domingo, 7 de junio de 2015

LAS ELECCIONES: EL CALLEJÓN SIN SALIDA...


Una vez más, el país se encuentra ante un año electoral, y una vez más al país se le llevará a un nuevo engaño, a un nuevo callejón sin salida que no solucionará nada y más bien prolongará su sufrimiento. Este artículo, del cual pido de antemano disculpas por su extensión, es una recopilación de mi pensamiento sobre el tema, y servirá para justificar políticamente mi decisión de volverme abstencionista frente a las actuales circunstancias, en contra de lo que he sido siempre en el pasado.

I. MI POSICIÓN, MI DECISIÓN

Nunca he sido abstencionista siempre he sido todo lo contrario, he sido consecuente votante en todos los procesos electorales de los últimos años, mejor dicho, desde 1988.

Creo en el voto, y creo en él en cuanto derecho, expresión soberana, y arma política.

Es más, creo en la política, soy un apasionado de su estudio (autodidacta) y creo en los partidos políticos, además fui militante de Acción Democrática (AD), un militante activo en contra de sus actuales autoridades, que han traicionado y pisoteado todo su legado histórico.

Nadie puede acusarme de ser antipolítico ni antipartido, ni un "terco" abstencionista.

Sin embargo:

No creo en esta clase política, y cuando me refiero a clase política, me refiero a la englobada tanto en la “Mesa de la Unidad Democrática” (MUD) como en el “Gran Polo Patriótico” (GPP): no creo en ninguno de los partidos que la conforman y hoy en día, el partido en el que menos creo es precisamente AD.

Como me considero opositor, particularmente objetaré a la MUD, pues he demostrado hasta la saciedad, casi hasta el vómito, que no es oposición.

Y mi posición frente a las próximas elecciones, supuestamente elecciones a la Asamblea Nacional (AN), será la de NO IR A VOTAR.

II. MI PENSAMIENTO SOBRE LO ELECTORAL EN LAS ACTUALES CIRCUNSTANCIAS

1. VOTAR NO ES PARTICIPAR

Votar no necesariamente implica participar, y cuando se da en determinadas circunstancias se vuelve más bien la consagración de la sumisión, se trata de participar en un ritual supuestamente “soberano” que ha sido totalmente desvirtuado pues no permite verdadera elección -sólo una falsa opción bipolar predeterminada por las respectivas castas o bandas políticas- y tampoco permite renovación ni cambio, ni en las autoridades ni en la situación del país.

Desde hace años, las supuestas elecciones no son otra cosa que un rito de distracción, una puesta en escena consensuada que ejemplifica mejor que ninguna, el control social que sobre una sociedad políticamente anulada ha logrado el actual régimen y la clase política que medra a su sombra, la cual incluye un sector de oposición, la MUD, que es la que realmente cumple de factor legitimador del régimen, eso sí, siempre y cuando pueda validarse a su vez en esos mismos eventos electorales, un negocio redondo para el poder y para unos políticos de absoluta mediocridad que jamás tendrían vida en cualquier otra situación.

Aquí el discurso que se debe afrontar, ya ni siquiera es una cuestión de otorgar o negar legitimidad, pues se ha vuelto, simple y llanamente, en un discurso de NO a la complicidad, de NO a la actuación de toda un clase política que es la que tiene secuestrada a la nación, incluso más allá del autoritarismo imperante, pues también la clase política opositora refugiada en la MUD en cuanto supuesta alternativa, no solo se niega a dar la lucha previa indispensable para restituir precisamente la democracia, sino que además es activamente antidemocrática en cuanto descalifica, difama y denuncia a quienes proponen otra vías políticas, sobre todo de acción política.

(La MUD encarna la antipolítica en su expresión más esencial, en cuanto política encerrada en sí misma, que no reconoce lo político, la política que niega lo político, que sataniza el conflicto en la sociedad y de la misma sociedad queda aislada).

La actual oposición MUD es notoria comensalista del Estado rentista y no cambiará nada importante ni trascendente, mientras pueda usufructuar del actual reparto, es más, la actual modalidad arbitraria, mafiosa y hamponil del régimen madurista le permite una serie de ventajas en el usufructo de las tajadas del reparto, que constituyen muy convenientes oportunidades para poder levantar plataformas de publicidad y mercadeo para proyectos personalistas y de “negocios” de múltiple naturaleza, que en ninguna otra circunstancia tendría la oportunidad de armar, dado el grado patético de deficiencia y mediocridad de sus dirigentes, los cuales, en cualquier otro país o momento distinto, simplemente no prosperarían ni sobrevivirían.

