Buenas tardes amigos y seguidores, hoy les voy a hablar de mi filósofo de cabecera, alguien muy importante para mí, no solo por la investigación que llevo a cabo, porque desde que lo conocí, se ha convertido en mi guía espiritual, y deseo que ustedes comprendan esto y comprendan su importancia en la lucha que debemos sostener contra las agendas del mal en el mundo, hoy les voy a hablar de Joseph Ratzinger, Papa Benedicto XVI, una vida con la piel en el juego.
El 19 de Abril 2005, el anuncio de “Habemus Papam” que le informó al mundo que el Cardenal Joseph
Ratzinger era el nuevo Papa, despertó el máximo estado de alerta en muchos círculos de
poder, y puso a más de uno a echar carreras para iniciar una guerra: porque el
peligroso anticomunista políticamente incorrecto, ahora ocupaba el trono de San
Pedro.
Pero quién es este hombre que despierta tanto temor en
los círculos más siniestros del poder globalista-comunista, en este video les hablare un
poco de él, y digo un poco porque su vida y obra es tan extensa y profunda,
que es imposible reducirla en pocos minutos, mi intención en todo caso, será la
de despertar la curiosidad en torno a la obra de Joseph Ratzinger e invitar a
descubrirla.
Nadie conoce mejor el horror de los gobiernos
del mal, el dolor del abandono desleal de algunos individuos y el drama de la
Iglesia de nuestro tiempo, mejor que Joseph Ratzinger.
Hijo de José y María Ratzinger,
nació en una familia profundamente católica, Joseph
Ratzinger es un hombre sencillo, orgulloso y apasionado, por su pertenencia al
pueblo católico bávaro, su vida desde el principio estuvo inmersa en el misterio
pascual, ya que nació el sábado santo de 1927, y fue el primer bautizado con el
agua nueva de la Pascua de Resurrección.
En el año 1933, el presidente de Alemania von
Hindenburg dimite, y nombra a Adolf Hitler, líder del Partido Nacional
Socialista de los Trabajadores Alemanes, mejor conocido como el partido nazi,
como canciller del Reich.
Al respecto, y tal y como reseña el propio
Ratzinger en su libro “Mi vida”:
“Mi padre veía con
incorruptible claridad que la victoria de Hitler no sería una victoria de
Alemania, sino del Anticristo, y que era el comienzo de los tiempos
apocalípticos para todos los creyentes. Y no sólo para ellos”.
En medio de este entorno, la Familia Ratzinger
comenzó a experimentar el horror de un gobierno del mal, pues la infancia del
pequeño Joseph, con tan solo 6 años, estuvo marcada bajo la sombra del «Tercer Reich».
En toda escuela alemana se implantaron milicias juveniles como las “Juventudes hitlerianas” y la “Liga de muchachas alemanas”. Fue liquidada la escuela confesional para que el vínculo entre
Iglesia y escuela fuese aniquilado, porque el fundamento espiritual no debía
ser la fe cristiana, sino la ideología del Führer, y los sacerdotes que tenían una conducta hostil al Reich fueron
espiados y estaban bajo control.
Al niño y al joven Ratzinger, no le quedó otra cosa que someterse a
todo esto, como le pasó a todos los niños y jóvenes alemanes, y durante su período
como seminarista fue obligado, como todos sin excepción, primero a sumarse a
las juventudes hitlerianas, y luego
obligado a ir la guerra y hasta estuvo preso al caer Alemania.
Ahora bien, durante su viaje Apostólico a
Polonia en el 2006, el Papa Benedicto XVI visitó el campo de concentración de
Auschwitz y desde allí se dirigió al mundo como representante del sufrimiento de
todos los pueblos (incluyendo el alemán), desde allí, también le recordó al mundo que en
el genocidio Nazi, fueron llevados a campos de exterminio no solo judíos, sino personas
de todos los cultos por el simple hecho de ser considerados por los nazis como “la basura de la nación”.
