Una propuesta que se quedó en nada…
Un artículo que se quedó en nada, publicado en noviembre de
2012, a propósito del tan mentado poder comunal. Lo escribí cuando aún sentía
que podía pertenecer a AD.
SÍ HAY UN CAMINO: LAS COMUNAS
21 de noviembre de 2012
Federico Boccanera
Después de las elecciones (las presidenciales de 2012, N.
del A.) y la incertidumbre que de lado y lado ha quedado sembrada para una
germinación a plazo más que incierto, en medio de un clima imperante de
historia agotada, de ensayo general previo a una defunción no solo individual
sino generalizada, en este nervioso ambiente, ha surgido de forma tan cínica
como insólita, el tema de las comunas.
Digámoslo de una vez: esta propuesta del poder comunal es la
primera oportunidad clara que se presenta en años, de poder impugnar al poder
regente desde la misma base popular, pero corre el riesgo de resecarse entre
las dos involuciones que promueven la desertificación de la política venezolana
de comienzos de siglo, representadas por un régimen particularmente infértil,
especialmente en lo revolucionario, y una oposición que lo complementa
perfectamente en la esterilidad del debate.
Desde luego que la oferta comunal que lanza el régimen
chavista no es la oferta virtuosa de un estado dispuesto a deslastrarse de
prerrogativas y delegar poderes, y sobre todo, a renunciar a la oportunidad de
aprovecharlos para ejercer su perenne extorsión sobre la sociedad, no es así,
de hecho, la oferta chavista de las comunas se hace para crear nuevos receptores
clientelares, y extender la dependencia existencial de todos los estratos del
poder, al dictado implacable de un régimen de incontrolable propensión
totalitaria y por lo tanto, indetenible en su afán de someter y dominar en
forma cada vez más incontrastada.
Es por lo tanto la oferta del poder comunal chavista la
estafa final, el engaño final, la carnada definitiva que se le tiende a un
pueblo que, en su buena fe, podría hasta ilusionarse con que al fin podrá
“bypasear” a esos intermediarios vagabundos que se la pasan engañando al
comandante y escondiéndole la verdad, o a esos políticos malandrines que lo que
quieren es quedarse con el presupuesto y embolsillarse la plata que mandan de
Caracas.
Lástima porque esto de las comunas, presentándolas como un verdadero
proyecto de profundización de la descentralización, podría representar una de
las mejores ofertas posibles de salvación y rescate del país nacional,
especialmente si se llegara a la audacia de proponer un poder más
horizontalizado y cercano a la gente, con lo cual y de paso, tendríamos la
oportunidad histórica de descoser enteras redes de tráfico clientelar, que son
el desarrollo tumoral de una relación estado-país sépticamente determinada por
el vicio rentista.
Sobretodo podría representar una ocasión para la oposición
si una gran parte de ella no estuviese tan supeditada en relación de vida o
muerte, a sus feudos regionales de supervivencia residual. Pues a la limitación
que podría hacerse del poder estadal o regional, podrían oponerse ciertos establecimientos
que visualizan su ámbito administrativo como un coto vital de
apropiación/incautación del reparto rentista y emporio de mantenimiento de sus
propias clientelas locales.
Los partidos democráticos venezolanos no pueden cometer el
error trágico de sustraerse de discutir un poder que se podría proponer como el
más popular y cercano al pueblo, sin quedar seriamente comprometidos en su
posibilidad de ofrecerse como alternativa de poder… y olvídense del termino
oposición, porque aquí de lo que se trataría es de superar definitivamente esa
condición, con la cual se puede incluso sobrevivir indefinidamente, para
lanzarse de lleno, y sin red de seguridad, al reto de desafiar al poder máximo,
al poder centralizado y concentrado en la prepotente Caracas, con una oferta
superior, con un liderazgo fusionado con el pueblo exigiendo mas poder para la
gente, desde cada rincón del país.
Si hay un discurso con el cual la política pudiera volver a
aterrizar exitosamente en lo social, y colocarse en la perspectiva ventajosa de
retar al poder central omnímodo desde la mejor posición posible/imaginable que
es al lado de la gente, es precisamente con una verdadera propuesta de avanzada
sobre el poder comunal, el verdadero, el que saldría de un debate nacional sin
precedentes, y no el paquete trampajaula impuesto por la neoburguesía chavista
caraqueña y habanera.
Especialmente si logramos demostrar que el discurso del
régimen chavista en el fondo es una estafa monumental que, desvirtuando una
propuesta que parece pero no es, no transfiere verdadero poder popular sino más
bien extiende y tentaculiza el control del poder central.
