miércoles, 17 de junio de 2020

Situación GRAVE en Brasil: Bolsonaro está acorralado



Amigos y seguidores, me costó mucho encontrar por donde comenzar a explicar todo lo que está pasando en Brasil, porque lo que pasa en Brasil al igual que lo que está pasando en España, es una situación en donde confieso que se me dificulta mucho saber ¿por dónde empezar? Lo que pasa es que Brasil a diferencia de España, y no obstante su tamaño e importancia, pareciera no tener relevancia, y casi siempre aparece como un mundo aparte, sumergido en un imaginario muy pero muy reductivo, de país de fútbol, música, carnaval y luz.

Antes que nada, no me voy a ir por un relato al detalle de todo lo que ha pasado en Brasil desde que Jair Bolsonaro llegó a la presidencia, y es por una razón, se trata de una ofensiva total, permanente, incansable, envolvente, en donde se podría afirmar que no ha pasado un solo día, sin que esta se manifieste en modo asfixiante, sin pausa, créanme, no hay paralelo con Donald Trump, ni recuerdo nada semejante en la historia, sea reciente o remota.

Y aunque yo soy el último en sorprenderme de cierta cosas, la verdad es que he caído en el desconcierto, por la magnitud del ataque contra Bolsonaro, y más todavía, al constatar en este ataque la más absoluta ausencia de moral, la más absoluta falta de escrúpulos, un desenfreno que calificar de demoníaco seria incurrir en un diminutivo. En Brasil se ha superado todo límite, y no encuentro otra definición que barbarie, es la barbarie terminal de las élites, terminal en términos de civilización, cultura, sociedad, y de cualquier atisbo de humanidad. Y esa es la palabra, ausencia de humanidad.

Bueno, me disculpan este desahogo inicial pero no encuentro otra forma de ponerlos en contexto, para intentar describirles lo que está pasando, de todas maneras, vamos a comenzar con el comienzo, y el comienzo más cercano en el tiempo y más relacionado con lo que está pasando en Brasil, es 1964, hace 56 años, cuando las fuerzas armadas le dieron un golpe al presidente Joao Goulart, otro comunista más, que quería convertir a Brasil en una nueva Cuba.

El filósofo brasileño Joao de Carvalho, al cual por cierto, le están montando toda una operación para destruirlo desde todo punto de vista, para asesinarlo moralmente, desprestigiarlo como intelectual y no contentos con esto, quebrarlo económicamente, Olavo de Carvalho, ha relatado lo que fue la dictadura militar que se instauró en Brasil, luego del golpe contra el comunismo, dictadura militar que duró 21 años, hasta 1985, durante esa dictadura, Brasil como país, próspero económicamente, también en el aspecto social, pero en este caso se podría hablar de un avance que siempre estuvo lejos de superar las enormes desigualdades sociales que se habían acumulado en el tiempo, esto hay que decirlo, pero no hay duda de que el país vivió una época de paz, estabilidad, prosperidad y desarrollo como nunca había conocido.

Pero esta dictadura cometió un grave error histórico, y es que no se opuso no impidió, que la izquierda hiciese su trabajo de hegemonía cultural, y Olavo de Carvalho nos dice que fue una verdadera entrega, es cierto que hubo persecución contra cierta disidencia, ciertos grupos, ciertas personalidades, pero la educación, las universidades, el mundo cultural fue entregado a la izquierda. ¿y por qué paso algo así?

Bueno, hay un problema con la dictaduras de derecha en Latinoamérica, y es que persiguen a la política como tal, a la actividad política opositora, sin entender que el trabajo intelectual, educativo, cultural de la izquierda también es política, que para la izquierda el trabajo de implantar una hegemonía cultural, es un trabajo para sembrar y cosechar el verdadero poder, a las dictaduras de derecha solo les interesa combatir a la oposición política en términos convencionales, y no entienden que el principal campo de batalla de la izquierda, es en la cultura.

