miércoles, 30 de enero de 2019

¡Cuidado con una repetición del bloqueo!



Algunas veces este servidor no sabe qué pensar.

Me pasa a menudo porque pareciera que no hay manera que se entienda, el tipo de enemigo contra el cual estamos luchando.

Con lo que eufemísticamente se llama la “oposición a Maduro”, hace tiempo tiré la toalla al finalmente entender no solo en qué consiste, sino su “consistencia”.

En cambio con la primera oposición a Nicolás Maduro en el exterior, o sea con la oposición representada por los EE.UU., y más específicamente por Donald Trump, opté por esperar un poco dada la naturaleza del personaje.

Algunas veces pareciera que la política exterior de Trump se encuentra secuestrada por ese sector que en los EE.UU. se conoce como los “Neocon”, los “policías del mundo en nombre de la democracia”, lo cual ha llevado a desastres como el de Irak. En todo caso no es objetivo de este artículo ilustrar sobre la historia de esta importante tendencia política, los invito a investigar.

Pero Trump no me parece un “neocon” más bien todo lo contrario, lo veo poco dado al intervencionismo, simpatizante (aunque no militante) del aislacionismo, y en todo caso inclinado a actuar internacionalmente no tanto por el deseo de exportar “valores americanos” sino "negocios americanos".

Sin embargo en el caso de Venezuela, Trump parece un rehén de este grupo: Bolton, Pompeo, Rubio y especialmente Elliott Abrams, personaje con un historial más que discutible cuyo reciente nombramiento parece una confirmación de esta tendencia (Abrams incluso fue opositor de Trump durante su campaña, precisamente porque el candidato no parecía un “neocon”).

A Donald Trump le agradecí muchas cosas en su momento, durante su campaña presidencial denunció con alentadora frecuencia la situación en Venezuela -hasta algunos llegaron a hablar de obsesión- y a poco de llegar a la Casa Blanca sancionó con gran acierto al personaje más siniestro y peligroso del régimen, Tareck el Aissami, algo que saludé con cierto entusiasmo en un artículo que se llamaba “Tareck el Trumpeado”, escrito a dos manos con nuestra colaboradora Aura Palermo. [1]

Todo parecía desenvolverse con cierta coherencia, hasta que comenzó la epopeya manchuriana de Juan Guaidó sobre la cual ya expresé mi parecer, en mi artículo anterior. [2]

Antes que nada me preocupa la posibilidad de una intervención armada, tal como se está planteando, la considero una jugada en extremo peligrosa, una operación semejante no puede ser de coalición forzada, no puede ser precipitada, y sobre todo debe esperar por Colombia y Brasil, países que se van a encontrar pasando por trámites nada fáciles, esto también lo expliqué un poco en mi artículo anterior y prometo extenderme más en el futuro.

Pero lo que más me preocupa en estos momentos es el asunto de las sanciones comerciales, desde luego, los EE.UU. no son los únicos que las están aplicando, hay otros países, comenzando por los de la Unión Europea que las aplican también, y todos las ahondarán porque Maduro seguramente no responderá a las exigencias.

Aun así, me preocupa especialmente el rigor sancionatorio de los EE.UU. por una razón: podrían terminar por incurrir en un error histórico, el “error epocal” que espera el enemigo.

Hablo de la conversión de este conjunto extremo de sanciones, en el “bloqueo”.

El bloqueo lograría la igualación de la épica castrista con la chavista, y al régimen de Nicolás Maduro le estarían sirviendo en bandeja una medida en la cual los cubanos son maestros consumados, de paso, el bloqueo sería la justificación perfecta que necesita Maduro, para pedir ayuda humanitaria a los “países amigos”.

Recuerden que un eventual bloqueo de los EE.UU. es algo nada difícil de prever, por lo tanto, un enemigo especializado en este tipo de crisis como lo es el castrismo, ya lo debe tener ampliamente “encajado” en sus planes.

Al luchar contra una tiranía, el peor error que podemos cometer es ser predecibles.

