Hace cinco meses escribí un artículo que se llamaba “El
negocio de la conspiración en Venezuela”, donde se describe la degeneración de
la conspiración a negocio, incluso mostrándola como una tendencia histórica en
la política venezolana y las fuerzas armadas.
Lo que jamás me hubiese imaginado es que derivase en
operación de eliminación del objetivo máximo tan rápidamente, y saltándose de
una todos los hitos de menor rentabilidad.
Por si acaso, estoy hablando del rocambolesco “atentado
aéreo” contra Nicolás Maduro.
Resulta obvio que ha surgido una urgencia motivada por
muchos intereses, y que esa guerra de todos los frentes en todos los frentes
(PSUV vs Somos Venezuela, Luisa Ortega, PDVSA, Rafael Ramírez, Los Rodríguez vs
Diosdado Cabello, los bolichicos, los bancos, los “sobrinos”, Freddy Bernal,
apagones inoportunos, apagones de venganza, etc.) pareciera que necesita apurar
un conflicto final de resolución y salida, de esta etapa signada por “Maduro el
malo”.
El supuesto comunicado oficial de autoría y reivindicación
del atentado por parte de los “soldados de franela”, el que leyó Patricia Poleo
para mayor precisión, es un comunicado de militares para militares, que acaban
de ejecutar una acción frente a la guardia nacional y todo el alto mando
militar en tribuna de honor, si algunos creen que hay algo de civil en esto, se
los diré inmediatamente: los “civiles en acción”, sobre todo los jóvenes, solo
están para ser usados, expuestos, encarcelados y sacrificados dentro de esta
trama.
A esta Fuerza Armada hay que infiltrarla, y es un trabajo de
años que deberá ser paciente, discreto, precavido, porque su objetivo debe ser
la conspiración para preparar un golpe de estado, un golpe de extirpación y
terapia radical, contra todo el Estado chavista y todo el Estado rentista. Una
operación mucho más compleja que solo sacar del poder a Maduro.
Una operación que al momento de su aplicación decisiva
requerirá de coordinación civil-militar, coordinación internacional, un plan
para la ejecución y otro muy completo para las horas posteriores, los días
posteriores, y también para los años posteriores, porque del golpe deberá
pasarse a una situación de pleno orden público e interno, lo cual se llevará su
tiempo, y de allí embocar una transición no solo de gobierno y de régimen, sino
de Estado, todo en medio de una emergencia humanitaria que atender y con
“fuerzas armadas leales” [1] que, de no defenderse al momento y más bien replegarse
“a la carrera” tal como lo hicieron los soldaditos de la Avenida Bolívar al
desatarse el pandemonio, pues eso representaría un serio contratiempo, créanme
que eso sería lo peor, pues podría representar la inauguración de un ciclo de
violencia, de terrorismo y de conflicto civil, que nos podría llevar décadas
erradicar, tal como pasó en Colombia y otros países.
Esto no es poca cosa, esto, si se quiere hacer en serio y no
como pantomima o negocio, es algo que -faltaría más- requiere derrocar a quien
detente el poder, un paso indispensable pero no el único, a no ser que lo que
se busque es hacer ese solo “trabajo sucio” y entregar el poder debidamente
descabezado, directamente a quienes ya lo tienen, o sea al mismo chavismo
militar. En otras palabras estamos hablando de un “autogolpe”.
Para muestra un botón: el comunicado leído por Patricia
Poleo es chavismo militar puro, chavismo de virtud originaria y constitucional,
y si se me pide una definición más clara es “Chavismo del Samán”, ese comunicado
lo hubiese podido redactar perfectamente el “general samánico” (también
“shamánico”): Raúl Isaías Baduel.
Recordemos que Maduro fue ungido por Chávez, Maduro no fue
escogido ni electo, fue impuesto, y fue aceptado en acto de fe y compromiso
revolucionario, en cuanto ejecutor temporal de una transición que debe generar
caos, descontento y aplicar medidas atroces y de alto costo, para lograr sus
objetivos de crisis/ruptura histórica que deberán lograrse en un plazo que no
debe ir más allá del año 2021. Cumplida esta tarea y el sacrificio que implica,
Maduro se irá cargando con sus logros y culpas revolucionarias.