Los de la MUD son en cierta forma, los “mochos” complementarios que la clase política dominante del chavismo necesita para rascarse. Los cuales en plena conciencia de sus mutuas deficiencias, acceden a cierta convivencia que no se da única y exclusivamente dentro del ámbito electoral, ya que esta se extiende a las parcelas de reparto rentista que el Estado acepta ceder por conveniencia múltiple de imagen institucional, y de preservación de una oposición deficitaria, absolutamente incapaz de provocarle daño alguno.

La actual oposición no aporta otra cosa que la conveniente “diversidad” para impedir la tipificación del actual régimen en uno inequívocamente dictatorial, pero este impedimento solo es nominal, y de hecho, no ha impedido el cese de la república, la muerte de la democracia en todo sentido, especialmente en cuanto posibilidad de alternabilidad, además del abuso de poder, la corrupción sin límites, la ruina económica y la entrega de la soberanía.

2. VOTAR NO ES ELEGIR, SOLO SE ELIGE EN DEMOCRACIA

Las elecciones casi nunca son prueba de democracia, y si no se celebran en libertad, sobre todo en libertad política, sólo generan y consolidan oligarquía.

Las elecciones en Corea del Norte son cada 5 años, hay 3 partidos políticos, y se celebran en total paz y civismo, la abstención es casi cero.

Las elecciones en Cuba son cada 5 años, hay un sólo partido político y se celebran en total paz y civismo, la abstención no llega al 5%.

En Corea del Norte y Cuba se celebran elecciones regularmente, en total paz y civismo, no hay “radicales”, ni “guarimberos”, ni “golpistas”.

Importante recalcar que en Corea del Norte y Cuba, las elecciones se celebran obedeciendo a "la autoridad, la constitución, la ley y las instituciones".

Así que nada como ir a votar en sana paz, obedeciendo la ley, y sin nadie quedándose en casa, pregunten en Corea del Norte o Cuba…

¿Cuál es la conclusión?

Para este servidor la única conclusión posible, es que los ciudadanos reducidos a meros votantes ¡NO SON NECESARIOS EN ESTE MOMENTO! la de “elector” no es la faceta requerida cuando se ha perdido la democracia.

3. NO NOS REPRESENTAN

Ni el GPP representa a los partidarios del régimen ni la MUD es oposición, y el caso del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) es patético, pues dista mucho de ser el partido “hegemónico” que el régimen chavista de dominación debería tener como basamento, pues no pasa de ser una organización electorera dócil, pequeño burguesa e instrumentalizada, que no genera doctrina, ni dirigencia, ni programas, ni equipos de gobierno, que no agrupa vanguardia ni proporciona relevos. Una organización de nula credibilidad que sólo provee un servicio burocrático de postulación para consumo de ciertas clientelas menores, y eso sí y muy importante, contribuye con la colosal maquinaria de movilización electoral el día de los comicios.

Sobre la MUD bastante este servidor ha dicho ya, sobre una agrupación que ya no reúne partidos políticos sino agencias de mercadeo político para proyectos personalistas, y de captación de tajadas de la renta petrolera (los benditos “espacios” que ellos tanto pregonan como objetivo sagrado, de defensa y conservación ineludible).

LA MUD ES UNA INSTITUCIÓN DEL RÉGIMEN, tan alineada con su mandato que a duras penas simula su condición de agrupación opositora (más bien busca denodadamente constituirse en la alternativa chavista al madurismo “traidor del legado”) hasta el punto de negarse a objetar las casi ridículas condiciones electorales en las cuales debe siempre competir y más bien colabora con el estado opresor, en la persecución y represión de la protesta ciudadana (tal como ocurrió el año pasado).

Falsos partidos con falsos liderazgos que al acudir a elecciones escenifican una aparente competencia en una supuesta arena democrática, pues ninguno de ellos puede acceder al poder ¡ni el GPP ni la MUD pueden hacerlo! pues sólo pueden orbitar alrededor de él, conformando un sistema planetario al que se le permite, vía asignación y usufructo de ciertos espacios de poder institucional o regional (cotos de renta), la producción de cierta gravitación clientelar la cual permite su supervivencia, los mantiene con cierta organicidad mafiosa, habilita la estafa que califica como democrático a un régimen dictatorial, y certifica a la “variopinta” fauna política que medra en el conjunto, como plural y legítima.