Fidel Castro era un maestro de las crisis, y Maduro es un producto perfectamente acabado del castrismo, un ejecutor a sangre fría muy bien preparado que conoce la arena internacional, y no ha perdido ocasión para permanecer en contacto con todos sus aliados, algo que ha cuidado mucho, y sus incontables viajes dan cuenta de esto.

Maduro "el burro", el “maburro” siempre subestimado, cuando no objeto de burla.

¿Quiénes podrían responder al pedido de ayuda? Como voy a quedarme en el vecindario voy a dar dos ejemplos: México y Uruguay, estos países podrían estar de primeros, ya tienen intereses establecidos con Venezuela en exportación de alimentos, son de paso países con bastante “simpatía” en el continente ¡y que casualidad! ya se han ofrecido como mediadores.

¿Alguien se atrevería a bloquear esta ayuda humanitaria entre países “hermanos”?

¿Algún país latinoamericano podría ponerse en el plan de impedir el desembarco de esta ayuda pedida por un país bajo bloqueo de los gringos? Recuerden que en latinoamérica el sentimiento antiestadounidense es fuerte, es persistente, es mayoritario, y con Trump se ha exaltado.

¿Y si los "gringos" se entrometiesen impidiendo la ayuda, con un bloqueo naval?

El escándalo mundial.

Desde luego los EE.UU. podrían extorsionar, podrían presionar a Uruguay por ejemplo, ¿pero podrían hacerlo con México?

¿López Obrador se echaría para atrás? o sea ¿se alinearía con Trump, con el del muro? Aquí el cálculo de AMLO podría ser por partida doble: el primer cálculo pasa por la necesaria reelección de Trump para consolidar la “dialéctica mural” que necesita para su épica, y para adivinar el otro cálculo, averigüen un poco sobre la popularidad de Trump en México.

Cuidado y Trump nos construye el otro bloqueo histórico y el otro muro histórico…

El meollo de las sanciones

El meollo de las sanciones comerciales es algo relativamente simple y me sorprende que muchos "analistas" no lo expongan debidamente en sus rodeos explicativos: las sanciones para ser realmente eficaces deben aplicarse a un país aislado internacionalmente, o en creciente proceso de aislamiento, este es el caso por ejemplo, de lo que está pasando con Irán, nación que desesperadamente busca evitar esta situación, y no pareciera estar lográndolo, con las únicas excepciones importantes de Rusia y China, las cuales a su vez deberán meditar hasta qué punto se seguirán comprometiendo, especialmente cuando las naciones europeas inevitablemente cedan a la presión de los EE.UU.


Este no es el caso de Venezuela de ningún modo, por más que se intente resaltar el notable apoyo multinacional conseguido por Juan Guaidó y la Asamblea Nacional. Ningún “país hermano” del Estado chavista ha abandonado a Nicolás Maduro, y dudo mucho que lo haga, a lo sumo se pedirá una “salida dialogada” con gran cinismo, y esto es lo que está planteado, sobre todo porque la identificación Trump-Guaidó como “binomio”, seguramente no le caerá bien a nadie en Latinoamérica y en Europa, pueden apostarlo.

Por último, y como corolario obvio de lo anterior, de no lograrse este aislamiento de forma efectiva, se corre el riesgo de radicalización, y de terminar de arrojar al país infractor a los brazos de enemigos más poderosos, con la muy posible agravante de provocar un despertar de “conciencias humanitarias” o “solidarias”, en muchos otros países que no simpatizan con EE.UU. y menos aún con Donald Trump.

 [1] “Tareck el Trumpeado”, artículo de 2017 https://federicoboccanera.blogspot.com/2017/02/tareck-el-trumpeado.html

[2] “23 de enero, la historia se repite como farsa”, el artículo anterior a este http://federicoboccanera.blogspot.com/2019/01/23-de-enero-la-historia-se-repite-como.html

miércoles, 23 de enero de 2019

23 de enero, la historia se repite como farsa (La Farsa, episodio 1)


En 1868, veinte años después del asalto al congreso, vuelve José Tadeo Monagas, el Chávez del siglo XIX sobre todo por su sumisión al resentimiento y al odio. La anomia que esto crearía, según Jorge Olavarría [1], la resolverá temporalmente Antonio Guzmán Blanco, pero su sistema modernizador comenzará de nuevo a decaer a partir de 1892 para provocar otra anomia, que solo se resolverá en 1898 con la creación e irrupción de un nuevo ejército, el ejército restaurador tachirense.

