Del
18 de octubre de 1945 se han dicho muchas cosas, incluso es posible que se haya
dicho todo, ha sido una de las fechas más tratadas por la investigación histórica
y política.
Reivindico
su carácter revolucionario: permitió el ascenso al poder de una nueva clase
social y destrabó las puertas a la irrupción de una nueva sociedad política, de
civiles y militares, gente nueva con preparación y un programa, sobre todo con
una visión de país realmente modernizadora, y lo hicieron desalojando
oligarquías enquistadas en el poder desde el advenimiento de la Revolución
Liberal Restauradora en 1899 ¡cuarenta y seis años atrás!
Cierto
es que el positivismo andino sólo sería definitivamente derrotado en 1958, pero
para ese entonces el cambio generacional ya era definitivo y definitorio, de
hecho, el país mismo había cambiado irreversiblemente, y el corte epocal,
histórico, quirúrgico, que hizo posible ese triunfo, fue el de 1945.
En
1945 el partido Acción Democrática (AD) pasó, como dice la primera palabra de
su nombre, a la acción, pero esto no se trata de un juego de palabras, es la
materialización de una audacia auténticamente revolucionaria, que ya había
contagiado sus mentes desde el 28 y el 36, una audacia de esas que la historia
pareciera implorar de vez en cuando, al caer en crisis de fecundidad. Y de la
acción se pasará también a la democracia, por coherencia desde luego, pero
sobre todo porque la legitimidad será buscada desde el primer momento, sin
rodeos y hasta con prisa.
Para
este servidor, ese fue el principal error, esa prisa, ese apremio, pero no me
detendré en esto hoy.
La
favorable confluencia histórica de una población pacificada, que a pesar de
graves carencias en todos los órdenes, había presenciado cambios y pedía más,
con un grupo humano listo para el relevo político y militar, ya preparado y
ansioso de afrontar el reto de la transición hacia la modernidad, permitió que
la búsqueda de esa legitimidad democrática pudiera emprenderse desde el primer
día. Se trata por cierto, de una situación muy distinta a la de hoy en día.
El
porqué de una revolución con los militares se podría despachar de entrada
explicando que la iniciativa golpista nace de ellos y que AD fue invitada como
coprotagonista civil en un segundo tiempo, pero no es algo tan simple: los
cambios de poder en Venezuela fueron, son, y seguirán siendo obra de basamento
militar, no solo por una lógica de fuerza. Mientras el Estado siga dominando a
la nación, y una sociedad civil crónicamente minusválida y dependiente, se
manifieste incapaz una vez tras otra, de imponer e implantar una verdadera
hegemonía democrática, el militarismo político seguirá siendo el factor de poder supremo.
Cuando
ante una sociedad civil inerme, la sociedad política degenera en clase política
cerrada y esta se apodera del país por medio de la colonización que hace de un Estado
tentacular y omnipotente, la ruptura histórica sólo puede venir de la derrota
de esa clase en una guerra: no debería hacer falta mayor explicación.
Es
por eso que el golpe del 18 de octubre de 1945 fue con militares, y al mismo
tiempo, fue una acción democrática.
La
historia al fin y al cabo, no es otra cosa sino acción.
@FBoccanera
Cierto es que para entonces era necesaria la ruptura en el seno castrense entre una cúpula militar desgastada y unos oficiales con mayor formación académica que - en un inicio - percibieron las ideas y proyectos que la incipiente dirigencia política propugnó por varios años. Una Constituyente y una nueva Constitución, la habilitación de los partidos políticos, la creación de la CTV, la Comisión Contra el Enriquecimiento Ilícito y, entre otros logros, las primeras elecciones universales y secretas, tanto presidenciales como parlamentarias, constituyeron sin dudas el aporte civil fundamental que esos políticos de entonces lograron y que fueron el germen de la era democrática a partir del 58. Claro, en aquel momento la fragilidad de las instituciones y la ambición militarista determinaron un decenio dictatorial de concreto armado y presos políticos, de autopistas y torturas, de ostentación de una clase privilegiada y degradación del ser humano. Hoy, la colonización, la cúpula militar, la nomenklatura del régimen, los grupos irregulares y parte de una oposición colaboracionista, son factores que singularizan una etapa histórica que poco se asemeja a las del 45, 50 o 58.
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