Definitivamente hay que felicitar al pueblo votante por el
logro obtenido este 6 de diciembre de 2015, tristemente nunca se sabrá cuál
hubiese podido ser el verdadero resultado, sin ese fraude aplicado en todas sus
modalidades, antes, durante y después del evento electoral, el cual de todos
modos no impidió que la oposición obtuviese la mayoría calificada para las
curules a la Asamblea Nacional (AN).
Si, al pueblo se le debe felicitar pero no a la oposición, a
la oposición solo se le podrá felicitar si eventualmente llegara a cumplir con
su promesa estelar de campaña: el cambio.
Los votantes no sufragaron a favor de la oposición, esto hay
que tenerlo claro: los votantes lo que expresaron con su asistencia a las
urnas, fue un profundo e irreversible repudio hacia el régimen de Maduro y
sobre todo, un fervoroso deseo de cambio urgente. El mandato de la voluntad
popular no es otro que el de lograr un cambio en la conducción del Estado, que
esta oposición supuestamente deberá acelerar o incluso precipitar en la medida
de lo posible ¡es eso y nada más!
Pero eso no será lo que hará la oposición de la “Mesa de la
Unidad Democrática” (MUD) en la AN, pues los flamantes diputados de la “unidad”
seguirán una ruta del todo particular, que poco o nada coincide con los deseos
y urgencias del país: elecciones regionales el próximo año, las municipales en
el 2017 y las presidenciales en el 2019, esa es la ruta “rápida” de la cual,
nada ni nadie, mucho menos el pueblo, los sacará.
En cuanto al revocatorio, dificulto que la MUD se encuentre realmente
interesada en promoverlo por varias razones, la primera es que esta gentuza no
tiene prisa, vive en un mundo paralelo donde se pueden dar el lujo de calcular
a 1, 3, 5 años, sin que el sufrimiento de la gente les importe salvo para
usarlo en operaciones de agitación. La otra razón, y no me cansaré de repetirla,
es que no están para cambiar nada sino para tratar de lograr ciertos acuerdos,
un reacomodo que desde la muerte de Chávez es asunto pendiente: la negociación
de un nuevo pacto de consenso entre poderes.
No les interesa hacer uso inmediato o urgente del poder
soberano que han obtenido con los votos, porque no están mínimamente
interesados en ir a ningún conflicto verdadero, a un conflicto terminal con un
vencedor neto. Para ellos los votos de ayer implican poder pero para negociar, sin
duda se las ingeniarán para incrementar la presión, sobre todo usándonos, pero
no quieren guerra, quieren llegar a una nueva “Pax Rentista” donde “todo deberá
cambiar para que todo siga igual”.
Conciudadanos, nunca le encontraremos la salida al callejón
en el cual nos metimos como nación, si esa salida no representa una verdadera
transición del país para superar definitivamente al Estado rentista y su
ecosistema político y económico, y así poder trabajar en las transformaciones
necesarias que restituyan orden, ley, república, libertad, democracia, y nos
conviertan en un país verdaderamente decente y productivo, capaz de
autodeterminarse.
Recuerden siempre que la clase política agrupada en el gran
polo patriótico y la mesa de la unidad nunca llegará al poder para servir al
país sino para servirse de él. Para ellos, emprender el camino descrito en el
párrafo anterior implicaría su suicidio en masa.
No, nunca felicitaré de entrada a esta falsa oposición que
no representa a nadie, y a ese pueblo esperanzado tras la gesta de ayer, solo
resta decirle que aún queda por hacer la tarea más importante, la de hacer
cumplir una promesa ahora transformada en mandato:
Un verdadero cambio para Venezuela.
Feliz Navidad.
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