Y el camino a la libertad de 1898 a 1958 requirió 60 años y un "incidente" importante a mitad de camino, 1928, constituido ni siquiera por una minoría: eran cuatro gatos.

Si ha ocurrido algún "cisne negro" en nuestra historia es “la generación del 28”, eso es lo que debería volver a ocurrir antes que nada.

¿Qué pasará?

¿Que podría pasar hoy 23 de enero de 2019? me lo han preguntado demasiado y en la medida de lo posible, he evadido la respuesta.

No soy vidente, me ha costado mucho sacarme el "ansia predictiva" para poder trabajar con alguna pretensión de seriedad, intentando aprender a distinguir entre capas de información, desinformación y ruido, en un mundo donde hay lavado de cerebros y lavado de la realidad.

Tengo un conocimiento y una percepción, si cuadran lo señalo, si no cuadran me aparto y me pongo a estudiar. El solo trabajo de ponderar lo que percibo es ya bastante, transformar una percepción en evidencia es un proceso de alto riesgo.

Aun así me arriesgaré, si me equivoco será porque lo merezco ¿no creen?

La hoja de ruta

Aquí lo primero que debería señalarse es que el papel que jugará la Asamblea Nacional y su presidente manchuriano Juan Guaidó, ya fue debidamente explicado y difundido en algo que llaman “la hoja de ruta”, a la cual denomino “la hoja de ruta nicaragüense”.

Invito a mis lectores a investigar la historia del poder en la Nicaragua liberada y reconstruida por la revolución de 1979, la ruta de Daniel Ortega a Daniel Ortega en 22 años, con sandinismo originario y derecha “Liberal Constitucionalista” como rellenos suculentos.

El método nicaragüense es perfecto: robó, repartió, y permitió la alternabilidad, incluso con su “enemiga” la derecha. Incluye revolución, transición, elecciones, dictadura, pluralidad, revueltas, represión, urnas para votar y para muertos, un paquete completo, insuperable.

El episodio resistente

La resistencia, de llegar a sentirse traicionada una vez más “por los políticos”, podría desatarse en furia insensata de autoasedio autodestructivo, con planes esperpénticos de tranca y guarimba mil veces descritos al enemigo, con mandos infiltrados hasta los tuétanos, con reservas logísticas mínimas para su autonomía, con todas las líneas de abastecimiento vital y de comunicación en manos del enemigo, es “la resistencia suicida” que ya describí en 2017. [2]

Resistencia cuyas acciones no obtendrán apoyo de la “legítima Asamblea Nacional reconocida internacionalmente”, ergo, tampoco la apoyará Mr. Pence (ni ningún otro).

Si no lo creen, es que entonces no han escuchado las advertencias de Juan Guaidó contra los “violentos”, a los cuales de paso, agrega las calificaciones de “frustrados” y “arrebatados”.

(a partir del minuto 7:37 en el video cortesía de VPI TV)




Aquí no ha pasado nada

Y pudiese no pasar nada, hoy mismo o al cabo de unos días de caos, muertes heroicas de radicales (también radicales chavistas, cuidado con esto) y desgaste autoinfligido, quizás este sea el plan maestro, un plan de demolición de las ilusiones que ya se está alimentando con frases criminalmente irresponsables como “Venezuela un río crecido”, “esta vez es distinto y tú lo sabes”, “ahora o nunca”, “dios con nosotros”, frases equivalentes a las que sirvieron de marco épico a las matanzas de 2014 y 2017, y que siguen siendo proferidas, por no otra cosa que ambiciones candidaturales de apetito inextinguible.