Les voy a leer un segmento de sus palabras de ese día, más vigentes que nunca
ante la avanzada global que tiene como objetivo la aniquilación del
judeocristianismo, para imponer la dictadura del relativismo:
“En el fondo, con la aniquilación de este pueblo, esos criminales violentos querían matar a aquel Dios que llamó a Abraham, que hablando desde el Sinaí estableció los criterios para orientar a la humanidad, criterios que son válidos para siempre. Si este pueblo, simplemente con su existencia, constituye un testimonio de ese Dios que ha hablado al hombre y cuida de él, entonces ese Dios finalmente debía morir, para que el dominio perteneciera sólo al hombre, a ellos mismos, que se consideraban “los fuertes” que habían sabido apoderarse del mundo.
En
realidad, con la destrucción de Israel, con la Shoah, querían en último término
arrancar también la raíz en la que se basa la fe cristiana, sustituyéndola
definitivamente con la fe hecha por sí misma, la fe en el dominio del hombre,
del fuerte”
Dos años más tarde, durante su viaje
Apostólico a los Estados Unidos, en un encuentro con jóvenes y seminaristas de Nueva York, expuso:
“Mis
años de juventud fueron arruinados por un régimen funesto que pensaba tener todas
las respuestas; su influjo creció –filtrándose en las escuelas y los organismos
civiles, así como en la política e incluso en la religión– antes de que pudiera
percibirse claramente que era un monstruo.
Declaró
proscrito a Dios, y así se hizo ciego a todo lo bueno y verdadero. Muchos de
los padres y abuelos de ustedes les habrán contado el horror de la destrucción
que siguió después. Algunos de ellos, de hecho, vinieron a América precisamente
para escapar de este terror.
Demos
gracias a Dios, porque hoy muchos de vuestra generación pueden gozar de las
libertades que surgieron gracias a la expansión de la democracia y del respeto
de los derechos humanos. Demos gracias a Dios por todos los que lucharon para
asegurar que puedan crecer en un ambiente que cultiva lo bello, bueno y
verdadero […] Sin embargo, el poder destructivo permanece. Decir lo contrario
sería engañarnos a nosotros mismos”.
Ahora demos un salto nuevamente al pasado:
tras la segunda guerra mundial, Alemania no solo quedó destruida en todos los
sentidos, sino también dividida, unos se encontraron reconstruyendo sus vidas en
libertad, otros por el contrario, los que habitaban Alemania del Este, solo se
habían librado del horror Nazi, para ser sometidos a un nuevo horror: el del
totalitarismo de Stalin y la ideología comunista.
Tal y como el propio Ratzinger nos cuenta en
su libro “mi vida”:
“Comencé mis clases en
Tubinga ya al comienzo del semestre estival del año 1966 […] los «signos de los
tiempos», que en Münster había percibido cada vez más claramente, asumían ya
tintes dramáticos…
Casi fulminantemente cambió
el «paradigma» cultural a partir del cual pensaban los estudiantes y una parte
de los docentes. Hasta entonces, el modo de pensar se regía por la teología de
Bultmann y por la filosofía de Heidegger; en breve tiempo, casi en el espacio
de una noche, el esquema existencialista se derrumbó y fue sustituido por el
marxista…
El existencialismo se
desintegraba completamente y la revolución marxista se encendía en toda la
universidad, la sacudía hasta sus cimientos. Años antes se habría podido
esperar que las facultades de teología serían un baluarte contra la tentación
marxista. Ahora, sin embargo, sucedía justamente lo contrario: se convertían en
el verdadero centro ideológico.
Como he recordado ya, en mi
curso de cristología había intentado reaccionar a la reducción existencialista
y aquí y allá —sobre todo en el curso sobre Dios que había impartido
inmediatamente después— había intentado ponerle contrapesos extraídos del
pensamiento marxista que, precisamente por sus orígenes judeo-mesiánicos,
conserva elementos cristianos.
Pero la destrucción de la
teología que tenía lugar, a través de su politización en dirección al
mesianismo marxista, era incomparablemente más radical, justamente porque se
basaba en la esperanza bíblica, pero la destrozaba porque conservaba el fervor
religioso eliminando, sin embargo, a Dios y sustituyéndolo por la acción
política del hombre. Quedaba la esperanza, pero el puesto de Dios es
reemplazado por el partido, y por tanto, por el totalitarismo de un culto ateo
que está dispuesto a sacrificar toda humanidad a su falso dios”
Y ahora volviendo del pasado, quisiera
relatarles la historia de la estrecha amistad y alianza de Joseph Ratzinger con
el Papa Juan Pablo II desde que este era Cardenal, tal como aparece plasmado en
el libro «Junto a Juan Pablo II – Los amigos y los colaboradores cuentan»:
“El primer encuentro
consciente que tuve con el cardenal Wojtyla fue en el cónclave en el que fue
elegido Juan Pablo I. Durante el Concilio (Vaticano II), habíamos colaborado
ambos en “la Constitución sobre la Iglesia en el mundo contemporáneo”, sin
embargo, fue en secciones diferentes, por lo que no nos habíamos visto”.
“Wojtyla, había leído mi
Introducción al cristianismo, que había citado también en los ejercicios
espirituales predicados por él a Pablo VI y la Curia, en la Cuaresma de 1976.
Por eso era como si interiormente ambos esperásemos encontrarnos”. “Sentí desde
el inicio una gran veneración y una simpatía cordial por el (arzobispo)
metropolitano de Cracovia.
En el pre-cónclave de 1978
el cardenal Wojtyla analizó para nosotros, de forma asombrosa, la naturaleza
del marxismo. Pero sobre todo percibí en seguida con fuerza la fascinación
humana que de él emanaba y de cómo rezaba, advertí cuan profundamente estaba
unido a Dios”.
Y ahora quisiera contarles otro episodio muy importante:
en el año 2005, el periódico alemán
"Bild am Sonntag” solicitó tener acceso a los
archivos del Ministerio de Seguridad de Estado de la antigua Alemania Oriental,
o sea, lo que fue conocido como La Stasi, el periódico supuestamente quería
investigar sobre "La influencia de la Stasi en las iglesias”.
Fue entonces que los funcionarios que se
encargaban del archivo de la Stasi encontraron varios documentos, y la
directora del archivo le escribió al Vaticano y le presentó todo el material a Joseph Ratzinger, que ya era el Papa, de conformidad con la Ley de Documentos de la Stasi. Ratzinger entonces dio
su consentimiento por escrito, y se entregaron copias de los documentos al
periódico.
Lo primero que aflora, es
que Ratzinger había sido espiado la Stasi desde 1974:
“la Stasi parece haber
recopilado información sobre Ratzinger y la situación política de su iglesia de
una manera muy sistemática…", dijo un portavoz del equipo de
investigación.
El periódico
“Bild am
Sonntag” cuando publicó los extractos de los archivos
de la Stasi, admitió que se había centrado en buscar documentos de la juventud
del Profesor Ratzinger, que lo comprometiesen con el nazismo,
pero todos sus esfuerzos fueron en vano, no encontraron ninguno, de hecho,
descubrieron que Ratzinger era considerado por la Stasi como "uno de los
más fuertes opositores del comunismo".
Según "Bild am
Sonntag” que la Stasi estuviese muy bien informada sobre Ratzinger, se confirma
por el hecho de que un espía, bajo el nombre clave "IMV Georg", en
1979 predijo correctamente el nombramiento de Ratzinger para presidir la
“Congregación para la Doctrina de la Fe” dos años después. Los agentes también
reconocieron el papel destacado del cardenal alemán en el Vaticano:
"Después del Papa y el Secretario de Estado Casaroli, Ratzinger es
actualmente el político y el ideólogo más influyente en el Vaticano",
según figura en una ficha de la Stasi de la década de 1980.
El funcionario de la Stasi
especuló que Ratzinger, como secretario de la “Congregación para la Doctrina de
la Fe”, podría tomar partido más que el propio Papa, y asumió que era su tarea
ejercer una influencia creciente en la orientación anticomunista de la Iglesia
Católica, especialmente en América Latina.
Y ahora les voy con otro dato importante, en diciembre de 1981
Joseph Ratzinger, encabezó una marcha de "Solidaridad y oración por
Polonia", una procesión silenciosa en la Plaza del Odeón de Múnich, en
su natal Baviera.
La marcha fue organizada por el movimiento “Solidaridad de los Polacos Libres” y por la “Misión
Católica Polaca”. Allí, frente a la catedral de Múnich, se dispuso una gran cruz de
flores con la inscripción "Solidaridad", lo de “solidaridad” aludía al
movimiento político y sindical que en aquel momento organizaba la lucha contra
el comunismo en Polonia.
Amigos, es muy notable, que a lo largo de toda
la obra y carrera de Ratzinger se alerta al mundo sobre los peligros de un
problema muy serio: La teología marxista de la liberación, y voy a seguir con
los ejemplos, por ejemplo cuando estuvo al frente de la “Congregación
para la Doctrina de la Fe”, se promulgaron dos Instrucciones sobre este punto:
En 1984, la instrucción “Libertatis Nuntius” y en
1986 la instrucción “Libertatis
Conscientia”
sobre "Libertad Cristiana y Liberación”. En estas instrucciones,
encontraran la crítica mejor fundamentada que haya encontrado, desde todo punto
de vista: no solo teológico, doctrinal, sino espiritual y filosófico contra la
teoría de la liberación, escuchen este pasaje introductorio de una de estas
instrucciones:
Sobre las «desviaciones y
riesgos de desviación, ruinosos para la fe y la vida cristiana, que implican
ciertas formas de teología de la liberación que recurren, de modo
insuficientemente crítico, a conceptos tomados de diversas corrientes del
pensamiento marxista»
Seguimos con otro
ejemplo: en
1996, en México durante el Encuentro con las Comisiones doctrinales de América Latina en su
discurso alertó sobre la crisis
provocada por la teología de la liberación y su transformación en una nueva concepción
marxista del mundo:
“Y es que cuando la
política quiere ser redención, promete demasiado. Cuando pretende hacer la obra
de Dios, pasa a ser, no divina, sino demoníaca”
Amigos, muchos de nosotros no habíamos nacido
o éramos
unos niños cuando ya el joven Profesor Ratzinger conocía las dos caras de los
gobiernos del mal, el Nazismo y el Comunismo, dos tentáculos de una misma
bestia que azota a la humanidad: el Totalitarismo. Como él mismo expresa:
“He visto sin velos el
rostro cruel de esta devoción atea, el terror psicológico, el desenfreno con
que se llegaba a renunciar a cualquier reflexión moral, considerada como un
residuo burgués, allí donde la cuestión era el fin ideológico. Todo eso es de
por sí suficientemente alarmante, pero llega a ser un reto inevitable para los
teólogos, cuando se lleva adelante la ideología en nombre de la fe y se usa la
Iglesia como su instrumento.
El modo blasfemo con que se
ridiculizaba la cruz como sadomasoquismo, la hipocresía con que se continuaban
declarando creyentes —cuando se consideraba útil— para no poner en riesgo los
instrumentos para sus propios fines, todo eso no se podía ni se debía minimizar
o reducir a una especie de polémica académica. He vivido todo esto en mi propia
carne, dado que en el momento de mayor enfrentamiento era decano de mi
facultad, miembro del Senado Académico y miembro de la Comisión encargada de
elaborar un nuevo Estatuto para la universidad.
Y no es al azar que el Papa Benedicto XVI exponga su
preocupación alertándonos sobre cosas
que hoy se escuchan con demasiada frecuencia en
muchas partes del mundo, y se hace
una crítica del cristianismo
“…como destructor de los
valores culturales autóctonos e imposición de los valores europeos y
occidentales, Ratzinger se sorprende de la analogía de estos tipos de
argumentación, con los que se empleaban durante el comunismo y de lo
tristemente familiares que le resultan ciertas expresiones retóricas…”
y esto lo afirma con máxima autoridad, porque
Joseph Ratzinger es un claro ejemplo de lo que Nassim Taleb denomina: “Skin in the Game”, o
sea, toda una vida con la piel en el juego.
Para concluir, en el texto descriptivo que
acompaña a este video en YouTube, encontrarán una serie de lecturas que
recomiendo como complemento para comprender y conocer a Joseph Ratzinger.
Bueno, amigos y seguidores de este canal, es
todo por hoy, muchas gracias por el apoyo que me están brindando ¡por sus
comentarios que tanto me animan! nos veremos muy pronto ¡Hasta luego!
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