viernes, 10 de agosto de 2018

México: la revolución en la revolución será el triunfo del Estado fallido



¿Qué se le puede agregar a todo lo que se comenta sobre el probable triunfo de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) en las elecciones mexicanas del 1º de julio? En La Cabilla creemos que muchos análisis que se han hecho al respecto se quedan cortos al no tomar en cuenta un conjunto de hechos, y datos, que deben conectarse para concluir que México representa una amenaza sin precedentes para la libertad y la democracia en las Américas.

El triunfo de AMLO en México representaría el ascenso al poder de algo muy parecido al chavismo, pero no idéntico, y no por aquello de que los países no necesariamente son iguales, y por lo tanto las comparaciones no siempre son válidas. En realidad, el chavismo mexicano podría ser idéntico en su retórica al del resto de Iberoamérica pero hasta aquí podrían llegar las semejanzas, pues tener a México vuelto otra vez “revolucionario”, le añadiría una dimensión monumental a lo que podría ser una pesadilla sin fin, y no solo para los EE.UU.

En este caso preferimos aportar, además de nuestro intento de análisis, ciertos datos, algunos podrán parecer más que obvios, pero como siempre afirma Federico Boccanera al comentar que para mucha gente “lo obvio es opcional y el sentido común una opinión más”, preferimos abundar en el condimento.

Estos datos deberían constituir el marco mínimo indispensable, para poder iniciar cualquier análisis sobre lo que podría pasar como consecuencia de tener a AMLO en la presidencia de México.

México es el país hispanoamericano limítrofe con los EE.UU., del cual lo separa un muro PARCIAL que no fue construido por Donald Trump, ese muro comenzó a levantarlo un tal Bill Clinton en 1994 inaugurando “estructuralmente” un programa federal de lucha contra la inmigración ilegal.

Desde 1994 el muro se siguió construyendo, aunque en muchos trechos se trata más bien de una valla o cerca, pero a su tendido contribuyeron todas las administraciones que sucedieron a Clinton, o sea las de George W. Bush y Barack Obama (si, leyeron bien, Obama también contribuyó y lo hizo mientras establecía un récord de deportaciones que el mismísimo Trump seguramente envidia en secreto).

El muro o valla fronteriza comenzó siendo la demarcación de EE.UU. con México, pero hoy en día sería más exacto afirmar que esa línea ya no limita con México, sino con el Estado fallido del norte de México, entidad que ha derrotado al Estado central en sus monopolios legales, comenzando por el monopolio de la fuerza. Es esa derrota, una derrota incluso militar, la clave que debería usarse para conceptualizar eso que llaman Estado fallido (y que mal pudiera aplicarse al caso venezolano, porque el Estado chavista es el triunfo total, sin conocer derrota alguna, de un Estado sobre una nación).

En el resto de la nación mexicana, naufragó hace tiempo la gloriosa revolución en un mar de corrupción, tanta, que ya en las películas de Cantinflas asomaba como chiste recurrente y de seguro efecto, y estamos hablando de las que son en blanco y negro. Esto, que desde luego podría efectivamente parecer un chiste, en realidad ilustra hasta qué punto en el imaginario colectivo mexicano la idea de la política asociada a la corrupción se implantó para quedarse, y esto no se debe a ninguna “campaña mediática” orquestada por operadores siniestros: se debe a que la cultura asimiló un hecho infinitamente constatado (y sufrido) por la sociedad, a todos los niveles, y generación tras generación.

El Estado fallido es la evolución final de lo que acertadamente se denominó “la dictadura perfecta”, es el desarrollo tumoral de una degeneración política e institucional que ni siquiera pudo ser detenido, cuando la alternabilidad política se inauguró en el año 2000 tras 71 años de dominio incontestado del Partido Revolucionario Institucional (PRI). De hecho, quienes han estudiado la historia de los carteles mexicanos dedicados al narcotráfico, todos coinciden en señalar que la muy deficiente gestión de Vicente Fox al frente del Estado fue “el detonante” de una situación de violencia y auge cancerígeno del crimen organizado, que no ha dejado de crecer y extenderse en todos estos años.