Por último, meternos en una agenda aérea de gobiernos paralelos, sea en el interior o en el exterior, solo sirve a élites atemporales re-empacadas con “nuevo diseño”, que desean enchufarse o re-enchufarse, y esto está tan claro que por respeto a la inteligencia no lo explicaré.

Lo que si explicaré del modo más sucinto posible, es el escenario “transición comenzando hoy mismo”, pero lo haré más adelante.

La repetición del mal es lo siniestro

Dentro del drama lo verdaderamente trágico, hasta el grado de sino maldito, es que siempre nos montamos sobre agendas que no son nuestras ni nos convienen y con goce las reforzamos, y lo peor de lo peor, algunos incautos intentarán meterse como cuña entre la agenda del chavismo de Estado y del chavismo de oposición, en otras palabras, nos meterán, con o sin cálculo, en la posición perfecta para ser aplastados.

Y aquí el papel de los medios será decisivo para llevarnos de la mano a la trampa, basta ver cómo abordaron la insubordinación en el comando de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) de Cotiza, evento que se describe una vez más sin explicar lo importante, lo crucial, por ejemplo, que las Fuerzas de Acciones Especiales (FAES) y la GNB son fuerzas armadas con asignaciones teatrales que obedecen a un guion político que puede variar a conveniencia del Estado, el FAES (los malos esta vez) son los que intervienen en Cotiza, limpiándole la cara a la GNB (los buenos esta vez), de forma que los periodistas del sistema puedan alimentar la leyenda de un supuesto apoyo soterrado de los mandos superiores hacia los sublevados, una operación de “pulitura” previa a la eventual salida de los militares a la calle para restablecer el orden, “el hilo”, la ruta a la fiesta democrática, y por lo tanto la ruta de vuelta “al legado”. ¡Fuera Maduro y que viva el ejército libertador!

Mientras tanto, el control social en desarrollo en manos del “pranato” y otras emanaciones “colectivas” del hampa organizada y del crimen organizado, constituye la ruta de “guerra zamorana” hacia el Estado policial, el Estado de terror, esa función no la ejercerán las fuerzas armadas, ellas deben preservarse de esas bajezas.

La fuerza armada oficial en cambio se encargará de controlar el orden público, p.ej. cuando algún sacudón promovido por las otras fuerzas armadas se active a conveniencia para justificar avances, cambios o “rupturas” en el Estado chavista, recuerden, las fuerzas armadas siempre deben aparecer como las salvadoras.

HELP!

Ante todo esto ¿qué país con dos dedos de frente se va a meter en esta trama post-bananera de narconación de mafias, maras, terroristas y clase política 99% socialista?

A los Estados Unidos le basta reconocer a Guaidó y a la “AN legítima”, y su impecable e inobjetable hoja de ruta, efectivamente, ya lo han hecho y con eso ya los han atornillado (no por nada el régimen permitió el triunfo de esta asamblea “opositora”).

No se van a meter en un país donde régimen y oposición apoyan a la fuerza armada, la reconocen como poder (el poder), le garantizan impunidad por ley y la invocan a cada rato.

No se van a meter en un país donde los políticos, todos chavistas de conveniencia en diferentes grados, no ven la hora de pactar una transición y una ruta electoral. (Recuerden, el futuro Estado comunal con población totalmente dependiente del Estado, es el sueño húmedo de todo político rentista-populista).

Además ¿qué es lo que al fin y al cabo pide EE.UU.? pues ¡Fuera Maduro!, no pide más…

Los EE.UU. en sus "proxy-wars" contra el comunismo especialmente durante la “guerra fría” siempre usaron militares y lumpenburguesías, y debe decirse que salvo en Cuba y en Vietnam, el juego les salió bien.

El problema es que Castro, Ortega y el Foro de Sao Paulo tomaron nota, varias notas, especialmente después de Allende, y aprendieron a trancar ese juego. Es la tranca que vivimos.