En cuanto a la labor representativa hasta ahora desempeñada por casi todos los diputados a la Asamblea Nacional desde el 2010 (salvo excepciones escasísimas y honrosas, como las de María Corina Machado) y me refiero a todos los diputados sin distingo de partido, o de pertenencia o no al régimen o a la oposición, mejor sería ni hablar...

Comparsa, lo que se llama comparsa, es como se debe definir al grupo de diputados tanto de “gobierno” como de "oposición" a la actual Asamblea Nacional, es que no hay mejor palabra para describirlos con exactitud: son la definición más acabada, la definición perfecta, de una comparsa.

En particular, los diputados "opositores" a la AN desde el principio de su investidura y como “representantes” que supuestamente son de un electorado en creciente zozobra de vida, han debido encarnar la denuncia, la protesta, la rebeldía permanente, han debido ser un dolor de cabeza constante para el régimen, la piedrita, más bien ¡LA ROCA EN EL ZAPATO! primero para las botas de Chávez, y luego para las zapatillas bailarinas de Maduro, de hecho, el estándar contestatario (mínimo) lo estableció la misma María Corina casi que en solitario, del resto solo se podría hablar de sumisos rutinarios…

4. El ASFIXIANTE ELECTORALISMO

El permanente y asfixiante electoralismo, produce además los siguientes efectos nocivos en la actividad política y los partidos:

a. Concentra toda captación y asignación de recursos para la actividad política tanto materiales como humanos en la pura operación electoral, y por lo tanto en los requerimientos organizativos de cúpulas y comandos de campaña, abandonando cualquier otra labor propia del activismo político permanente: tareas de acompañamiento, análisis y reflexión con la militancia y la ciudadanía, actividades de contacto y canalización de inquietudes y proyectos con las comunidades, organizaciones sociales y gremios, elaboración y recolección de propuestas generales y sectoriales, construcción y coordinación de redes, capacitación y doctrina, revisión y actualización programática, captación de nuevos simpatizantes, militantes y liderazgos naturales, selección y preparación de equipos de gobierno, etc.

La deformación electoralista hace que todo, absolutamente todo, quede relegado, supeditado, subordinado a la cuestión electoral, candidatural, promocional, mercadotécnica, y toda la vida partidista en toda su complejidad y extensión, el verdadero trabajo político abocado al país y no al candidato de turno, se reduce, suspende o posterga por tiempo indefinido.

b. El permanente requerimiento de organización específica para actividades exclusivamente electorales, consolida la “ley de hierro de la oligarquía” [1] al imponer la exigencia disciplinaria como “modus vivendi partidista”, con la consecuente cristalización de las líneas partidistas y las cadenas de mando ligadas a cogollos nacionales y regionales, con la consecuente paralización de todo proceso de discusión, de circulación vertical, de democracia interna en los partidos políticos.

c. En el caso de la MUD, la obsesión desmesurada por la captación del eventual voto de los chavistas decepcionados, ha terminado por moldear en forma estrictamente mercadotécnica toda propuesta programática y toda comunicación hacia la sociedad, concentrándola excesivamente en un determinado sector (el “pueblo”) hasta el extremo de incluso manifestar hostilidad y burla hacia su mercado político natural en la clase media.

d. Otra arista particularmente antipolítica de este problema, es que el electoralismo favorece sobremanera la especialización tecnocrática relacionada con campañas candidaturales en operación constante, proceso que ha terminado por transformar a los partidos en agencias de publicidad y mercadeo.

III. PENSAMIENTOS FETICHISTAS

1. NO HAY QUE ENTREGARLES “TODO”

A un régimen que acabó con la separación de poderes y que actúa al margen de la ley, o sea que arrasó con la república, que además tiene a PDVSA y controla el narcotráfico, o sea, tiene el monopolio de los ingresos, de los recursos económicos, sobre todo de las divisas, y por si fuera poco también tiene a la fuerza armada, nada más y nada menos que el monopolio de la fuerza, a un poder así, omnímodo y omnipotente, no se le “refuerza” o se le “debilita” por el resultado de una elección a un “cuerpo legislativo” que se tuvo a bien dejarlo relativamente accesible, para poder mostrar ante la palestra internacional alguna apariencia de debate democrático, cual “teatro de los muppets” para monigotes teledirigidos por comandos y cogollos escondidos, de lado y lado.

