Venezuela 2018, elección presidencial, candidaturas,
campañas y promesas, las cuales, nunca han parado desde hace años, escoja usted
la fecha de su comienzo como festividad colectiva recurrente: ¿2006 o 2010?, no
puede ser antes porque la candidatura de Francisco Arias Cárdenas en 2000 no
fue una candidatura, fue la excreta de un desierto tan estéril como el Valle de
la Muerte, la supuración final del cadáver partidista que se “autosuicidó” en
1993 (como diría el mismísimo Carlos Andrés Pérez).
En 2018 veremos candidatos hasta en la sopa, faltaría más
siendo un año electoral, donde solo aumentará el grado de desfachatez amoral
que se exhibirá, estimulado aún más por una carrera que se declaró corta, con
meta en abril. En realidad la carrera, carrera sin obstáculos y con pista
ligera, realmente comenzó con la elección constituyente, y como falta el
“Caballo II” (Chávez, el primero era Fidel) que era un “stayer” consagrado, a
la carrera le adelantan la llegada para que sea la “esprintada” final del
cuarto de milla nacido y criado en el haras Cúcuta, y entrenado en la cuadra
habanera.
Se irá rematando así el ciclo histórico de elecciones
universales y directas, para pasar en algún momento a elecciones indirectas y
colegiadas, que serán totalmente controladas por el Estado (comunal).
“Geometría del poder” prevista hace décadas por el “Proyecto Nacional Simón
Bolívar” y otros planes trascendentes, que nunca han sido secretos, más bien
han sido editados y distribuidos profusamente, suerte de “Mein Kampf” en varios
volúmenes, que nadie leyó, o tomó en serio, hasta que ya era tarde.
Ergo, todas las elecciones serán transicionales y todos los
electos provisionales, hasta que la “constituyente originaria” decida sobre la
materia, y el principal engaño, más allá del perverso que promueve el
automatismo votante, consiste en no explicar esto. ¿Pero qué se puede esperar
de esta supuesta “unidad”, celosamente ansiosa de consensuar una transición
nicaragüense, con peronización garantizada de la clase política, Estado
rentista (privado y transnacional) para siempre, y al “legado”, o sea a las
fuerzas armadas, “ni con el pétalo de una rosa”?
Sin autodeterminación posible en el horizonte todo quedará
dentro del sistema. Todo dentro del sistema, nada fuera del sistema. Si ganase
el “candidato unitario” de la falsa oposición, lo primero que el mundo
escucharía serían campanadas, si, en la Plaza de San Pedro.
Crucificado Maduro, el resucitado será otro.
No nos han vendido otro evangelio sino este, no sé si se han
dado cuenta.
Recuerden que Nicolás Maduro representa la última voluntad
del “comandante eterno”, es el cosechador designado de la siembra de Chávez,
los frutos los proporcionará la constituyente. Su permanencia en el poder
dependerá de que instancias supremas le permitan o no continuar la tarea, tarea
que hasta ahora ha ejecutado sin que le temblara el pulso, ni por un
microsegundo.
Y sin importarle la soledad, mejor dicho, el aislamiento, y
a propósito del aislamiento de Maduro, este es un ruego que fácilmente nos
podrían conceder, precisamente por el notable empeño de concentrarlo y limitar
toda acción a su sola figura y su equipo de “mal gobierno”, una trampa
magistral, comenzando por el señuelo.
En cuanto al aislamiento internacional, habrá que ver hasta dónde
puede llegar con el permiso de la internacional progresista, su oficina central
en el Vaticano, y el de países hermanos como China, Rusia e Irán, y un vasto
conglomerado de mafias globalizadas. Dicho aislamiento podría representar la
verdadera “bendición papal” ¿no será qué precisamente lo que se busca, es este
supuesto “Maduro contra el mundo”?
Bienvenidas las sanciones recientes de la Unión Europea,
especialmente por incorporar la “novedad” de Diosdado Cabello, queda insistir
en su ampliación a las clases que gravitan en torno al poder, por ejemplo, la
clase política “opositora”. Esa si sería una verdadera señal de buena voluntad
para liberarnos del mal, es más, anoten esto de una vez: esa sería una “luz
verde”.
Mientras tanto, cuidado y el “aislamiento” termine por
llevarnos definitivamente a quedar rodeados por el mismo mar de felicidad, que
a cierta isla le ha resultado tan bien, sobre todo en celebración y
reconocimiento internacional.
Por los momentos, ningún país se atreverá a intervenir una
nación que se apresta a celebrar elecciones presidenciales, más adelante,
cuando las elecciones sean las de una entrañable república democrática popular,
ya veremos. La experiencia de intervenir en países petroleros como Irak y Libia
no invita precisamente a la repetición, Venezuela ni está en una “zona
caliente”, ni tampoco ha sido abandonada a su destino por la multipolaridad en
contienda, y la ausencia de una oposición seria, capaz de vender geopolíticamente
la operación necesaria -algo que requiere mucha frialdad y paciencia- es con
mucho, la carencia, el “inconveniente” que más oscurece el panorama.
Donald Trump parece estar claro, pero más claro aún está con
respecto al hecho de que su permanencia en el poder, dependerá de seguir
enfrascado en una campaña electoral permanente, en trifulca constante contra
ciertos estamentos a los que quiere acorralados, y que esto dependerá
principalmente de su eficacia interna para reactivar la economía y crear
empleos. No sé si es aislacionista como algunos afirman, lo que sé es que
quiere quedarse y para eso depende de la aprobación que le proporcione esta
nueva versión de la “mayoría silenciosa”, que ha sabido seducir y reclutar.
Recuerden que hay que estudiar y conocer al enemigo, y saber
también que eso no basta, hay que hacer lo mismo con quienes se supone que
deberían ser nuestros amigos.
Constituyente, consenso, corporaciones, comunas, diálogos,
transiciones, bendiciones, y más que nada, elecciones, nos ahogarán con
elecciones precisamente en respuesta al “aislamiento”, por allí pasarán las
escaramuzas, en el campamento minero.
Afuera, nuestra única esperanza, se resume a que ocurra algo
mayor.
La guerra de los mundos.
@FBoccanera
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