Donald Trump no se desviará de su alergia al intervencionismo, de su America First, de salirse de los teatros para poder actuar con menos presión, más libertad y más practicidad desde afuera, tal como piensa hacerlo con Siria, y alimentar por los momentos sus “proxy wars” del siglo XXI con ventas de armamento si es posible. En todo caso no hará nada diferente mientras no sea reelecto, mientras no pueda ser un “Trump 2.0”.

No se va a meter Colombia que deberá escoger entre narcopaz y guerra, además nunca podría movilizarse sin asegurar antes su retaguardia, dicho de otro modo, no se moverá mientras Colombia y Venezuela sean un único territorio, sin frontera desde hace décadas, para toda suerte de fuerzas irregulares y terroristas.

No se va a meter Brasil, a Bolsonaro lo esperan sus “12 fatigas” en un país que es subcontinente, incluso más variado que el continente que lo rodea. Quien le pide a Bolsonaro ocuparse de lo externo, incluso como prioridad, no ha entendido lo que la palabra "extensión" significa en Brasil.

Aquí no se va a meter nadie, sin Estados Unidos dando antes la luz verde y mostrando voluntad de acción concreta en esa dirección. Entonces, ¿podría hacerse algo mediante “encargo hemisférico” a Brasil, como lo han insinuado algunos "analistas"? El pequeño problema que le veo a las "encargadurías", es que solo se otorgan después de concretados y establecidos ciertos negocios, y a un volumen satisfactorio (más aún con Trump). Los encargos, son una sociedad.

La transición YA

Ya lo he explicado en artículos anteriores pero toca machacarlo.

Nicolás Maduro fue asignado para cumplir con una misión: ejecutar a sangre fría la etapa "impopular" de la planificación del Estado chavista, rumbo al Estado comunal, Estado que tendrá dos sistemas o circuitos económicos (comunismo versátil).

Como consecuencia Maduro deberá concentrar y cargar con el costo político, esto es crucial para poder escenificar "la vuelta del legado de Chávez", la superación del horror, la instauración del chavismo pacifico-democrático-constitucional con las fuerzas armadas intactas, y posiblemente en el rol estelar de libertadoras, en otras palabras, estoy describiendo la “re-seducción” de la cual Aura Palermo siempre nos habla.

Maduro no está para meterse en peleas de bandos o facciones, no está para crear su propio grupo o tendencia, no está para ser popular, ni para ser amado, y lo más importante, no puede decidir nada sobre su permanencia o su final. Él sabe que deberá cargar su destino a cuestas sin chistar, el fardo del revolucionario.

Una vez que cumpla su misión, será despachado, si alguna certeza puede existir es esta.

La creación del “madurismo”, algo que no existe, de “Maduro el traidor”, y al final del “Fuera Maduro”, son obras maestras de La Habana.

¿Quién lo decidirá? ¿lo decidirá Cuba, la Fuerza Armada, el “Foro”, los socios internacionales del Estado? Eso no se podrá saber hasta que ocurra, aquí lo que interesa es quién ejecutará su salida simulando autodeterminación civil, y activará la transición.

¿Eso podría comenzar hoy?

Difícil saberlo, aunque depende de algo obvio que desde hace dos años se ha expresado en posicionamientos “públicos y notorios” del propio chavismo, pero aún no sabemos cuál puede ser el grado de urgencia a nivel del Estado, solo podemos sospecharlo.

Hay chavistas impacientes, “chavistas críticos”, de oposición y de revancha, y hay chavistas de Estado, chavistas con sangre fría que saben que Maduro antes debe cumplir la ruta impopular, en otras palabras, debe cumplir con una planificación, la del Proyecto Nacional Simón Bolívar que de todos modos tiene una fecha límite: 2021.