Porque para un poder de semejante naturaleza, la cuestión de “los espacios” en el sentido democrático de espacios de control, limitación y contrapeso entre poderes públicos, esa cuestión ha perdido todo sentido, y aún en el supuesto de que el régimen perdiese el espacio legislativo, ya vimos como la voluntad popular puede ser desconocida y pisoteada de la forma más descarada y abusiva posible, tal como pasó en el caso de la diputada María Corina Machado, y sin que semejante atropello suscitara una reacción en bloque, como un cuerpo sólo, de esa oposición que tanto se jacta de su “unidad”.

De hecho la supuesta conquista de la Asamblea Nacional (AN) por parte de una oposición perfectamente integrada a la institucionalidad chavista, no implicaría la conquista de un poder público, el cual por disolución autoritaria dejó de existir hace mucho, pero implicaría sí la conquista de una “presencia sensible” en las entrañas del Estado, cuya única significación real es la testimonial de una supuesta “rutina democrática” y por lo tanto favorece directamente al régimen, al constituirse esa asamblea en una vitrina, una pecera ornamental, que puede exhibirse como muestra legítima de pluralidad y tolerancia.

En la MUD es tan fuerte el divorcio de la ciudadanía, y la dependencia y asimilación institucional al Estado chavista, que ni siquiera consideraron oportuna la iniciativa de celebrar elecciones primarias para un porcentaje mayoritario de los circuitos, y así convertirlas en ejercicio de participación ciudadana, de organización colectiva y de verdadera diferenciación ideológica/cultural del régimen.

Es tan fuerte ese divorcio y erosión espiritual de la MUD y su sometimiento a la ilegalidad, al atropello y a la opresión, que nunca consideró el convertir (ni por un segundo) cada preso político, cada perseguido político, en los principales candidatos, en los candidatos naturales para la Asamblea Nacional y ni hablar de proponer eso como lucha principista por la libertad.

2. LAS ELECCIONES SERVIRÁN PARA DEFINIR LA “MAYORÍA”

Estas elecciones incluso carecen de la importancia residual que algunas almas ingenuas le otorgan a la supuesta definición de dónde está la supuesta “mayoría”, propuesta “paraplebiscitaria” con la cual se intenta disimular o cortocircuitar el problema de la confiabilidad del árbitro, esta vez con la peregrina tesis de que el Consejo Nacional Electoral (CNE) puede que no sea válido para distribuir con justa proporcionalidad, los escaños entre los vencedores, pero si lo puede ser para llevar un conteo imparcial de los totales de votación a nivel nacional.

Si semejante tesis fuese cierta, todo el problema de la no parcialidad quedaría entonces circunscrito, a la mera manipulación de los circuitos electorales, cuando es bien sabido que, si bien esa manipulación constituye uno de los aspectos, un aspecto “cualitativo” importante, no es en modo alguno el único factor de alteración de la voluntad popular y que son muchos los factores condicionantes que alteran en lo cuantitativo la totalización, tanto la regional como la nacional.

De todos modos, aquí el problema no es de definición de la mayoría porque al haberse anulado toda posibilidad de conquista electoral del poder, esa mayoría no puede imponerse por vía soberana, de hecho, al haber cesado la república y la democracia, no es la masa en su faceta votante, sino la masa en su faceta desobediente, la que podría hacer algo por su eventual autodeterminación.

En condiciones como estas son más bien minorías, minorías esclarecidas y capaces de nuclear verdaderas vanguardias, las que pueden sacar a los países de sus atolladeros y la demostración está en que no otra cosa es lo que ha pasado históricamente, con la generación del 28 y con las juntas que lucharon contra la opresión en 1945 y 1958, las cuales, agrupando fuerzas no solo políticas, pero todas actuantes desde lo político, lograron organizar la desobediencia pacífica de la sociedad, más allá de las operaciones de resistencia y conspiración, reforzando la legitimidad de sus acciones.

De hecho, la legitimidad comienza a cobrar importancia sólo cuando un régimen pierde la hegemonía y comienza a aflorar la insubordinación, más aún si el Estado se ve obligado a recurrir a la represión. Por eso, es importante coordinar la abstención con una corriente de acción promotora de la desobediencia civil en ámbitos que trasciendan lo electoral, sólo así el efecto deslegitimador podría llegar a ser eficaz y transmisible a los ejecutores directos de la insurrección.

