Tareck El Trumpeado
Aura Palermo y Federico Boccanera
Hoy amanecimos con la noticia de las sanciones del
departamento del tesoro de los EE.UU. contra el vicepresidente de Venezuela,
Tareck El Aissami, por su supuesta participación en operaciones internacionales
ligadas al narcotráfico.
Desde luego, solo un tonto de capirote podría
circunscribirse en clasificar esta acción del gobierno estadounidense, como una
medida “específica” contra un narcotraficante internacional, en realidad, se
trata de apuntar a un personaje cuya peligrosidad va mucho más allá.
Tareck El Aissami se encuentra en el centro no solo del
poder político en Venezuela, porque él es el que realmente va a dirigir toda la
ofensiva próxima del régimen de Maduro contra la sociedad venezolana, pero El
Aissami también es uno de los dirigentes más importantes de una operación
internacional a gran escala, dedicada sí al narcotráfico y al lavado de
capitales, pero operación indisolublemente asociada con el terrorismo, y por lo
tanto indisolublemente asociada con el expansionismo castrista, y por los
momentos nos detendremos aquí para no ir más allá, en las implicaciones que
dicha operación tiene en oriente medio con el extremismo islámico.
Tareck El Aissami es la personificación acabada de un poder
complejo cuya base política está en La Habana y quisiéramos adentrarnos en una
breve digresión, para establecer el marco histórico que rodea a este personaje.
Hay que refrescarle al público que el régimen castrista se
asoció -léase bien, pues no se trata de meros nexos- se ASOCIÓ con el
narcotráfico colombiano/mexicano en los años ochenta, y ciertos eventos, como
el trascendental episodio del juicio y fusilamiento del general Arnaldo Ochoa y
Tony de la Guardia, no fue otra cosa que una suerte de reacomodo societario,
algo así como una “reestructuración gerencial”.
Un breve paréntesis: qué casualidad que en 1989, el año de
la caída del muro de Berlín, fuese también el de la caída del general Ochoa y
los hermanos La Guardia, y que unos meses antes, Fidel Castro acudiese como
invitado estrella a la toma de posesión del presidente electo Carlos Andrés
Pérez -CAP- y que pocos días después, ocurriese el famoso estallido social
conocido como “el caracazo”, acto con el cual comenzará a gestarse en
Venezuela, el derrocamiento del mismo CAP disfrazado de destitución por vía
institucional.
Volviendo al punto, la asociación de Fidel Castro con el narcotráfico
es una clave importante de su supervivencia más allá de la caída de la Unión
Soviética, y tiene mucho que ver con su inagotable influencia política.
Algún día alguien unirá los puntos como se debe.
Esa influencia “simpática” y persistente, inexplicable para
muchos, que ejerce Fidel sobre el perfecto idiota latinoamericano y europeo, no
es solo carismática/totémica, Castro manejaba una trama de poder, gracias a su
sociedad con el narcotráfico, que le permitió ejercer poderosa influencia sobre
el ámbito político, militar, mediático, cultural y académico de Iberoamérica,
especialmente sobre sus élites.
Para nadie es un secreto que el general Ochoa estaba
vinculándose con Pablo Escobar, y que uno de los objetivos de este general en
África, era establecer en ese continente bases para una operación de
narcotráfico internacional, y toca decir que eso tuvo una continuidad más allá
del general fusilado, para muestra, relacionen este hecho pasado con lo que
actualmente trama Venezuela, con un país tan ejemplar como Guinea Bissau.
Al mismo tiempo, Tony La Guardia tenía una operación de
narcotráfico con EE.UU., más específicamente, de trafico de lanchas rápidas
entre Cuba y los cayos de la Florida, y esta operación tampoco se interrumpió,
ocurrió solo un “cambio de gerencia”.