Entre los chavistas impacientes están sobre todo civiles, están todos los del “chavismo originario”, del “chavismo crítico” y del “chavismo democrático”, está la fiscal Luisa Ortega, está Rafael Ramírez, está José Vicente Rangel (que no quiere morir sin ver el final) y hasta Elías Jaua no anda tranquilo, y a este grupo de hienas deben sumarse todos los chacales del chavismo de oposición MUD-FA (Mesa de la Unidad Democrática y Frente Amplio), cuya definición final solo espera por el anuncio de megaelecciones convocadas por la Asamblea Nacional Constituyente, por la Asamblea Nacional, o por ambas (quien lo haga no importa, los militares al apoyar a quien sea marcarán el rumbo), elecciones donde en forma variopinta, todos se alinearán a la promesa de "la vuelta del legado" para captar a la masa, así culminará la peronización de la micropolítica venezolana, la verdadera UNIDAD.

Entre los chavistas de Estado (del Estado Venecubano) que insisten en no precipitar los tiempos, deben estar chavistas castrenses y chavistas castristas, pero sobre todo los realmente subordinados a La Habana, encabezados por el verdadero segundo de a bordo, prevenido al bate para cualquier eventualidad: Tareck el Aissami.

No hay dualidad de poderes, no hay guerra de posiciones, podría ocurrir una simulación de crisis orgánica, pero no hay poder alterno, ni situación pre-revolucionaria, porque toda la fuerza está de un solo lado, en la Fuerza Armada. Es la diferencia con 2002, un cambio que se desarrolló a partir de las lecciones que aprende Hugo Chávez del 11 de abril: generales en encerrona privada, en casa (como debe ser) contando con muchísimo cuidado los cañones conforme la discusión avanza, y los civiles mientras tanto, en su "bochinche", en su incapacidad permanente de servir de algo.

Resumiendo

¿Un golpe militar contra un régimen militar? La Fuerza Armada podría sufrir fisuras, por parte de versiones militares del chavista impaciente, especialmente si hay caos, pero no “se van a caer a tiros entre ellos” a lo sumo pedirán una hoja de ruta más “rápida”.

La Fuerza Armada es el verdadero poder, inamovible e indisputable (soberano) y sus órdenes políticas en el ámbito civil deberían ejecutarse por medio del “suprapoder originario”, el regalito imperecedero de los constitucionalistas venezolanos civiles: la Asamblea Nacional Constituyente.

“Este es un problema que lo van a resolver los políticos. No es por la vía militar que se va a resolver […] los políticos venezolanos deben reconocerse, respetarse, dialogar y negociar para llegar a un acuerdo de convivencia”.

Vladimir Padrino López, 28 de mayo de 2017

Mientras tanto, por un lado tenemos a "la política" encerrada en su esfera cloacal.

Por el otro, "lo político", el conflicto en la sociedad, abandonado a su suerte.

Algo es seguro: el orden interno está atado, bien atado.

Y el orden público quedó listo para ser instrumentado por quienes tienen la fuerza, ya saben cómo promover “sacudones” o "caracazos" útiles a la causa. Hoy podría salir la Fuerza Armada contra los “violentos, frustrados, arrebatados” (Guaidó). Hoy podría salir la fuerza armada del hamponato (esos sí podrían caerse a tiros entre ellos) y por lo tanto, además de caer “radicales” podrían caer chavistas. Hoy podría haber caos, tanto inducido como espontáneo.

Ante esto se supone que la “madurez política” podría repetir “el grito de Chúo” [3]:

“o dialogamos o nos matamos”

La historia del 23 de enero, repetida como farsa.

En el transcurso del año desarrollaré muchos de los temas planteados en este artículo. Solo queda recordar algo muy importante:

La guerra que nos hicieron ya la perdimos.

Toca hacer una nueva, no repetir la que ellos ganaron.

"Pesimismo de la inteligencia, optimismo de la voluntad" Romain Rolland.

Nota: ¿Vieron que no me detuve en la eventualidad de Juan Guaidó como “presidente legítimo”? Lo hice porque quise concentrarme en lo importante, no en la escenificación teatral.

[1]: Al respecto consultar mi artículo de 2015 “Las Visitas del Delirio”

[2]: Al respecto consultar mi artículo de 2017 “La Resistencia Suicida” 

[3] "Chúo" es Jesús Alberto Torrealba, exsecretario general de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD).