El pasado 11 de agosto se celebraron
las elecciones PASO (Primarias Abiertas Simultáneas Obligatorias) en Argentina,
con un resultado deplorable mas no inédito en Latinoamérica, el continente de
las elecciones sin lección, donde al voto castigo siempre se le buscan las
explicaciones más tangenciales, y se evaden las que en cambio podrían
transformar las derrotas, en el primer paso doloroso pero indispensable para emprender
la única rectificación posible, que nos permita tener una estrategia victoriosa
ante la izquierda.
De aquí a las elecciones presidenciales,
y al decir de expertos electorales, será muy difícil que Mauricio Macri logre
remontar una cuesta de 15 puntos porcentuales, aunque al parecer hay
precedentes que impiden aplicar el rótulo de “imposible”. Sin duda en las presidenciales
esa diferencia al final será menor, aunque parece bastante
improbable que se logre forzar una segunda vuelta que podría alimentar alguna
esperanza.
Esto es muy triste, pero para este
servidor es más triste constatar una vez más, que no se aprende la lección y que
algunos incautos le siguen dando la culpa “al pueblo”.
“Es que la gente no aprende”, “un
pueblo ignorante es instrumento ciego…”, etc, etc. este lloriqueo post-electoral ya tradicional por parte de moralistas autoproclamados, nos permite constatar una vez más que para ellos, resulta imposible comprender que la lumpenización, la
destrucción cultural, es un perdurable logro ideológico de máximo
aprovechamiento por parte de la izquierda, y que no hay forma de revertir esto
en horizontes temporales determinados por lo electoral, si se siguen cometiendo
ciertos errores.
A estos prohombres de saber
ilimitado e ignorancia política profunda, les voy a decir algo: los que no
tienen remedio son ustedes, si el pueblo es plastilina (o mierda, porque así es
como lo ven), ustedes son risibles estatuas montadas sobre pedestales
inamovibles, destinadas a ser ensuciadas por pajarracos “ignorantes”.
El voto es "emocional"
¡¿Hasta cuándo se usará esta
pazguatada como justificación?!
Esta justificación es INADMISIBLE
para un político, también para un asesor político, pero lo importante es que no
tenemos políticos, tenemos “paquetes”.
Al enfrentar a la izquierda debemos
estar conscientes que lo emocional, es un objetivo ideológico que solo saben
aprovechar en forma persistente, los que han hecho un trabajo de décadas para
construir algo más que "planes de país y buenas intenciones”, y candidatos
empaquetados ad hoc.
El voto más allá de lo episódico, el
voto que perdura a largo plazo, el que debe buscar toda agrupación política, es un voto que debe ser 100% construido desde lo ideológico, y más tardemos
en entender esto, más seguiremos jodidos.
Lo ideológico comprende la cuestión
de instrumentar-usar “lo emocional", y la izquierda lo estudia
rigurosamente, es una construcción trabajosa, multidisciplinada, integral, de
años. Mucho se habla del “marxismo cultural” lamentablemente como una simplificación en clave conspiracionista, sin apuntar a la inmensa obra,
capaz de llenar bibliotecas enteras, que desarrolló ¡durante un siglo! mientras
hegemonizaba al mismo tiempo sectores enteros de la educación, la academia, las
ciencias sociales, la intelectualidad, las artes y los medios de comunicación.
La creación del electorado
“emocional”, sentimental, socialmente precarizado hasta la capa media -pasto
perfecto para una estrategia populista y una metodología demagógica- es un
objetivo ideológico de la izquierda que hace tiempo asimiló la lección de haber
sido barrida en determinado momento, por su hermano excéntrico, mucho más hábil y talentoso en
las artes de la síntesis dialéctica y en la toma del pulso social: el
socialismo fascista, y si alguien asimiló la lección hasta integrarla
molecularmente fue el peronismo, el “populismo perfecto” porque perfeccionó el
método hasta hacerlo compatible, a diferencia del fascismo original, no con la
democracia, sino con su degeneración electoralista.
El campo de batalla
Nos enfrentamos a un enemigo muy
bien preparado en Argentina, donde el sustrato mayoritario es peronista de un modo o de otro, sin
que necesariamente eso esté concientizado en la población. Es la obra de un
trabajo ideológico para inocular en las mentes una forma de “razonar” cuya
construcción, usa un lenguaje y una lógica que son peronistas, aunque no se
declaren como tales, y este es el triunfo más sonoro jamás alcanzado por la
conjunción del método de seducción populista y la ejecución fascista, algo
nunca alcanzado en ningún otra comarca.
Su resultado: la lumpenización
argentina, y paradójicamente Macri, al golpear sin anestesia a las clases de
media para abajo colaboró en la precarización, volvió a poner abono para la
cosecha peronista.
