Ya no puedo más,
que me lleven a Barranquilla, que me devuelvan de Barranquilla,
ese jamaqueo a cada rato,
y ese verme siempre en blanco y negro…
Yo que de lo blanco y negro, me sacudí siempre.
No volveré porque me invoquen,
¡Bien lejos, que no soy ánima!
Volveré cuando de tumbar retratos,
de nuevo sientan ganas…
No, no será nunca, en esos “Aniversarios”,
Ni en ninguna fiesta de sobaítas, de a dos por lomo,
que parecen palmaítas, pero no son…
son sobaítas… de mal jefe, mal dueño, y mal compañero.
Tampoco será en dieciochos de octubre, ni otras fechas “patrias”,
¡suéltenme de la historia! ¡que ya no soy ese!
Porque nunca en vida, y menos en la muerte,
fui el mismo siempre…
Solo el himno quiero que lo dejen,
ese que algunos dicen saber cantar,
con letra de memoria, emoción de salón,
y lágrimas de pose, si les sacan fotos…
Desde la primera estrofa, y con permiso,
la voz de la revolución, pediré para mentarlos…
Empezando con esos que en revolución,
sus bocas llenan, pero no de revolución.
Ni marinero, ni selva, ni llano, ni corazón…
¿qué carajo puede quedar? ¡si perdimos la acción!
Y a los hombres y mujeres ¡El pueblo del que fuimos partido!
Y ahora resulta que también, se nos fue la Democracia…
¡Hasta aquí llegamos Compañeros!
Porque la tierra ya no es trabajo, ni pan siquiera da.
Porque el último en andar sin señor, sin baldón, sin tiranos,
entre Guatire y Nueva York, lo vieron irse.
Ocurrió en la distancia y en silencio. Sin voltear.
Así fue la despedida.
La despedida del último venezolano en atreverse,
a no distraerse…
Quisiera seguir adelante, por encima de las tumbas...
pero los cadáveres insepultos me cobran peaje,
aún así, no me renunciarán.
¡El partido de todos lo haremos todos!
El we will come back ¡comenzará en casa!
@FBoccanera
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