3. EL PLEBISCITO CHILENO

Es el pensamiento fetiche por excelencia, y se trata de la fantasía auto erótica de una teórica transposición del plebiscito chileno contra Pinochet a la situación actual de Venezuela, toda una producción digna de onanistas o de estafadores de pacotilla.

Lo primero que se debe comentar con respecto a esta fabulación política, es que en Chile si se armó una VERDADERA OPOSICIÓN contra Pinochet, no una de partidos comensalistas adictos al reparto rentista y deseosos de un nuevo pacto de consenso.

En Chile se armó un verdadero grupo opositor, con partidos y frentes auténticos, una concertación de partidos y organizaciones civiles independientes del sistema, no dependientes de espacios clientelares concedidos por el poder tal como los que tenemos en el corporativismo prebendario del petroestado rentista venezolano.

Esta no es una pequeña diferencia, es una diferencia sustancial, que imposibilita cualquier comparación, mejor dicho, invalida cualquier intento manipulador de establecer un paralelismo.

Además, y nunca está de más recalcarlo, en Chile no había CNE ni “maquinitas” de votación, ni el extenso universo de trampas, trapacerías y pillerías incalificables que plagan nuestro sistema electoral, su registro y también al registro civil. Afortunadamente los chilenos no pudieron contar con la simpática presencia de Tibisay Lucena, ni tuvieron que someterse a sus “tendencias irreversibles”. (Esto desde luego es algo que los de la MUD se cuidan mucho de hacer notar con la debida contundencia, porque al CNE “ni con el pétalo de una rosa”).

Por último pero igual de importante, se debe hacer notar que las fuerzas armadas chilenas eran institucionales, y obligaron a cumplir con una constitución, la de 1980 (emanada desde el mismo régimen) que establecía la conducción del Estado por parte de Pinochet, como un periodo transitorio cuya continuidad debía ser sometida a consulta ciudadana mediante plebiscito.

(el solo obviar la importancia del papel decisivo de las fuerzas armadas, que son la verdadera base del poder chavista, el verdadero poder mafioso inamovible, da cuenta del grado de manipulación y engaño de los promotores del “plebiscito chileno”)

En realidad sólo habría una forma de que pudiese emularse de alguna forma, la fantasía erótica del plebiscito chileno y la explicaré más adelante, al tratar la nada fácil cuestión de las eventuales excepciones a mi postura abstencionista.

IV. LA ABSTENCIÓN COMO TAL, NO ES NADA

La abstención no debería limitarse a ser un acto de ausencia el día de las elecciones, debe ser un acto de protesta contra la imposición de toda una clase política desconectada y divorciada del país, un acto de ruptura política con líderes y partidos inútiles, sean rojos, rojitos, amarillitos, blanquitos ¡del color que sean! Debería ser la consecuencia de una toma de conciencia sobre la necesaria independencia absoluta, que como ciudadanos deberíamos adoptar en un momento histórico como este.

La abstención debe ser activa y por lo tanto opuesta a la sumisión, el conformismo y la capitulación, es la actitud histórica que nos debería enlazar con un pasado que nos dio independencia en el siglo XIX, democracia en el XX, y que en el siglo XXI deberá darnos toda la capacidad creativa y constructiva para acabar con nuestros principales enemigos históricos: el Estado rentista (y la pobreza que lo sostiene y refuerza en forma recalcitrante) y el militarismo como tutor de ese Estado (y de la sociedad).

LA LECCIÓN NUNCA COMPRENDIDA DE 2005

La abstención desértica que ocurrió precisamente durante unas elecciones parlamentarias, las de 2005, fue el momento de mejor calidad en la conciencia colectiva desobediente, un hito que fue protagonizado tanto por el electorado chavista como el opositor, pues ambos decidieron retirarles la alfombra a todos los políticos. El piso político quedaba al desnudo.

De hecho, al CNE no le quedó más remedio que anunciar finalmente una abstención del 75%, maquillaje de emergencia de un registro histórico que en realidad roza el 90%.

Era el momento para que una verdadera oposición, con una dirección esclarecida, con un liderazgo real, aprovechase la circunstancia para capitalizar todo ese descontento servido en bandeja de plata, y orientarlo hacia la insurrección.

