todas fisiológicamente alérgicas a la libertad,
porque de eso se trata, del terror a la libertad. Un terror que ya estaba
presente durante nuestra gestación como nación, y que en el fondo nunca nos ha abandonado.
[1] Lo que se debería establecer es si realmente puede
existir una economía sin capitalismo, de lo cual podría desprenderse que el
comunismo de ninguna manera puede prescindir del capitalismo, pero este es otro
tema.
También otro tema es si el comunismo es una república o una
forma disfrazada (uniformada) de monarquía, en donde el comandante
revolucionario sustituye al príncipe, al rey o al emperador.
Finalmente, la democracia del comunismo podrá llamarse a sí
misma “social”, porque reconoce ciertos derechos materiales, pero no incluye la
libertad, sea individual o política, sobre este punto no creo que pueda haber
discusión.