También porque las dictaduras de derecha confían en que el grueso de la población, la mayoría de la población es conservadora, en sus creencias, tradiciones y costumbres y esto en el caso de Brasil es cierto, de hecho, el triunfo de Bolsonaro sin contar con partido, presupuesto ni maquinaria es la demostración, y el profeta de este triunfo fue el mismo Olavo de Carvalho, al afirmar, antes que apareciera Bolsonaro, que si en Brasil algunas vez surgiese un verdadero candidato de derecha, este ganaría las elecciones, y eso fue lo que pasó.

Lo que pasa es que el trabajo de hegemonía cultural que hace la izquierda levanta un sistema, levanta una estructura y además es un trabajo de expansión constante de ese sistema, de esa estructura, que termina por extenderse y colonizarlo todo a su paso, es un trabajo que no es solo de base, actúa en los estratos medios, y actúa también en los altos, conquistando no solo intelectos, conquista también a las élites, y si se le permite llegar al poder, la izquierda no persigue a las élites, las compra, a las élites lo que le importa es conservar su status, siempre ha sido así y esto lo sabe muy bien la izquierda que las estudia y las conoce, sabe cómo seducirlas, sabe cómo comprarlas.

Algunas élites quedan fuera del juego, son desalojadas pero en esa circulación las élites con más apetito y lujuria ascienden, y se crean nuevas, y al hablar de élites desde luego que me refiero también a las económicas. Contrario a lo que se piensa la hegemonía cultural de derecha en muchas partes de Latinoamérica, no es que cala en los estratos superiores, lo que pasa es que en las élites solo se piensa en status, en posición, hay cálculo, codicia y oportunismo, la decencia y las buenas costumbres son disfraz, lo que importa es la reputación, el prestigio y la dominación, sobre todo la económica, entonces llega un guapetón de izquierda, les perdona la vida, y estas se bajan las bragas y los pantalones, recuerden siempre que lo importante es la demolición moral, espiritual, psicológica, cultural y económica de la clase media, a la cual no se le puede contentar con dádivas o lanzándole un bolsa de comida como se hace con los pobres, y hablando de pobres.

Señores, la verdadera pobreza de un país es la pobreza de sus élites, es allí donde se engendra y se perpetua la pobreza moral y material de una nación, Venezuela es un ejemplo perfecto, Chávez fue un cachorro adoptado por las élites porque estas creían que podrían tenerlo comiendo de sus manos, bueno, en Brasil, con sus particularidades, pasó lo mismo.

Bueno, superada la dictadura militar y restablecida la democracia en Brasil, todos los presidentes que después tuvo Brasil fueron de izquierda, apoyados por partidos reformistas, centristas o laboristas, y esto se debe a que las élites, la dirigencia y el aparato cultural, son todos de izquierda, y cuando ocurría un accidente, como ocurrió con Fernando Collor de Mello, eso se corregía desde el sistema, además de que el mismo Collor hizo exactamente lo que no se debía hacer, al aplicar un programa neoliberal de austeridad, recortes, desregulación y privatizaciones, que siempre, siempre, la facilita a la izquierda la vuelta al poder, por reseducción de la masa, y si a eso se le suma que cierta “derecha” latinoamericana sufre de una irresistible propensión a la corrupción, pues nada, con presidentes así la izquierda sabe que su vuelta al poder es cuestión de tiempo pero es inevitable, más bien, aprovechan la cura de oposición, para preparar mejor el terreno y afinar su estrategia.

Bien, aterricemos en el presente, en el aterrador presente de Brasil, voy a describir a grandes rasgos la ofensiva para luego pasar a la descripción de las debilidades de Bolsonaro, que es lo que me interesa tratar.

Abrumador, aplastante, total y sin ningún tipo de pudor, disimulo, piedad y humanidad, es el ataque por saturación que Bolsonaro ha recibido desde todos los flancos, y cuando hablo de todos los flancos, me refiero tanto al sistema de poderes formales, institucionales, como al poder fáctico. Desde el sistema de los poderes públicos tanto el congreso como el STF, el supremo tribunal federal, se han dedicado a una campaña permanente de obstrucción, saboteo y amenazas, sin el menor temor de mostrar su lado totalitario y profundamente antidemocrático, hasta el punto que definir este comportamiento inyectado de odio como fascismo, me parece que es hasta un poco superficial, sin duda alguna estamos en presencia de un ejercicio desaforado y sin tapujos de irracionalidad y violencia institucional, típicos del fascismo, pero ejecutado mediante un despliegue que a mi modo de ver deja al desnudo una naturaleza esencialmente mafiosa, de crimen organizado.