Se cometió además el error de no entender el curso que puede tomar la polarización, al plebiscitar la escogencia del futuro ante un mercado
electoral donde una porción importante tiene como alternativas de vida la
asistencia o el abismo, y por lo tanto el futuro es un lujo. Un juego donde la
izquierda siempre va a ganar por preparación, trabajo previo y maestría en las
artes de la falsificación, el chantaje, el embeleco y la estafa. [1]
Tanto el socialismo como el
liberalismo prometen un futuro "una vez se superen las penurias
iniciales" y se logre:
"El goteo hacia abajo"
(los liberales).
"Acabar con la injusticia
social" (la izquierda).
¿Adivinen quién está más preparado
para capitalizar?
La izquierda trabaja en todos los
plazos, en todos los niveles, se prepara, prepara las bases, no solo en las
estratificaciones sociales, sino en los grupos/agenda que crean en las “minorías
oprimidas” (un ejemplo es la agenda LGTB, nada minoritaria ni silenciosa en lo
mediático), y lo hace actuando en la educación, en la
academia, la cultura, en los medios, y lo hace despiadadamente.
A su vez, planifica obsesivamente,
tiene planes A, B y C, planes en serie y en paralelo, el blindaje ideológico no
solo establece la meta a lograr en el largo plazo, sino que siempre tiene un
diseño de transición que es congénito, porque se encuentra en su concepción
inicial y en todos sus desarrollos, de socialismo camino al comunismo en el
marxismo, de revolución pasiva rumbo a la hegemonía cultural en la concepción
gramsciana, todas transiciones de velocidad variable con “guerra de posiciones”,
que en el injerto socialista del chavismo está repleta de “retiradas tácticas”,
por lo tanto, este aspecto abarca la mayor parte de sus planes políticos y de
poder.
El ejército del enemigo
Nos enfrentamos a un ejército unido donde
un poderoso pegamento conjuga “altos ideales de justicia” con “astucias de
chorros”, eso que llaman “la obra unitaria de Cristina” más allá de quién es la
autoría, muestra que el sustrato lumpen de naturaleza puramente oportunista
creado por el peronismo tras décadas de dominación del campo político, goza de
una fuerza cohesiva envidiable entre kirchneristas, massistas, justicialistas, progresistas,
etc., a pesar de los benditos anuncios periódicos de fragmentación o división.
Esta es cosa que no puede sorprender a quien estudia la mafia no como crimen
organizado sino como sistema de poder, descentralizado pero coordinado. La “cosa
nostra” y sus “coscas”: si, hay guerras de pandilla y odios a muerte entre capos
y “familias”, pero lo que termina rigiendo siempre, es una división territorial
que la mayor parte del tiempo la respetan todos.
Y menos aún debe sorprender la obra
del “Santo Padre” en el proceso de recomposición peronista-progresista que dio
como resultado el "Frente de Todos". El "milagro de
Cristina" es el milagro de Bergoglio. Da risa leer a ciertos analistas "ponderando"
las capacidades negociadoras de Cristina.
De todos modos, más allá de la
captura del voto popular y la conquista del poder, surge la cuestión de
conservarlo y asegurarlo, que es donde se encuentra nuestra mayor falla, que es
donde perdemos tarde o temprano.
La guerra que perdemos siempre
“En 2015, al ganar Mauricio Macri
las elecciones, prometió consolidar simultáneamente el saneo de las cuentas
públicas y el progreso económico de las postergadas clases medias y bajas. A
cambio, les pidió a sus gobernados acomodarse a una ética del sacrificio:
posponer el goce para ordenar las cuentas públicas prometiendo que algún día
ese progreso llegaría. Los semestres se sucedieron y la abundancia no llegó”
Leila Vecslir [2]
¿Cuál es la mejor receta para un retroceso
al socialismo (vía “re-seducción” como diría Aura Palermo) en países donde la
pobreza en todos los sentidos impide ascenso, inclusión e integración a corto plazo, y una armonía social estable, "pactable" como pedía Macri?
Pues haga todo lo posible para
sabotear cualquier pacto social: permita inflación galopante y devaluación
salvaje, sin compensación masiva vía subsidios y programas de asistencia
social, de preservación del consumo y las “conquistas”. Sin medidas para evitar
el desabastecimiento, la escasez, el cierre de comercios, el desempleo, sin
estímulos gubernamentales intensivos y sostenidos a las pymes (el “país de
empresarios”), en fin, sin poner en el centro, la protección de sectores
sociales y productivos vulnerables, que son los más carentes de anticuerpos para
prevenir la reinfección de izquierda.
Sé que esto pondrá a vomitar a los “libertarios”,
y a liberales políticamente infértiles como Macri, pero algún día comprenderán
que es indispensable un plan de transición GRADUAL, porque no se trata solo de
la economía sino de la cultura, donde la cultura no es reducible a
“incentivos” si no se cambia todo el ecosistema antes. El “milagro económico” no
equivale automáticamente a “milagro de la libertad”, porque su coincidencia
temporal no ocurre por instantaneísmos de recuperación de índices económicos, donde
un sector de la población celebra y el otro se queda a mirar, a ver si les
llega el “goteo hacia abajo”.