En cambio una oposición carente de visión, carente de toda grandeza, carente de toda base social trabajada, la misma que ante el referendo revocatorio de 2004 en vez de agarrar a la masa desconsolada para energizarla y agitar la crisis, optó por “abstenerse” y abandonarla a su suerte y retirarse con el rabo entre las patas, esa misma oposición en el 2005 se volverá a “abstener” y al poco tiempo se volteará hacia el cálculo político, provechoso en términos rentistas, de “re-electoralizar” la política con vista a las presidenciales de 2006 ¿y por qué actuó de esa forma? PORQUE EL DIÁLOGO HABÍA COMENZADO, el colaboracionismo había empezado, los perdedores, eran perdedores natos, y además de eso TRAIDORES.

(En realidad el “diálogo pro vía constitucional” había comenzado en 2003 después de la temporada insurreccional de 2002, y están los que afirman que incluso comenzó antes, la verdad es que el petroestado rentista venezolano siempre fue un Estado de régimen consensual desde 1936, salvo la interrupción de 1945 a 1958 y la caída de la partitocracia bipartidista consensuada que ocurrió en 1993 y que abrió las puertas al “fenómeno Chávez”. De todos modos, el diálogo post 2005 es un hecho innegable que me consta y que además de cimentar la vía institucional, consolidó la modalidad comensalista-colaboracionista no solo de la oposición sino de todos los “factores de poder”)

Lamentablemente, de la mega-abstención de 2005 no surgió una alternativa decente: la gente barrió de su cabeza a los micropolíticos que se rindieron en 2004 y los lanza al cesto al año siguiente, pero como ese vacío no lo llenó nadie, ellos volvieron por sus fueros, cómplice esa carestía de valores que impide que nada quede impreso en la memoria por mucho tiempo, y es así como comienza una triste historia que se prolonga hasta hoy.

Es la historia de una abstención que al no trascender lo potencial, de la pasividad pasa a la parálisis y de la parálisis a la sumisión. 

La lección imperativa es que la abstención debería indicar la reactivación de una ciudadanía dispuesta a participar, siempre por vía pacífica, en la reconquista de su espacio político que es el  espacio público, única acción coherente con el ruinoso estado por el que atraviesa la nación, cada vez más próximo al estado de necesidad, y la única acción democrática compatible con la indispensable insurrección a otros niveles, proceso de fuerza por el cual deberemos transitar para por fin llegar a ser una nación libre, independiente y democrática, y superar este perverso Estado rentista, que impide nuestro desarrollo moral y material.

La abstención rebelde no cuestiona los procesos electorales, cuestiona su uso por parte de un Estado que ha caído en la ilegalidad y que hace rato cayó en la tiranía. No cuestiona al ciudadano activo deseoso de participar y ejercer un derecho, más bien defiende al ciudadano que con buena fe en la mayoría de los casos, es estafado reiteradamente al votar por líderes sumisos que mansamente se prestan para una puesta en escena abrumadoramente fraudulenta en todos los sentidos y que no responde en modo alguno, a la confianza, íntima y esperanzada, depositada en el mismo acto del voto.

V. LAS EXCEPCIONES A LA POSTURA ABSTENCIONISTA

Como lo dije al principio creo en el voto, pero sólo en democracia, y el día que volvamos a tenerla, desistiré con el mayor gusto de mi actual posición abstencionista.

De todos modos me parece importante aclarar, que esta postura de negarme a votar de “salvar mi voto” no es una postura irrevocable, aunque esté basada en principios irreductiblemente democráticos. Pero no puede ser irrevocable pues los caminos de la política pueden ser tortuosos, más aún cuando se lucha contra un poder carente de toda moral y escrúpulo, de hecho, la posición abstencionista que defiendo en estos momentos contempla sus excepciones, precisamente en circunstancias excepcionales, en donde la dinámica de los acontecimientos hasta podría incorporar lo electoral, pero no para acceder a compartimientos del poder, sino precisamente para desalojar al actual poder de todos los compartimientos que ocupa.