Corrupción estructural, decadencia institucional, auge de los carteles de narcotráfico (en realidad, auge de mafias de todo tipo), Estado fallido y desaliento en la sociedad civil y pensante, son las herencias que recibirá AMLO, y si este personaje una vez en la presidencia resultase ser tal cual como ya lo conocemos, esas herencias para él no serán un lastre, sino un capital político con el cual bien podría terminar de estrenar en todo su apogeo, la narconación mexicana en una suerte de “revolución en la revolución”.

El chavista AMLO se encontrará con todo servido en bandeja de plata, en el despliegue de unas fuerzas de dominación que por dimensiones y “eficiencia operativa” ridiculizan cualquier comparación con países “hermanos”. Esto lo diferencia de Chávez que tuvo que construir el infierno (el mar de la felicidad), no con la prisa que le hubiese gustado, sino con el paciente ritmo que le impuso Fidel Castro, que no quería repetir la mala experiencia chilena con la joya de su corona.

Por eso comenzamos con los datos del muro, porque todo dependerá una vez más, de lo que haga EE.UU. más allá de la retórica locuaz de su presidente constructor de muros.

La llegada al poder de AMLO volvería a ponerlo todo en discusión con respecto a la amenaza geopolítica que se cierne sobre toda la región. Amplifica el problema del avance del comunismo versátil como forma globalista de Estado capitalista, al ser México la segunda economía de Iberoamérica, la primera de Hispanoamérica, la decimosexta en el mundo, y por lo tanto plantea el problema a una escala incluso mayor que la alcanzada por el auge del expansionismo castrochavista en América del sur, por estar de paso relacionada comercialmente con la de los EE.UU., mucho más que la de cualquier otro país “al sur del río Bravo”.

¿Qué nos espera con AMLO? De entrada a Colombia le tocará quedar en medio de una triple tenaza de fuerzas siniestras representada por Cuba, Venezuela y México, y la izquierda globalizada y convertida en empresa mafiosa transnacional, habrá conquistado el segundo país con más católicos del mundo (para beneplácito del Papa progresista), el país donde los carteles de la droga obtienen ganancias anuales por el orden de los 30.000 millones de dólares, algo que ni Putin logra embolsillarse, el país donde ser periodista de investigación es una profesión muy cercana al suicidio, el país que tiene 40 millones de connacionales -entre emigrados y descendientes- viviendo en EE.UU., el país de la continuidad admirable en su relación con Cuba, con Rusia, y antes con la Unión Soviética (demostrada entre otras cosas con la sangre de Trotsky), en fin, habrá conquistado al país que a pesar de todo, nunca ha dejado de sentirse esencialmente revolucionario, porque de hecho, para bien o para mal se autodeterminó mediante revolución.

¿Qué hará AMLO con todo ese poder? Es la pregunta que nos hacemos en La Cabilla sobre todo porque el país que le tocará tratar de someter, no solo es más complejo, mucho más complejo que la linealidad rentista que caracteriza al petro-campamento venezolano. Y para plantear las cosas en términos de una confrontación que podría terminar en un conflicto de muy difícil resolución, México es también la nación que verdaderamente se encuentra en la mira de un personaje difícil de prever, incluso para el más avezado presidente de cualquier país: Mr. Donald Trump.

Si de verdad existiese auténtica preocupación por el destino de la libertad, el triunfo de AMLO debería disparar todas las alarmas, debería agarrarnos a todos preparados, por lo menos para entender la enorme implicación. Desde luego, creemos que una vez más, este tampoco será el caso, ni en nuestro continente, ni mucho menos en ningún otro.

Además, ocurrirá en pleno mundial de fútbol.

[1] Artículo publicado originalmente como trabajo especial del equipo de redacción, el 1 de julio de 2018 en la antigua página de “La Cabilla” (lacabilla.com).

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