Señores, estamos ante un fenómeno de totalitarismo criminal, patológico, en donde la civilidad solamente quedó como escenografía y vestuario, con su necesario ritual de corrección política entendiendo la corrección política en su forma más depurada, que se puede expresar de esta forma: el “hombre correcto” de izquierda puede, debe acusar de nazi a Bolsonaro, pero Bolsonaro no puede responder en los mismos términos, porque si lo hace estaría demostrando que es un nazi, espero que hayan entendido la lógica perversa y totalitaria del correctismo político, que en Brasil ha llegado a un grado explícito, pornográfico, asombroso.

Por cierto pónganle un ojo al STF, el Supremo Tribunal Federal, porque es probable que de allí provenga la estocada final contra Bolsonaro, bajo forma de impeachment, al parecer el Deep State criminal y mafioso de Brasil, seleccionó al STF como la némesis de Bolsonaro.

Segundo, Brasil es una república federal, como lo es Estados Unidos, y por lo tanto los gobernadores de Estado gozan de cierta autonomía con respecto a la administración central, y aquí se presenta el otro frente político contra Bolsonaro, el cual aprovechando la crisis sanitaria y económica provocada por la supuesta pandemia del virus chino, estalló en abierta rebelión de las gobernaciones contra Bolsonaro, llevando la situación hasta el mismísimo borde del caos.

Tercero, todo el aparato comunicacional y mediático de formación de opinión pública, cuya punta de lanza es el consorcio “Globo” pero no es el único, estamos hablando de televisión, radio y prensa, este aparato se ha convertido en una verdadera máquina de guerra, de destrucción moral contra Bolsonaro.

Cuarto, su propio entorno de gobierno, y aquí la ruptura con su ministro estrella, el ministro de justicia, Sérgio Moro, es el último de una serie de episodios en donde se puede observar la inexistencia de un bloque monolítico en el equipo de gobierno, donde en más de una ocasión, se han podido detectar comportamientos erráticos como el de su propio vicepresidente, el general Hamilton Mourão, cuyas declaraciones en más de una ocasión han creado mucha perplejidad, y sospechas nada tranquilizantes, sobre el grado de apoyo real de los militares, al gobierno de Bolsonaro.

Por cierto, el episodio que llevó a la ruptura de Bolsonaro con su ministro de justicia, es algo asombroso, Bolsonaro lo único que pidió, es lo que pediría cualquier presidente de la república de una organización como la policía federal brasileña, que al igual que su equivalente, el FBI en los Estados Unidos, se supone que debe ser capaz de suministrar un servicio de inteligencia interior, actuar como una agencia de inteligencia al servicio del estado, y esto fue lo que rechazó Sérgio Moro, esto de por sí, debería aclararnos hasta qué punto Bolsonaro se encuentra aislado y sin defensa, y con parte del aparato del Estado en contra, situación que por cierto se parece a la que Trump debe afrontar con respecto al FBI, sospechoso de estar más al servicio del Deep State que del Estado.

Bien, resumiendo, contra Bolsonaro se han ensañado los poderes públicos, el legislativo y el judicial, las gobernaciones de Estado, la inmensa mayoría de los medios de comunicación de masas, y en cierta forma, su propio equipo de gobierno, y por si esto fuese poco, sumen a todo esto el frente internacional, cuya hostilidad hacia Bolsonaro quedó muy bien al descubierto, durante la falsa crisis que crearon con los incendios en el Amazonas, y hay otro frente, muy importante, la iglesia católica brasileña, iglesia progresista que se encuentra totalmente alineada con el globalismo y el comunismo versátil, estamos hablando de una iglesia donde hace décadas manda la teología de liberación, por lo tanto estamos en presencia de Deep State de izquierda con hegemonía cultural de izquierda, en alianza con las agendas globalistas de dominación.

Bien, mejor dicho ¡mal!, sigamos, sigamos y vayamos a describir las debilidades de Jair Bolsonaro.

Uno, la derecha, la derecha en Brasil es una entelequia, posee una base poblacional en esa mayoría conservadora que eligió a Bolsonaro, pero carece de construcción ideológica, organización, estructura, visión y programa, carece de un plan político y aunque parezca asombroso, carece también de un plan de poder. Ideología, plan político y plan de poder, todavía son asuntos pendientes en la derecha brasileña, recuerden que Bolsonaro ganó la presidencia como candidato de un partido, el partido social liberal, que es un partido minúsculo, sin alcance social, el partido de masas ahora es que Bolsonaro está comenzando a construirlo, y esto se llevará tiempo, por lo tanto formar militancia no puede ser la prioridad, hay que actuar de otra manera, organizando lo que se pueda organizar, para ejecutar activismo territorial y de calle, no queda otra, y es urgente.

En resumen Bolsonaro no posee piso político, no tiene partido y carece de alianzas poderosas, es más creo que muchos eventuales poderosos con ganas de ayudar a Bolsonaro, prefieren mantenerse a la distancia, al ver el pandemonio que el sistema mafioso está creando para derrocar a Bolsonaro, es cierto que el mensaje que la nueva derecha brasileña intenta difundir es “no tengan miedo”, pero ya sabemos que no hay nada más miedoso que el capital.

Segundo, el apoyo de las fuerzas armadas, se supone que el militar Bolsonaro llegó al poder con el apoyo de las fuerzas armadas, y no hay duda que debe existir un sector militar que lo apoya, porque si no fuese así, la carrera presidencial de Bolsonaro no hubiese llegado hasta donde llegó, y la presencia de militares en su equipo de gobierno confirma materialmente este apoyo, aunque habría que ver cuan identificado y leal es este apoyo, porque uno escucha a militares como el general Mourão, y otros más, y lo que uno escucha es un mensaje típico de los consensos institucionales que la izquierda crea, para totalizar mejor su dominación. Por cierto esto ha sido denunciado muchas veces por Olavo de Carvalho, el cual denuncia a cierto sector militar, como un sector oportunista, amoral, prácticamente, un sector clientelar del sistema político de izquierda, con el cual se fue asimilando, incluso ideológicamente.

Ahora bien, al parecer existe un problema aun mayor, y es que desde que Lula llegó al poder, comenzó a ocurrir una infiltración profunda en las fuerzas armadas, por parte del comunismo versátil, la agenda comunista para América latina, administrada y coordinada por el Foro de Sao Paulo, pero cuyo eje es China. El profesor Osvaldo Bastos, pensador y estudioso brasileño que lleva años estudiando el sistema de poder de la izquierda en Brasil, ha llegado a afirmar que es posible que sectores extensos de la fuerzas armadas, sobre todo sectores medios y también fuerzas de policía, fuerzas del orden, han sido captadas por el plan “patria grande”, y en su afirmación aporta no solo argumentación bien sustentada, sino que aporta su propia experiencia en el mundo militar.

Por lo tanto, existe la posibilidad de encontrarnos con unas fuerzas armadas divididas también en Brasil, situación que ya describí en el video anterior sobre “Ruido de sables en los EE.UU.”, donde les expliqué que una fractura en la fuerzas armadas no significa automáticamente fractura expuesta, o sea un conflicto abierto, sino que esto puede llevar a lo contrario, o sea, a la inmovilidad militar, donde los militares viven vigilándose, controlándose y neutralizándose entre ellos, con sectores de mediación para impedir lo que ningún militar en el mundo desea que ocurra, que es una confrontación a sangre y fuego entre ellos.

Ahora bien ¿con esto de los militares qué estoy insinuando? ¿que al final la solución a la crisis institucional contra Bolsonaro, podría pasar por una negociación o pacto entre militares? la verdad, es que no dispongo de los elementos para poder afirmar esto, pero no me sorprendería, sobre todo porque debe haber conciencia entre los militares que se debe evitar el caos, y sobre todo un conflicto civil, o una situación de inestabilidad a tiempo indeterminado provocada por ciertos poderes, mediante aplicación por ejemplo, de una estrategia de la tensión, basada en atentados, terrorismo, subversión, alteraciones sin fin del orden público y la paz ciudadana, en donde no me cabe la menor duda que los chinos podrían meter sus manos, siendo los autores de la teoría de la guerra irrestricta, una teoría bastante más avanzada que las modalidades de guerra asimétrica, aplicadas hasta ahora por la subversión americana.

Y esto nos permite aterrizar, en la tercera debilidad del gobierno de Bolsonaro, y estamos hablando de China, el neoimperialismo expansionista de China, que tiene entre sus objetivos principales a Latinoamérica.

Y de los países de Latinoamérica ninguno tan atractivo como Brasil por sus inmensas riquezas naturales, y no creo que haga falta que me extienda mucho en esto, recuerden que miembros del gobierno tuvieron que moderar a Bolsonaro en su discurso sobre China, que no era precisamente un discurso complaciente y edulcorado.

Bueno, están son las debilidades de Bolsonaro, y creo que todas son graves y decisivas, ¿y cuál es la fortaleza de Bolsonaro? Su apoyo popular, pero ese apoyo debe ser organizado y canalizado para que pueda surgir algún efecto, que sea positivo para nosotros y negativo para el enemigo, y ese es un arte, y parte de ese arte consiste en saber si conviene o no aplicarlo en determinado momento, y hasta ahora lo que he visto en cuanto a manifestaciones populares de apoyo a Bolsonaro, deja mucho que desear, sobre todo porque tal como afirma el profesor Bastos, habría que andar con mucho cuidado a la hora de lanzar gente a la calle: antes debe lograrse un mínimo grado de conciencia y dirección para evitar errores, y aquí agregaría algo, porque una cosa es promover agitación a favor nuestro, y otra, activar o realimentar el caos que tu enemigo pudiese estar necesitando, desde el punto de vista del poder, el caos es un provecho para el que puede, no para el que quiere.

Jair Bolsonaro a mi modo de ver, ilustra mejor que nadie la casi imposibilidad de derrotar a la izquierda mediante la vía electoral y democrática, cuando esta logra estructurar un sistema establecido y consolidado de poderes inmorales. Si a la izquierda se le da la oportunidad, ésta por preparación y claridad, es capaz incluso en tiempos relativamente breves, de constituir un sistema de poder profundamente corrupto, un cáncer que hace metástasis e infiltra a toda la nación, construyendo un andamiaje clientelar que es capilar, asociándose con toda mafia y todo empresariado depredador, comprando a las elites que para eso es que están, para ser compradas. en otras palabras, la izquierda cuando llega a la dominación, siempre termina privatizando al Estado y por lo tanto se convierte en una tiranía de emperador invisible, donde la democracia es solo una apariencia, una apariencia de corrección política.

Y para poder derrotar todo esto, para derrotar a la inmoralidad llevada a un extremo despiadado e inhumano, solo se puede recurrir a la fuerza, no hay otro modo, lamento mucho tener que decirlo.

Y ya para concluir, a Bolsonaro se le nota incapaz de reaccionar como debe y puede hacerlo, la verdad es que esta pasividad está llegando a un punto difícil de entender y justificar ¿será que Bolsonaro está haciendo como el general Zukov, que dejó avanzar al ejército nazi hasta las puertas de Moscú? ¿será que tiene un” as bajo la manga”? posiblemente apuntando a la primera ficha de dominó de una larga fila? y está esperando el momento? o simple y llanamente, y es lo más probable, llego al límite de su pericia para manejar la situación, o al límite de las fuerzas que dispone, al menos espero que si ha de morir, que lo haga peleando, posiblemente junto al pueblo, que al parecer es lo único que le queda, que Dios nos agarre confesados... 

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