1. PROVOCAR LA CRISIS

Contra un régimen como este, sin ley ni instituciones, eventualmente se acude a elecciones para provocar un impasse y precipitar una crisis, una crisis terminal. Si tuviésemos una clase política distinta no comprometida con el régimen en su dependencia rentista, y una dirección política clara y valerosa ¡hasta podríamos darnos el lujo de acudir a unas elecciones, independientemente de las condiciones que imponga el CNE! ¡es más! si estuviésemos realmente unidos y resteados, sociedad civil y políticos de verdad, con el tipo de lucha que hay que dar contra un régimen como este -materialización insigne del fraude y la trampa- esa ausencia de condiciones ¡hasta obraría a nuestro favor! en todo caso, la estrategia no sería otra que la de denunciar, hasta mas no poder y con la mayor contundencia posible, la ausencia de condiciones electorales mínimamente aceptables, para luego participar de todos modos bajo protesta y denuncia, y ante el fraude flagrante, precipitar una crisis sin retorno (sin que el pulso nos tiemble).

Si es tal como dicen la impopularidad del régimen, nada mejor para disparar una reacción de indignación popular que denunciar unas elecciones robadas, y el no intentar algo así sería una demostración de inhabilidad y cobardía política en grado extremo, tal como ocurrió el 14 de abril de 2013 con Henrique Capriles evitando "una masacre”, lo cual dio como resultado que la única vida que realmente salvó, fue la de Maduro.

Pero justamente así es la “oposición” MUD, es demasiado mediocre, demasiado sumisa y enana para atreverse a un reto de semejante magnitud.

2. LOS PRESOS Y PERSEGUIDOS POLÍTICOS COMO CANDIDATOS:
    LA OCASIÓN DE ORO

Con los presos y perseguidos políticos, especialmente después de los trágicos sucesos del año pasado, se presentó la ocasión de oro de contar con los mejores candidatos posibles para representarnos a todos, en algo que si hubiese podido representar la concreción de una verdadera "unidad superior".

Pero tristemente, por ambiciones, cálculos y mezquindades de los microcogollos y micropolíticos agrupados en la MUD, desechamos la mejor oportunidad en décadas de conciliar en forma inobjetable y virtuosa la lucha por los derechos humanos y por los derechos políticos al mismo tiempo, la lucha por la libertad y el respeto al ser humano, y por la democracia no sólo social sino política, en fin, la lucha por la reivindicación de la protesta y el voto, en un solo movimiento.

¡Qué lástima! y es sencillamente increíble el desperdicio de semejante oportunidad por parte de una clase política crónicamente carente de sabiduría, visión, habilidad, grandeza, estatura… una clase política históricamente derrotada.

De hecho, mi mayor reproche hacía el trío de “La Salida” en 2014, el trío López-Machado-Ledezma, y muy especialmente hacia el partido Voluntad Popular (VP), es que siendo el partido que más ha sufrido por la prisión y la persecución, no haya sido el partido promotor de esta iniciativa.

VP, el partido que tiene preso a su secretario general, perseguidos a importantes dirigentes, derrocados cuatro alcaldes, ha debido ser el portaestandarte de la nominación de los presos y perseguidos políticos como los candidatos de la libertad, el promotor de llevar verdaderos luchadores a la asamblea, y ha debido dar esa batalla política sin ceder un milímetro en el honor, pero no, a ese partido toca verlo con grima y pena, en un plan de consenso cogollérico negociando sus candidatos a la AN con los dinosaurios y politiqueros de la MUD, o peor aún, improvisando maniobras descuidadas como la de la constituyente, o despistándose en acciones exquisitamente pasivas y depresivas, como huelgas de hambre, ayunos, vigilias, rezos… Definitivamente, un partido sin ninguna dirección clara, el partido de los tumbos sin rumbo, tirando flechas a diestra y siniestra.

Desde luego, la nominación de los presos y perseguidos políticos como nuestros candidatos y la lucha consecuente en todos los frentes que ha debido darse, habría contado con mi total apoyo, incluyendo el de ir a elecciones (eso sí, siempre con el objetivo ya descrito en el paso 1, de provocar una crisis terminal).

3. LA SUSPENSIÓN DE LAS ELECCIONES

La suspensión de las elecciones es una hipótesis poco creíble porque puntual se presenta como rumor en cada ocasión, de todos modos es algo que no se debería excluir en cumplimiento de un “deber de previsión” que tendría sentido si tuviésemos una dirigencia distinta dispuesta a luchar. En cualquier caso y otorgándole visos de posibilidad a un hecho improbable, olvídense de una suspensión de elecciones “por miedo” del régimen a medirse, como lo afirma el coro siempre unísono de la corte MUD. En cambio el régimen podría optar, cediendo a presiones internas rato largo represadas, por dar al fin el “gran salto adelante” hacia el Estado comunal, y en "acto revolucionario puro" en honor al “legado de Chávez”, ir hacia la ruptura histórica y acabar con la “geometría del poder burgués” establecida en la cuarta república.