El que venga después de Maduro, sea quien sea, será aclamado
como el que habrá superado la época del desastre y el horror, será la vuelta del
legado, será la vuelta de Chávez, del chavismo originario y “democrático”, y
bastará con que se supere cierta situación de desabastecimiento esencial, de
supervivencia en la población más pobre, y que a la clase media precarizada se
le devuelva una mínima “calidad de vida”, para lograr el entusiasmo
legitimador, incluso en esa clase media “desafecta” que hasta hace no mucho, se
pudo comprar fácilmente con unos dólares preferenciales para negocios, cupos en
internet y viajes al exterior, es más, cargar “la carpetica” y llevarla al
banco fueron símbolo/ritual de status ¡el bendito status! ¡algún simbolito de
status tendrán que proveer!
¿A quién le importaría un final como este? Pues no le
importaría a nadie comenzando por los países que se supone nos deberían ayudar.
Solo le importaría a esa minoría siempre destinada a ser minoría en la
historia, la de los que piden realmente libertad.
Ante esto, Colombia siempre estará dispuesta y más que
dispuesta preparada, para atender esas necesidades transicionales, no solo como
negocio sino sobre todo para liberarse también de la carga de inmigrantes y refugiados,
y eso podría suceder sea quien sea el que se encuentre en el poder.
EE.UU. se contentará como siempre se ha contentado en los
últimos 30 años, con estabilidad (palabra mágica), menos presión inmigratoria,
un ligero, ligerísimo aumento en la incautación de drogas (el tráfico es otra
cosa), y algunos tratados para salvar la cara. Estamos hablando de la nación
cuyo presidente visitó La Habana hace 2 años, reconoció a Raúl Castro, reabrió
las relaciones y suprimió “el bloqueo” A CAMBIO DE NADA IMPORTANTE.
¿Y la amenaza geopolítica para EE.UU.? pues para ellos, la amenaza
geopolítica inmediata y en acto es la que con un descomunal dispendio
construyeron en medio oriente, sobre todo en el triángulo contencioso
Irán/Arabia/Israel, amenaza y urgencia geopolítica es arreglar que Siria e Irak
no queden bajo la órbita del chiismo, amenaza en el sentido verdadero de la
palabra es armamento nuclear en Corea e Irán, y sobre todo, la amenaza mayor es
China convirtiéndose en potencia, no solo comercial.
En todo caso amenaza regional es México, él solito comandado
por López Obrador puede crear todo tipo de problemas, en la frontera, en “El
Norte” -esa franja que se extiende desde California hasta Texas- y lo puede
hacer por el Caribe y por el Pacífico, y puede bajar hasta Centroamérica, hasta
llegar a Panamá, estamos hablando del propio patio trasero. El que se encuentra
“pegado de ellos”.
¿Que decidirá Trump? Pues no se trata de Trump, sea este
Trump o el Trump 2.0 que logre reelegirse, porque este tipo de decisiones desde
hace 60 años, al fin y al cabo las tomará el único que verdaderamente decide
sobre esta materia en los EE.UU.: el complejo industrial-militar.
Bueno, volviendo al tema de Venezuela y sus libertadores, o
sea al tema microscópico, se debe constatar que el negocio de la conspiración
ya vemos por cual vía se decidió, y se decidió exactamente por la que lo
cambiaría todo para no cambiar nada: quitar a Maduro solamente.
¿Quién se suma al negocio de la conspiración? de entrada la
sociedad boliburguesa de la cual una de sus expresiones de mayor éxito, los
bolichicos, se encuentra bajo persecución justo desde hace unos días (que
casualidad). Esos desde luego serían los primeros interesados en sacar a Maduro
para poder volver a “la normalidad”, y por ejemplo hacer ciertas cosas de “deber
patrio”, como recuperar a PDVSA para lo que debe servir, que ya sabemos todos
cuál es su verdadera utilidad.
¿El plan de sacar a Maduro por vía expedita tendrá éxito? el
resultado por ahora no importa, porque los atentados aunque fallen, crearán
presión de opinión pública, presión de decisión sobre el chavismo en general,
crearán y consolidarán equipos y escuadrones recolectores de dinero que
transformarán la falsa conspiración y la falsa transición, en pingüe actividad
lucrativa y modo de vida para muchos grupos en Miami y Bogotá, en Lima y
Madrid, y lo más importante, los atentados y sus operaciones conexas permitirán
infiltrar, controlar y desplazar a la verdadera resistencia, sobre todo esa que
cree que la guerra contra un Estado como el chavista, es un juego de roles que
puede resolverse con un jaque al rey.