Se debe tomar en cuenta que el crecimiento
económico y sus inevitables desbalances iniciales, crea expectativas, crea
inquietudes, que de no ser enfrentadas debidamente pueden decaer hacía la
impaciencia, la decepción, el descontento. Cuidado con esa “acumulación en
paralelo” porque buscando el “reboso de la prosperidad hacia abajo”, puede
colarse “la gota que derrama el vaso”.
El gradualismo debe aplicar medidas de
corte socialista, pero sin apuntar a la colectivización y su destrucción de la
propiedad y la cultura de la familia y el trabajo, esas medidas deben apuntar
gradualmente hacia la superación del mismo socialismo-comunismo y su
asistencialismo, corporativismo, totalitarismo, su siembra cultural del odio,
la revancha, la lucha de clases, el gusto por la destrucción y la vulgaridad, la
cultura de la dependencia, la sumisión y el oportunismo.
El objetivo a ser recuperado, porque
al parecer “se perdió en el camino”, es el de llegar a consolidar la democracia
liberal clásica, con república, instituciones, sociedad civil, pluralidad, y
libertad, y no veo otra vía que no sea el gradualismo, al menos por la vía pacífica.
El sectarismo de ciertos círculos liberales y libertarios, plagados de
automatismos en la asertividad y errores políticos y comunicacionales básicos, es
precisamente el enemigo que desea enfrentar la izquierda, siempre. Estos
círculos de iniciados nunca caen en cuenta que a la izquierda se le debe enfrentar
jugando sin complejos en su misma cancha, mientras no pueda ocurrir un cambio
de juego, lo cual equivale en cierta forma a robarle el socialismo a los
socialistas, recuerden que ladrón que roba a ladrón tiene 100 años de perdón.
Los riesgos de la guerra
Los marxistas ven al socialismo como
la vía al comunismo, en otras palabras la vía al Estado totalitario, todopoderoso
e irreversible, y los socialistas (los reformistas según los comunistas) como
un objetivo ideal que puede aplicarse con pacto social en vez de lucha de clases y
reforma en vez de revolución, pero al final ni siquiera estos socialismos
democráticos “socialdemócratas” se salvan, porque incluso los “virtuosamente” dispuestos
a respetar las formas republicanas y democráticas para el Estado y el gobierno,
no logran evadir la fatalidad intrínseca de todos los socialismos: la de concentrar
poder en el Estado a costa de la sociedad.
Un proceso indetenible de acumulación
de poder donde es inevitable que la corrupción termine por dominar todas las
lógicas, y de allí a corromper la separación de poderes de la república y
cerrar las vías democráticas de acceso al poder, por interposición de una casta
política, hay un paso, y una vez llegado a este punto, revertir lo que se ha
convertido en una oligarquía, ducha en las artes de la farsa, se vuelve algo muy
difícil por vías “civilistas”, porque se
ha creado un ecosistema particular en donde ciertos poderes colonizan al
Estado, lo privatizan, y convierten a esa casta política en sus subalternos (“socialistas
al servicio de patronos”, como los definen en Italia).
De hecho tanto el socialismo como el
comunismo privatizan al Estado y estatizan a la sociedad, en eso consiste su
perversión, una perversión que nunca desdeña al capitalismo: lo convierte en un
privilegio.
Este es el riesgo de tomar el arma
política de adoptar políticas socialistas para activar un proceso en vía
contraria, que debería llevar al bienestar en plena libertad que pregonaba cierto liberalismo clásico. Un movimiento hacia la libertad por transición socialista debería
estar plenamente consciente de cuánto Estado debe haber en todo momento, a lo
largo de la ruta, y este es uno de los aspectos más importantes que debería abordar,
si quisiese dotarse de una ideología actualizada.
No pretendo conocer todos los
antídotos y “los sistemas de arma” que deberían aplicarse, eso debe estudiarse
y razonarse en los prolegómenos de una construcción ideológica que nos oriente
con claridad en el diseño del armamento, y su uso adecuado en la guerra política,
porque de esto se trata, de una guerra política y de cómo prevenir que nuestro ejército
al cumplir con sus acciones, no provoque daños colaterales creando distorsiones
en el modelado de una nueva cultura: una donde la desigualdad es un mal, que no
debe remediarse con otros males y mucho menos eliminando la libertad, y ésta en
todo caso, es la única que debe establecer las desigualdades, mediante
decisiones individuales que solo podrán ser realmente libres, si no son
determinadas por “mala suerte” a la hora de nacer.
¿Esto es posible? lo creo
firmemente, la pobreza puede ser superada en años, décadas, y la “igualdad de
oportunidades en igualdad de condiciones” también puede realizarse contemporáneamente,
aunque creo que el advenimiento de un mundo de libres, es un proceso que llevará
siglos.
La estrategia de la saturación
Otro de los riesgos de esta guerra consiste
en la “estrategia de saturación” que podría aplicar la izquierda, que consiste
en sembrar tensión en las expectativas de la sociedad, exagerando las demandas
sociales para supuestamente forzar de esta manera al “gobierno burgués”, a potenciar
la política asistencialista hasta saturarlo, hasta agotar su propuesta original
(¿eso es todo?) y su disponibilidad, no solo material.