Para cualquier agrupación política que se plantea como una
organización para proponer un proyecto de país posible y proponer también los
líderes dispuestos a hacerlo realidad, todo desafío de participación popular
debería ser atendido con entusiasmo en lugar de andar creando resquemores,
porque discursos como el de la inconstitucionalidad y el de la amenaza
comunista, representan cuestiones que sin duda alguna deberán tratarse y hasta
denunciarse, pero ponerlas en el centro de la discusión, o peor aún, en el
centro de las consignas, podría constituir la mayor torpeza posible, además de
atascarnos justo en el brete donde el chavismo nos esperaría “pa caernos a palo
cochinero” y regocijarse con nuestros chillidos estertóreos…
Además, se podría visualizar esta propuesta del poder
comunal, como una ocasión inigualable para plantearse la gestación de una
verdadera política del siglo 21, desarrollando por ejemplo, una campaña que se
enfoque en el impulso a redes sociales reales de iniciativa ciudadana,
precisamente como la expresión de un poder lo mas cercano posible a la gente y
sus intereses.
Dicho en otras palabras, la palabra clave para explicar la
política del siglo 21 será la palabra “REDES” y el poder comunal podría
representar su desarrollo mas consustancial y hasta natural.
El discurso de la comuna, bien planteado y bien llevado con
propuestas reales de gestión comunitaria y contraloría social, podría
constituirse en el más eficaz de los recursos en contra de cualquier tentación
autoritaria y totalitaria, es mas, podría convertirse en el mensaje
antitotalitario por excelencia y en el más virtuosamente democrático.
La propuesta del poder comunal podría ser la ocasión y el
ámbito perfecto, para proponer un nuevo modelo de sociedad democrática,
socialmente sostenible, un proyecto dirigido por “inteligencias colectivas
hacia la autoorganización y la autodeterminación”, y no esta estafa que propone
el chavismo, fraudulentamente empaquetada por “inteliguentsias” agavilladas en
nomenclaturas donde el compromiso principista o ideológico, sólo es un sastre
que ronda por las cortes, confeccionando disfraces.
Entonces por fin estaríamos hablando también de transición,
y no solo de transición en el modo más profundo posible, al movernos en la
dirección correcta para proveer estabilidad y gobernabilidad, ante una crisis
futura que se vislumbra sistémica, con peligrosas decadencias pandémicas en la
representatividad y la legitimidad, porque además estaríamos abordando el tema
de la transición en el modo como el conjunto estado-sociedad-comunidades se
podría comenzar a restructurar en modalidades de relación, interdependencia y
cooperación, que rehúyen la concentración totalitaria, la sumisión cómplice de
poderes que solo aspiran a hegemonías inapelables, y los inevitables callejones
sin salida a los cuales nos podría llevar, el agotamiento de un modelo de
estado populista/rentista tan cristalizado y esclerosado como el actual.
Dentro de este contexto de asumir y no rehuirle al reto del
poder comunal, y mas bien arrebatárselo a sus ominosos proponentes originales
(incluso en el caso de llegar a tratarse de otro caso más de “amenaza
interrupta”, de esas tantas que se han quedado en la nada, como la fibrilación
axial apureño-orinoquesa, el cooperativismo o el trueque…). Aun así, lo que
queda de dirigencia política nacional capaz de pensarse más allá de lo
electoral, y partidos de verdadero espesor social como Acción Democrática, no
deberían perder el menor tiempo en plantearse seriamente el “rapto de la
iniciativa”.
Para un partido como Acción Democrática la discusión sobre
las comunas sería como un retorno estelar a los planteamientos de vanguardia, a
los “desafíos epocales”, y en ese campo sería de las pocas organizaciones
políticas de verdadero alcance nacional, que además podría sonar auténtica en
una propuesta de empoderamiento de las comunidades, a diferencia de otros
partidos que, además de carecer de la indispensable “capilaridad geográfica”,
si se metieran en eso podrían verse demasiado como “vestidos para la ocasión”.
Por lo tanto para AD podría ser la gran ocasión para
recolocarse en el epicentro de la lucha política con naturalidad y
credibilidad, y si lo hace recuperando cierto sentido del trabajo político en
donde antaño fue campeona, esta vuelta al centro del ruedo podría coincidir con
otra gran oportunidad: la de volver a disputar la tenencia del mensaje de
inclusión social y su semántica asociada (un campo que siempre fue especialidad
de AD, hasta un pasado ni tan remoto).
Es la gran oportunidad para volver a hacer política, en vez
de limitarse, como algunos proyectos personalistas hacen por deficiencias
insuperables de concepción y liderazgo, al mero rol opositor.
Es la gran oportunidad para recuperar el sentido de aquello
que mientan la “vocación de poder” distinta a la “vocación de medrar” que
pareciera distinguir a cierta supuesta dirigencia.
¡Adelante!
NOTA ACTUAL: si fuésemos realmente políticos arrebataríamos
iniciativas, tomaríamos la pelota al rebote, el capital político está allí ¿o
no es así? pero nos paraliza una vez más, la ausencia de visión y la ausencia
de audacia... la política reducida al cálculo y este reducido a la maniobra,
sin altura, sin aire, sin vuelo…
Sin tamaño.
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