¿Y cómo queda el “gobierno de Maduro” ante todo esto? pues
queda muy bien déjenme decirlo: se puede hacer pasar por víctima, puede
justificar todo su discurso, podrá justificar, incluso mediante actos (leyes)
constituyentes, todas sus acciones de represión y terror, podrá purgar a
placer, y sobre todo se le ha servido en bandeja de plata lo que más ansían: la
guerra YA, su máxima necesidad. Y si hubiese de pasar lo impensable, o sea un
atentado exitoso, pues ya pudimos constatar que tanto “Delcy Eloína” como
Diosdado Cabello como Tareck El Aissami y “el criticón” de Freddy Bernal, se
encontraban a buen resguardo (recuerden, se trata de sacar solo a Maduro, de
cambiar “lo que pide la gente a nivel mundial”).
Esto es lo que se llama un negocio redondo, y es tan pero
tan conveniente, que con respecto a los atentados, prescindir de su uso debería
considerarse una torpeza imperdonable, en todos los bandos (a no ser que surjan
negocios aún
mejores).
De hecho, estos sublevados magnicidas temen tanto ser
descubiertos, que usan ¡WHATSAPP! para comunicarse con Patricia Poleo y
anunciarle con meses de anticipación, y con una exactitud que solo puede
provenir de una asociación con el chavismo militar, que “viene el atentado y
contamos con Usted”.
Le temen tanto a cualquier represalia, sea del “G2 cubano”
como de la inteligencia de cualquier otro país, que a sus reuniones
conspirativas del más alto nivel invitan nada más y nada menos que a ¡JAIME
BAYLY! experto internacional en discreción, contención y sobriedad a la hora de
abrir la boca, desde luego que lo hacen precisamente por eso, porque la función
escogida para el comunicador peruano, era la de aclarar quiénes son los autores
del atentado, y Bayly la cumplió con énfasis y esmero, al proporcionar el
perfil organizacional más exacto e inequívoco posible, eso sí sin dar nombres,
lo cual al final no hace falta porque todos los que han hecho vida más o menos
(micro)política en Miami y Bogotá saben quiénes son, y estos a su vez
necesitaban demostrar que habían “cumplido con su parte”.
Y aquí la nota doliente: estos grupos como “los soldados de
franelas” u “operación fénix”, de los cuales no tendría cómo dudar de sus
buenas intenciones y su buena voluntad de querer liberar verdaderamente a
Venezuela, ¿sabrán en que se han metido? ¿estarán conscientes? ¿o forman parte
de la trama?
La verdad es que no sé qué pensar de grupos insurrectos del
siglo XXI que aparentemente ignoran cosas tan básicas, como que todo
dispositivo que utilice frecuencias de radio en forma continua y bidireccional
es ubicable, llámese tablet, celular o drone, especialmente al penetrar
perímetros de seguridad. ¿Estarán conscientes de que los drones pudieron
sobrevolar sobre el objetivo porque las contramedidas electrónicas, por alguna
razón no fueron aplicadas debidamente? ¿y que eso precisamente debería dar lugar
a una mínima reflexión sobre qué es lo que estaban realmente haciendo, y sobre
todo ¿para quién? Una meditación indispensable sobre quiénes colaboran, quiénes
facilitan, ¿quiénes son realmente los aliados de su movimiento?
¿Cómo fue posible que apresaran tan rápido a los
involucrados? porque sabían quiénes son, sus caras, y sabían dónde estaban, o
estarían, y lo demás es fantasía de comic.
Con una insurgencia infantil por no decir descerebrada y una
resistencia que no logra controlar sus urgencias de exhibición, la lucha se
convierte en un macabro juego de challenge tan inútil como mortal, para
los que cometen la increíble imprudencia de la inocencia.
De todos modos ninguno de los “atentadores” se privó del
anuncio reivindicatorio lanzado a los cuatro vientos (sobre todo en las redes
sociales), cosa de lo más curiosa, porque como bien dice nuestro amigo Luis De
Lion en un tuit: “reivindicar un atentado fallido, es algo que no aparece en el
manual de ningún guerrero”.
Desde luego aquí lo que importó a la hora de hacer los
debidos anuncios, lo más rápido posible y usando personalidades de altísima
sintonía (y al margen de los “caídos en acción” que como siempre no importan
nada) era impedir que los financistas o inversionistas del atentado se
confundieran, en medio de una eventual marea de grupos y próceres reivindicando
la autoría o su participación (competición que no tendría nada de raro que fuese
promovida por el mismo Estado, metiendo ruido o cizaña de guerrilla
comunicacional). En fin, había que “picar adelante” para que el financista
supiese exactamente que sus contratistas cumplieron, y el dinero se tradujo en
acciones concretas.
El negocio de la conspiración es así.
Todo es muy trágico.
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