Esto en teoría debería llevar a forzar
una virada "derechista" en el discurso, del tipo “esto es todo lo que podemos
hacer por ahora, tengan paciencia”, y un viraje final en la ejecución porque
factores internacionales, por ejemplo el FMI, la banca, los mercados, así lo
impondrían.
Sobre su eficacia, adoptando la
lógica del enemigo, se podría discutir siempre y cuando se aplique una
ejecución gradualista, de secuestro de las políticas asistenciales del
socialismo, porque solo así la estrategia de la saturación arrancaría
debilitada por el lado de las “condiciones objetivas”, precisamente por
acciones de un contendor que, contrario a su lógica de clase adopta medidas de
alivio y asistencia social, y por el lado de las “condiciones subjetivas” se
debería apuntar que el gobierno podría disponer de fuerza para maniobrar en el
aparato de formación de opinión pública, si ha tomado la precaución política
mínima de hacer alianzas con el sector comunicacional, más aun si estas se
enmarcan dentro de una orientación ideológica precisa, en donde gobierno y
medios están claros sobre todos los objetivos, en todos los plazos.
¿Aplicarles su propia medicina? sí,
definitivamente, pues solo debilitando “condiciones objetivas” y evitando una
“crisis hegemónica”, se puede evitar que la izquierda sabotee la activación del
momento transicional del socialismo a la libertad, sobre todo porque la
izquierda sabe que sus “planes B o C”, de intentar etapas “prerrevolucionarias” mediante agitación, con
promoción creciente de protestas, paros, huelgas, disturbios y saqueos, o el de
meterse en el callejón de la confrontación bélica, terrorista, de guerra
asimétrica contra el Estado, solo podrían tener alguna posibilidad de éxito si
el Estado no ha aplicado una política de depuración en las fuerzas armadas,
policiales y organismos de seguridad, para luego proceder a su ideologización
(cuya no aplicación, es la ingenuidad que siempre se comete “en aras de la neutralidad
política”).
El proceso de ideologización de las
fuerzas del orden, exige estabilidad gradualista, porque también debe suceder la
ideologización de la educación, para revertir la devastación moral y cívica,
sobre todo de los valores y principios tradicionales de eso que llamamos
“occidente” (olvídense de candores a favor de una educación sin ideologización de
impronta laicista, todo sistema educativo está ideologizado, y hablo de
ideologización y no de “adoctrinamiento” como afirman algunos, porque la
doctrina es capacitación política que solo debe aplicarse en el activismo político,
eso también lo hace la izquierda pero de la peor forma: primero licúa los
cerebros, después “adoctrina” a los escogidos, a los más licuados).
Ante esto toma mayor importancia el
disponer de una construcción ideológica capaz de proveer todas las
herramientas y armas, y orientar la estrategia.
Recapitulación antes de seguir:
1. No nos enfrentamos a una mera
confrontación política, es guerra, y la guerra que nos harán es guerra
irrestricta, nacional e internacional.
2. No realimentar al enemigo en
donde ya se ha preparado, en la teoría y la praxis.
3. La cancha solo puede ser cambiada
al principio mediante acción de fuerza (cambio de juego a los golpes).
4. El cambio de juego en forma
pacífica solo puede ser gradual, porque se trata de un ecosistema que ha sido
lumpenizado, en otras palabras, despojado de conciencia cívica.
5. Nada impide la activación de una
transición gradual e integral hacia la libertad, siempre y cuando el diseño
de transición tenga la sabiduría de prever un campo ideológico, prever que los
incentivos deben acompañarse de valores para que ambos puedan actuar como
factores evolutivos, transmisibles como genoma moral, y sobre todo no caiga en
la infatuación tecnócrata, de prescindir de una dirección política.
