La protesta se vuelve violenta sí y sólo si el estado niega el conflicto (niega la dialéctica indispensable de la democracia) y a su vez obtura todas las vías para canalizarlo (niega las instituciones republicanas) y la violencia desemboca en rebelión, si ya convertido ese estado en la negación de democracia y república, ergo ya convertido en régimen dictatorial, colapsa en lo único que le queda para defenderse: la persecución y la represión.
Esto no tiene vuelta atrás, porque el régimen auto elevó irreversiblemente el costo político de mantenerse en lo que a su vez -y contradictoriamente- niega ser, en otras palabras, sólo podrá mandar a callar para fingirse democrático, sólo podrá perseguir para mostrarse institucional, solo podrá violar para calificarse como constitucional, y sólo podrá masacrar para conservar su legitimidad.
Por lo tanto sólo podrá desnaturalizarse si persiste en su determinación, desestabilizarse si avanza, volverse ingobernable si insiste, hasta mutar finalmente, de estado necesario a la invocación agónica del estado de necesidad.
El designio ya asomó, y lo trágico consiste en que nadie parece poder interceptar y detener todo esto.
"Ser la expresión consciente del movimiento inconsciente..." sigue siendo la misión histórica de las verdaderas vanguardias.
@FBoccanera
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