Ayer, el presidente Donald Trump firmó una orden ejecutiva que “bloquea todas las propiedades e intereses del Gobierno de Venezuela que están dentro de la jurisdicción de los Estados Unidos […] autoriza al Secretario de Hacienda, en consulta con el Secretario de Estado, a imponer sanciones a las personas que brindan apoyo a Nicolás Maduro y su régimen ilegítimo. Además, esta acción restringirá la entrada a los Estados Unidos de personas sancionadas. Esta Orden Ejecutiva está dirigida directamente a quienes menoscaban a la Asamblea Nacional de Venezuela elegida democráticamente o al Presidente Interino Juan Guaidó”. [1]
La amplitud de la orden ejecutiva, unida a declaraciones
“explícitas” del presidente Trump a la prensa donde reafirma la intención de
extender sus efectos, permiten afirmar con pocas dudas, que nos encontramos
ante un “bloqueo” en términos no muy disímiles del aplicado por los EE.UU. a
Cuba desde 1960.
Objetivo de este artículo no será exponer semejanzas,
diferencias o paralelismos, el hecho es que el bloqueo ha comenzado, en
términos concretos, y podría extenderse. Ahora en cuanto a sus efectos
políticos, nadie puede dudar que la retórica asociada a esta acción ascenderá
hasta dominar “el discurso y el relato”, aunque no necesariamente el curso de
los acontecimientos, en otras palabras, la verdadera “hoja de ruta” trazada
desde el comienzo de esta farsa, el 23 de enero pasado. [2]
En el artículo citado al principio, hacía la
advertencia de que el bloqueo lograría la igualación de la épica castrista con
la chavista, y que al régimen chavista le estarían sirviendo en bandeja dos
platillos suculentos: una medida en la cual los cubanos son maestros
consumados, y la justificación perfecta para pedir ayuda humanitaria a los
“países hermanos y amigos”.
El “chavismo universal”, castrista, castrense, “democrático”
e intercontinental, se debe estar frotando las manos.
¿El bloqueo afectará a las negociaciones? ¿a las elecciones?
Afectará sin duda al sector de oposición instalado en Washington, a la
oposición “bonista”, a sectores de la “boliburguesía” fácilmente desechables, y
si no creen que son desechables, pregúntenle a Rafael Ramírez, el otrora
“omnipotente” jefe de PDVSA.
Esta acción aísla definitivamente a los EE.UU. del contexto dialogante
internacional, de hecho, ya se había “constituido en parte” al liderar el
reconocimiento “mundial” a Guaidó y sostener toda la operación, de hecho la
“liberación de Venezuela” se ha terminado de convertir en una confrontación
directa “USA vs Venezuela”, ahora bien, ¿Europa acompañará a los EE.UU. en esta
escalada?
El bloqueo “purifica” y favorece al chavismo
"universal", y esto ocurre con cero efecto sorpresa. Se trata de algo
que no era nada difícil de prever, por lo tanto, un enemigo especializado en
este tipo de crisis como lo es el castrismo, ya lo tenía ampliamente “encajado”
en sus planes, en su “hoja de ruta”.
El bloqueo no afectará a las elecciones, ni a la campaña
electoral permanente, mucho menos a "líderes" que son candidatos
eternos, salvo los que se encuentren del “lado equivocado de la dignidad
latinoamericana”. La micropolítica electoralista de esta supuesta oposición
está determinada por correlaciones de fuerza históricas, no alterables por
“medidas” dictadas por Washington. En este contexto, un candidato presidencial
de permanente discurso “anti-injerencista” como Henri Falcón, podría salir
favorecido ¿Cuántos más se montarán en ese carro?
Lamentablemente el bloqueo de llegar a darse en toda su
magnitud podría aumentar las penurias en la población, y ambas partes de esta
confrontación así lo desean. Es la parte siniestra de todo esto. Esta
“dialéctica” debe tener una base “catastrófica”.
Por cierto, con lo del bloqueo estoy pensando en
contrabandistas y traficantes colombianos, el concepto de “porosidad” de la
frontera se quedaría corto.
Las FARC celebrarían, el ELN también, a Iván Duque lo
meterían en un lío de órdago ¿se imaginan los niveles de descontrol
catastrófico en los cuales podría caer Colombia, en su papel de “garante
terrestre” del bloqueo? Bloquear un país con fronteras terrestres extensas, no
es lo mismo que hacerlo con una isla.
"O dialogamos o nos matamos. Esa es la alternativa y
hay que decirlo con todas sus letras”, esto afirmaba el secretario
ejecutivo de la Mesa de la Unidad Democrática, Jesús “Chúo” Torrealba, en 2016.
El mismo personaje reapareció milagrosamente en estos días,
al frente de un movimiento que se llama “Tamos Unidos”, el cual declara
que “El régimen de Maduro es claramente inviable hasta para los
chavistas, y es urgente un cambio que le permita a Venezuela progresar. Pero,
el precio de ese cambio no puede ser destruir lo que queda de Venezuela”.
"O dialogamos o nos matamos", Chúo Parte I.
"O dialogamos o nos morimos (de hambre)",
Chúo Parte II (Tamos Unidos).
¿No les llama la atención este "timing"?
Al luchar contra una tiranía, el peor error que podemos
cometer es ser predecibles.
[2] Invito a repasarla desde el episodio 1: “ 23 de enero,
la historia se repite como farsa”: http://federicoboccanera.blogspot.com/2019/01/23-de-enero-la-historia-se-repite-como.html
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