Un liberalismo versátil
“Estado vs Mercado” como
“ordenadores” de la sociedad, y sobre todo del conflicto en la sociedad, en
otras palabras, de “lo político”: a este dilema lamentablemente se le ha extremizado
hasta volverlo rígido y polarizado, porque tanto el comunismo versátil chino como
el capitalismo globalista, aparentemente lo están resolviendo y esto no es
buena noticia, porque detrás de esas dos vertientes, solo en apariencia rivales,
asoma cada vez más una objeción creciente hacia la democracia y los Estados
nacionales, estimulada por la irrupción en EE.UU. y Europa de inoportunos “soberanismos
populistas de ultra derecha” que la narrativa “mainstream” en medios e
intelectualidad se ocupan de demonizar. [3]
Se trata de un fenómeno cada vez menos disimulado por parte de cierto
globalismo que no solo es político sino financiero y económico, el cual no
defiende la globalización, un proceso inexorable que lleva siglos
desarrollándose y que ha promovido progreso, sino defiende más bien la
instauración de un darwinismo económico que pretende reordenar al mundo según
una lógica de capitales y finanzas fuertes, y sociedades depauperadas con
salarios reales cada vez más precarios, idiotizadas desde la red
mediático-social, y anestesiadas con créditos fáciles al consumo para facilitar
la transformación del “ciudadano” en mero usuario-consumidor-deudor,
susceptible de ser controlado incluso mediante la aplicación de inteligencia
artificial. [4] [5]
Y aquí caemos en la otra gran
discusión, vuelta a ser puesta sobre el tapete por la evolución del comunismo
versátil chino y del capitalismo globalista antioccidental, que es la de “Capital
vs Trabajo”: esa depauperación creciente del salario real que se experimenta en
muchos países, una “devaluación interna” en aras de una competitividad que no
es determinada por libre comercio, sino por una guerra mundial de construcción
de bloques de dominación del mercado global, tiende a comprimir todas las
clases sociales que se encuentran debajo de cierta frontera (que por un tiempo
ha sido la del “título universitario”). Se trata de un problema complejo que no
puede abordarse desde catecismos porque es un problema que es obra de “manos
invisibles” y no tan invisibles de un supuesto Dios Mercado, que pareciera
estar más interesado en crear un paraíso especial, una “matrix” para su “libre
comercio” [6]
Sin orientación ideológica, o peor,
cayendo en el delirio de convertir al capitalismo en una ideología, un tema
como el de la liberación/flexibilización del mercado laboral, una política deseable en teoría que promete hacer posible que todo ciudadano pueda acceder a un
trabajo, se plantea “inocentemente” a la hora de responder a la pregunta ¿pero
trabajo de qué calidad?
Y aquí nos encontramos con un
corolario de la teoría del “goteo hacia abajo”, cuyo postulado es “primero
pleno empleo” y después vendrán mejores salarios y la estabilidad, una promesa
de la cual se debería dudar de su “inocencia”, si relacionamos esta “liberación
de los empleadores” con el pedido globalista de liberación de las fronteras, el
no borders, el “open arms” a la inmigración, operación disfrazada de “globalidad”
y solidaridad humanitaria, que en cambio es un negocio conveniente para
abaratar costos de mano de obra, halar todos los salarios a la baja, promover la precarización, y la industria multicultural de todos los tráficos que la imaginación pueda
abarcar (la conversión del trabajador en una mercancía). Y es aquí donde el “buen liberal” humano, correcto y solidario,
podría estar haciendo las veces de tonto útil, para designios que de humanidad
y liberación tienen poco, muy poco.
El problema va más allá de discusiones
necesarias como “mercado libre vs mercado justo” de hecho, esta discusión en
los términos en los cuales ha caído, al final podría ser una distracción, si no
se hace un esfuerzo previo por transparentar el campo de fuerza en el cual
actúa la economía globalista que no globalizada.
Ante esto, se debe tener el coraje
de proponer una construcción ideológica de síntesis dialéctica que debe ser
construida, o terminada de construir, una vez que se comprenda en cierto
liberalismo tesista, que el individualismo y el anarquismo no son las únicas condiciones
posibles para la libertad, y más bien son evasiones a una conflictualidad social
inevitable que debe ser resuelta colectivamente, sin demonizar agonismos, porque
una nación no es una colección sino una conexión.
Todo esto se debe estudiar sin negar
nada, sin negar al Estado, al mercado, al capital, al trabajo, a la nación y la
globalización, es una alquimia, y como toda alquimia requiere serenidad,
paciencia y trabajo antes de conseguir la fórmula potencial capaz de obrar una
transmutación, la que impida por ejemplo que el continente americano sea el
blanco expuesto de cuanta operación internacional surja con el paso de los
tiempos, sea colonialista, imperialista, expoliadora, socialista, comunista o
globalista, en otras palabras, lo que le ha pasado siempre a lo largo de su
historia.
El liberalismo versátil debería
resolver un problema de sociabilidad en la convivencia del Estado con el
mercado, del capital con el trabajo, y del nacionalismo con la globalización, y
resolverlo de una forma que siempre pueda ser flexible, porque simple y
llanamente es una fantasía creer que la paz es una situación de estabilidad sin
guerra, y no es verdad: la estabilidad es un trabajo permanente de seguimiento
y corrección, y en toda paz siempre hay una guerra, en toda sociedad siempre
surgen conflictos, no siempre predecibles, y además en un mundo globalizado, imprevistos
y crisis internacionales siempre tendrán efectos locales, que cuando son
nocivos no pueden enfrentarse recurriendo a rigideces, sean dogmáticas, reglamentarias
o contractuales, impuestas por “gobernadurías” internacionales o multinacionales.
Las tormentas sea que vengan de adentro o de afuera, deben poder enfrentarse
con flexibilidad, agilidad y unión en el Estado-Nación. [7]
Nacionalismo panamericano
En nuestros países gana Macri, gana
Piñera, gana Duque, gana Bolsonaro, y no pasa nada en cuanto a unión común
contra el enemigo común ¿Acaso Mauricio Macri podía enfrentar lo que tenía que
enfrentar estando solo? ¿Por qué no pudo contar con el respaldo de una
verdadera alianza continental, y lo vimos íngrimo y solo negociando con el FMI?