Ahora volviendo a Tareck El Aissami, y nos disculpan este
rodeo introductorio necesario para poder establecer ciertas conexiones, Tareck
ahora se encuentra al frente de toda una operación de narcoterrorismo y
narcolavado por designación especial del finado Fidel, el ejecutor del “cambio
gerencial” antes descrito. De hecho, cuando Hugo Chávez fue desahuciado por
motivo de su enfermedad terminal Fidel y Raúl procederán a designar a sus
herederos en Venezuela, y estos herederos no son otros que Nicolás Maduro y
Tareck El Aissami.
Ya ungido por Fidel, El Aissami se encuentra al frente de
una operación compleja que, dejando de lado sus nexos con Hezbolá, con Irán,
con el terrorismo chiíta (porque El Aissami con quien está es con el bando
chiíta, no con ISIS para poner un ejemplo) dejando de lado momentáneamente este
asunto, hay que recalcar que El Aissami dirige operaciones de lavado en Miami y
otros lugares de EE.UU. y también es un aliado de los carteles mexicanos del
narcotráfico.
Se olvida pronto que “el muro de Trump” más que un muro
entre Estados Unidos y México es un muro entre Estados Unidos y ese norte de
México que, el “Estado fallido” mexicano ha entregado en manos de los carteles.
El Aissami es la cabeza visible (aunque de proceder
discreto) de una operación global que amenaza a todo el hemisferio, y este
personaje es el producto refinado de un proceso de “capacitación” que abarca
toda su vida, desde su juventud tanto militar como universitaria, donde
tempranamente es captado por lo que luego sería el chavismo, y que culmina en
la actualidad con su cargo en la vicepresidencia, pasos en donde debemos
subrayar por ejemplo, que en 2004 fue promovido como el primer jefe de la “Misión
Identidad”, la institución del Estado chavista que ha sido acusada internacionalmente,
de proporcionarle documentos de identificación venezolanos (cédulas de
identidad y pasaportes) a extremistas del medio oriente.
El paso dado por la administración Trump es coherente y
certero en contra de este personaje, que concentra todo el poder necesario y
todo el odio necesario para dirigir, no solo la arremetida final contra la
sociedad venezolana, sino la arremetida hemisférica contra países no solo
iberoamericanos, ya que Estados Unidos también se encuentra en la mira.
La oportunidad para la conspiración se presenta perfecta,
porque aprovechará la guerra del establecimiento estadounidense contra Donald
Trump, para que sirva a propósitos que van más allá de atacar y demoler su
administración, y eventualmente desalojarlo del poder, aquí dentro de lo que
podríamos llamar una “complejidad local”, no solo asistimos a una reacción del
establecimiento enquistado en Washington, en los medios, en las universidades y
en ciertas industrias: nos encontramos ante una escalada ofensiva de la izquierda
continental, del progresismo internacional, aliado con poderes globales, muchos
de ellos de matriz islámica o que le deben su existencia al financiamiento
islámico, ofensiva aliada a su vez con poderes más o menos visibles, como la
constelación de organizaciones, fundaciones y operadores políticos y
económicos, que giran en torno a un personaje tan siniestro como el magnate
George Soros, pero bueno, ese es otro tema.
Lamentablemente, muchas justificadas antipatías que levanta
el personaje Trump, impedirán a muchos procesar la información realmente
relevante y comprender el problema global con todas sus implicaciones
hemisféricas, e impedirá que se den las alineaciones necesarias en la formación
de opinión, y en la concientización de las sociedades bajo riesgo, para
enfrentar en el plano político y mediático la amenaza que se cierne contra el
continente americano, de norte a sur, y una vez más, la mayoría de los analistas
y “expertos” se mirarán el ombligo y no lograran orientar ni guiarnos hacia
otro lugar que no sea a la antesala del desastre, tal como ocurrió con
Venezuela.
Aura Marina Palermo, es analista de entorno y
de evaluación de riesgo, especializada en el contexto político, social y
económico de latinoamérica.