Desde luego, semejante audacia sería para establecer el comunismo y estabilizar un país de sistema dual, un narco-petro Estado rentista, que bajo tutela militar ponga en su sitio ciertas jerarquías dentro del hervidero depredador de mafias, clientelas, poderes fácticos, partidos, banca, boliburguesía, pranes, colectivos, más las exigencias de Cuba, Rusia, China, Irán, las FARC y pare Ud. de contar…

Esto lo podrían hacer, y SIN RENUNCIAR A ELECCIONES como lo enseñan los casos de Cuba y Corea del Norte, y se puede hacer también sin renunciar a partidos de oposición, como ocurre en la "democracia perfecta" nicaragüense.

Porque el desespero de esta compleja y extensa federación de comunistas y sus sinónimos: militares, criminales, lúmpenes, psicópatas, parásitos y oportunistas, no es por miedo a perder su chamba en unas elecciones, sino el de caer en un caos creciente sin una autoridad central que pueda poner orden y concierto en la rebatiña (que era la verdadera “función constituyente” del árbitro Chávez).

Cuidado que semejante patada a la mesa, que tampoco debe excluirse por locura o enceguecimiento terminal (eso ha pasado más de una vez), cambiaría todas las condiciones y por ende, toda la estrategia a seguir, pues ya se trataría de una guerra que debería darse en todos los frentes, incluso el electoral, una guerra que incluya manifestaciones masivas y la desobediencia civil, y en el ámbito clandestino la resistencia y la conspiración clásicas, procedimientos todos que a la actual clase política le provocan alergia y aversión, repugnancia que de hecho demostraron al repudiar y rechazar hasta la ignominia, cualquier acto de protesta que se presentó el año pasado.

Desde luego que a esta guerra le faltaría cumplir con el timing acertado, en otras palabras, hacerla ahora sería hacer lo que justamente el enemigo está esperando y esto vale también para los dispuestos a emprender la vía de la resistencia y la vía conspirativa.

Todavía no es tiempo, y no lo será por un buen trecho, al menos mientras Maduro siga en el poder y un nuevo régimen de consenso gatopardiano necesitado de estabilidad, no haya impuesto su “Pax Rentista”.

4. LA VUELTA HISTÓRICA DEL PLEBISCITO

Si la hipótesis de una suspensión de las elecciones es poco creíble, esta debería sonar increíble, y sin embargo debe ser contemplada: se trata, nada más y nada menos que de la vuelta histórica al plebiscito, pero no al chileno de 1988 sino al perezjimenista de 1957, para ratificar no solo a Maduro, sino a todos los nuevos y flamantes poderes surgidos de la consolidación de un escenario como el expuesto en la hipótesis anterior.

Frente a esto cabría perfectamente ir hacia una gran alianza nacional que también en este caso debería trascender a la MUD (salvo que ocurra el milagro colosal de su renovación, comenzando por su actual dirigencia mil veces desvencijada y mil veces derrotada) movimiento que debería integrar a gran parte de la sociedad civil para primero, ante ese "plebiscito" dar la gran batalla por las condiciones electorales en todo los frentes nacionales e internacionales, sin ceder un ápice, convirtiendo cada requerimiento ante el CNE en punto de honor (entonces y en un caso así, el tiempo y las dilaciones obrarían a nuestro favor), para acudir, sin el menor apuro, al plebiscito bajo reclamo y si lo perdemos, aplicar la expuesto en el punto 1, la crisis terminal.

Esto desde luego requiere de un órgano de sincronización entre la desobediencia en el frente público, acciones de resistencia, y la conspiración dentro del mismo Estado, esto que les digo no es nada nuevo, les estoy contando la historia de lo que justamente culminó en los acontecimientos de 1957.

De todos modos, aun la abstención como acto solitario, aislado de una verdadera lucha, es mil veces mejor que votar en las actuales circunstancias, y como faltan aún muchas elecciones por recorrer, espero que en el futuro salga alguien que comprenda esto, capte la implicación y mejore las propuestas.

[1] la formulada por Robert Michels


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