En este contexto dejar que Macri se entregara al FMI, es como haber dejado que
se entregara al enemigo, uno de los enemigos de naturaleza multilateral.
En este sentido invito a estudiar
los comportamientos insumisos de Chávez, Lula o Kirchner frente al FMI
¿Recuerdan a Chávez aportando miles de millones de dólares a los Kirchner,
comprando deuda argentina entre 2005 y 2008? ¿Cuál es la fortaleza conjunta que
ellos tienen que a nosotros siempre nos falta, cuando logramos nuestras
victorias parciales en la región? ¿Qué impide que hagamos una operación de
“ingeniería reversa” donde construyamos nuestra versión de la “Patria Grande”,
como pretenden los comunistas del Foro de Sao Paulo, pero para combatirlos?
Mientras tanto, quien avanza
realmente en Latinoamérica, son mafias traficantes de todo tipo y calibre,
mafias de tráfico y lavado no solo narco, mientras tanto, China avanza en su
penetración “amistosa, constructiva y silenciosa”, mientras tanto, los mercados globales pueden
atacar a mansalva las monedas de Argentina y Brasil sin que medie la menor
protección (más bien acusándonos de ser torpes, corruptos o irresponsables), y
factores del capitalismo globalista y los mismos chinos, tienden manos a nuestras
economías, manos a las cuales sería mejor aplicar una concienzuda quiromancia,
antes de proceder a aperturas sin límite ante actores que bien podrían esconder
segundas intenciones, las cuales podrían aflorar sobre todo si se sufre “un
tropiezo”, un “accidente” más adelante (sobre todo porque las aperturas a la
inversión siempre vienen acompañadas de la oferta drogadictiva, de un boom de
oferta crediticia internacional).
Por lo tanto, y a niveles que deben
trascender lo nacional, indispensable es la creación de una alianza continental
de élites panamericanas por la libertad, que impida el aislamiento de gobiernos
democráticos que pretendan luchar contra la avanzada de la izquierda del siglo XXI. La izquierda tiene su Foro de Sao Paulo, su ALBA,
su CELAC, hasta su “sínodo de obispos amazónicos”, y sobre todo tiene su plan “Patria
Grande” que lo conecta todo, y todo esto en un plano que a su vez recibe
cobertura complementaria por parte del globalismo ONU, sus agencias, y todo un
enjambre de ONG y fundaciones, muchas de las cuales actúan como verdaderos
factores de perturbación e injerencia. Esta situación, ha sido mil veces menospreciada
y subestimada por la estrategia política, mientras tanto, no hay respuesta a la
pregunta ¿Qué tenemos nosotros? [8]
Corregir estas fallas estructurales
por no decir de ausencia de estructura, se tomará su tiempo y requerirá de un
paciente y pertinaz trabajo político a escala continental, como el que sugerí
en mi artículo: ¿Trump construirá el muro en Venezuela?, donde se plantea una
política de seguridad democrática hemisférica y alianza por la libertad para
toda América, que debe por lo menos reproducir en forma permanente, un foro
político, un foro económico y tener un plan para “La Gran América”.
El obstáculo (neo)liberal
La rigidez dogmática de cierta “ideología
capitalista”, nos condena a despojarnos de armas eficaces para combatir a la
izquierda predatoria. Y la llamo así porque hoy en día, el uso más salvaje,
despiadado y “rentable” del capitalismo lo lleva a cabo la izquierda
globalizada, sea este capitalismo de naturaleza transnacional, tecnológico,
financiero, especulativo, ambientalista, chino, etc., y la izquierda lo
defiende, incluso renegando de sus esencias tradicionales. Recuerden que al
caer el muro de Berlín en 1989, de un lado cae el comunismo, y del otro cae el “sistema de valores” de cierta izquierda tradicional occidental, “antiburguesa”, “anticapitalista”, defensora de los trabajadores, y esto se conectó con un proceso que ya llevaba 11 años de avance, en la parte
del mundo donde el muro no cayó.
[9]
¿No han visto con qué desparpajo muchas
izquierdas europeas han propuesto, aprobado o no han objetado la aplicación de medidas
liberales, incluso neoliberales, todas de empobrecimiento de “la clase
trabajadora”, si eso hace falta para “calmar mercados”, ser “competitivos”, o
contentar a las élites globalistas que las sustentan? ¿No se han dado cuenta que
muchas lo hicieron sin pestañear ante la “contradicción”? Señores, tenemos a
los chinos dándole lecciones a la izquierda mundial sobre cómo aplicar el capitalismo
invencible, y por otro lado, al ejército transnacional del capitalismo globalista
comprando izquierdas, no solo para sus juntas directivas y organismos
multilaterales.
Recuerden por ejemplo lo que hizo
Lula rodeándose de empresarios, no solo para armar sus comitivas, nombrando en
puestos clave a figuras tranquilizantes para la “derecha” y los grandes
capitales, recuerden que al resultar electo por primera vez, el dólar se
dispara y él ni corto ni perezoso puso a un tal Henrique Meirelles del
“BankBoston”, al frente del Banco Central ¿acaso eso representó un obstáculo
para su gestión?
Las élites miserables
Ante todos estos retos, surge una necesidad
real de conseguir verdaderas élites responsables en cada país americano, élites
que puedan ser nacionalistas y panamericanas a la vez por un deber de unión ante
el enemigo, unas “élites esclarecidas” dispuestas a emprender una tarea nada
cortoplacista, de estudio, reflexión, discusión y creación de una verdadera
ideología de campo unificado, con independencia de agendas temáticas que nunca
son nuestras, del campo gravitacional mediático, de la tentación ideológica sin
ningún esfuerzo de definición previa de las mismas ideas y conceptos básicos.
Estoy hablando de algo que no se puede lograr de la noche a la mañana, por lo
tanto, esta no puede ser tarea de microélites infatuadas y micropolíticos adventicios,
sobre todo los afectados por la enfermedad incurable del “yaísmo”. [10]
Las sociedades pobres lo son sobre
todo, en sus estratos más altos y “élites”. Es allí donde realmente nace la
pobreza, Venezuela es un claro ejemplo de esto, su decadencia no la explica la
ignorancia, es cultural, el sustrato es cultural y nuestras supuestas “élites”
son la mejor demostración. El 90% de las élites venezolanas conforman una corte de infelices que en ningún momento fue capaz de evitar la tragedia.
Supuestas “élites” que ante lo
ocurrido en Argentina, corren a echarle la culpa a “pueblos brutos, ignorantes
y masoquistas”. No hay declaración más lapidaria e irreversible de su fracaso
como “clase superior”, de su mediocridad, del hecho que solo son una
concentración de perdedores natos.
El autoengaño de creer que la
cultura y las élites pueden actuar como muro de contención, cuando a menudo son
las primeras en promover toda suerte de desgracias, catástrofes de las cuales
ellas salen indemnes o fortalecidas, en todo caso, sin nunca pagar los platos
rotos, sin nunca asumir responsabilidad de sus dichos y actos como supuesta
clase orientadora y dirigente.
Los políticos, el mayor obstáculo
a las transiciones
Como derivación del problema de las élites,
tenemos el problema de los políticos…
Las transiciones deben ser diseñadas
no solo para superar un régimen, deben superar al Estado anterior y obrar una
implantación ideológica diseñada con el mismo cuidado, la “hoja de ruta” debe
ser el resultado del trabajo de un equipo multidisciplinario dirigido por verdaderos
especialistas en el estudio de las transiciones, donde la parte política no
puede ser dejada solamente a la politología, y la planificación es la que debe
determinar los plazos políticos, y no viceversa.
No puede ser una tarea de cortesanos,
como ocurre en Venezuela, que manipulan la historia con desvergüenza elitista
pero torpeza de “statu quo”, con el fin de estafar a la gente con falsos
procesos gatopardianos donde todo cambia para que todo siga igual, estos
especímenes, abundan en los comandos de campaña de los pseudopartidos políticos
venezolanos, y también en comandos de improvisación molecular irremediable en la
“diáspora”, donde la transición en el caso de los primeros, se reduce a una
oferta de campaña para estimular “el voto como arma de cambio de eficacia
comprobada”, y los segundos se van por caminos de tremendismo yaísta, destinados
más bien a provocar conmiseración o burla en los mismos supuestos ejecutores,
también porque es inevitable que en algún momento se den cuenta, que esos grandes
planes de “intervención militar a gran escala” forman parte de lo que he
descrito como “el negocio de la conspiración”.
Todo esto es inmoral, es criminal, porque
siempre se juega sobre pellejo ajeno y expone lo que considero el problema
principal: la ausencia de políticos.
Las transiciones deben ser dirigidas
por verdaderos políticos, justamente lo que no tenemos: tenemos candidatos
donde la campaña electoral es un modo de vida, productos mercadológicos,
tenemos propaladores de religión, profetas de la buena nueva, “influencers”
inflados de gas egógeno en espera de chequeras, y próceres en ciernes, y mejor
no sigo con la descripción de esa fauna.
No todo está perdido
Existe una base real con la cual se
puede trabajar ese 33% que la dirigente del “Frente Cambiemos”, Elisa Carrió [11], señala como un
“tronco inamovible de la Argentina republicana” y esto debería ser visto con
esperanza. La obra de gobierno de Macri es seguramente torpe en términos
políticos, y cómo líder deja mucho que desear, sin ir muy lejos, María Eugenia
Vidal es dueña de una retórica superior, pero mientras no se comprenda la
naturaleza del enemigo, la lucha siempre será cuesta arriba, y los triunfos
precarios.
Hay un problema: “En Venezuela nunca hay tiempo” y al parecer lo mismo ocurre en otros países, donde el tiempo para
la tarea, el horizonte temporal, es el que separa a una campaña electoral de
otra lo cual obliga a la conformación apurada de “partidos de masas aéreos”,
engendros que son un contrahecho sin base ideológica clara, firme y unificada, con
propuestas de transición trucadas, sin formación ideológica de cúpulas,
dirigentes, cuadros, activistas y militantes, y en muchos casos, sin base social
alguna: el “fast party” que ofrece “combos de hamburguesa y papas fritas” y
“cajitas felices”, y que además viene en un kit que se puede armar siguiendo
las instrucciones de los “asesores”.
No hay fórmulas secretas ni atajos, se
debe aplicar como decía Rolland: “pesimismo de la inteligencia, optimismo de la
voluntad” y hace falta mucho coraje, ningún país puede exigir una definición de
su destino desde la cobardía, y este coraje incluye no temerle a la “travesía
del desierto”, sólo de la tenaz insistencia de una minoría, imbuida de visión y
audacia, depende la evolución de una sociedad.
[1] Frente a esta situación, el trabajo de asesores políticos y
electorales no siempre podrá garantizar el éxito, ellos no pueden compensar
carencias y desventajas sino hasta cierto punto. Usted no puede educar a un
votante cocodrilo, puede amaestrarlo parcialmente para ejecutar ciertas rutinas
simples, pero usted tiene que ponerse como verdadera tarea transformar su
naturaleza, en todo caso, si logra convencerlo una vez, no se le ocurra
someterlo a una dieta de shock liberal, a no ser que desee que el cocodrilo lo
vea a usted como comida…
[2] Para comprender todo el contexto del párrafo por favor consultar:
“La ética del sacrificio versus la épica del goce”, por Leila Vecslir,
https://t.co/fL8asC6Adj?amp=1
[3] Mientras escribo estas líneas, en la actual crisis de gobierno en
Italia están aflorando claramente dos “argumentos” tan increíbles como preocupantes:
a) hay que evitar como sea ir a elecciones para impedir un triunfo de Matteo
Salvini, porque b) fue por la vía electoral que llegaron al poder Mussolini y
Hitler y no podemos repetir ese error.
Los triunfos de Donald Trump y Jair Bolsonaro, del referendo por el
Brexit, el ascenso de Boris Johnson y los posibles de Matteo Salvini y Santiago
Abascal, han desatado las alarmas de la elite globalista (en especial del partido
demócrata en EE.UU. y de cierto sector hegemónico en la Unión Europea), al cual
se suman ciertos liberalismos que consciente o inconscientemente, colaboran con
el globalismo (y con el avance del comunismo versátil en los “sures del mundo”,
el cual paradójicamente recibe apoyo de cierto libertarismo estadounidense
que es no injerencista/aislacionista/no warfare).
Es curiosa cierta repartición leninista de los roles: norte (países
burgueses, explotadores) para el globalismo capitalista, y sur (países
proletarios, explotados) para el comunismo versátil, aunque estos pueden actuar
conjuntamente en ciertos países: fracción elitista-globalista de los Clinton y
socialista de Sanders en el partido demócrata de EE.UU. y PSOE globalista y PODEMOS
comunista en España, para poner dos ejemplos.
[4] Algo que comencé a esbozar junto a Aura Palermo, en el artículo
“Un nuevo totalitarismo feliz”.
[5] Se debe complementar esto con la obra de destrucción de los "marxismos culturales" y la teología de la liberación, cuyo objetivo es el
cristianismo, la verdadera base de occidente, donde una mención especial por mérito
y liderazgo debe ser otorgada a Jorge Mario Bergoglio, que al transformar la
función pastoral en un proceso de conversión de la fe en algo intercambiable
con ideología, sin sorpresa alguna le proporciona a toda la construcción
"Ratzingeriana" el mejor ejemplo posible de
"relativización" y de lo que eso representa como peligro para nuestra
civilización.
Un occidente cristiano que muchos
están interesados en mostrar como “debilitado”, a pesar de que éste en realidad
abraza al globo, y se extiende desde Alaska hasta Siberia por obra de sus
vertientes católica, protestante y ortodoxa, y el no entender la implicación
geopolítica de esto, es un grave error histórico.
[6] La “matrix”, sobre la cual reiterar que solo puede ser
global no es tautología sino recordatorio, podría resultar de la evolución de
un proceso dirigido contra la clase media como “el enemigo”, por una razón
innegable desde la historia, y aquí me voy con otro recordatorio: la clase
media es el terreno más fértil para el surgimiento de ideologías.
Clases medias con poderes
adquisitivos en declinación que sin embargo y gracias a “chinas globales”
podrán consumir más productos “baratos”, y que gracias a internet podrán
acceder a servicios “convenientes” vigilables y controlables desde el poder,
con crédito fácil facilitándolo todo para crear una cultura del endeudamiento,
fractalidad de lo que ocurre a escala global. Clases medias y no tan medias,
viviendo en urbanificaciones de demolición estética y ética, que en realidad
producen ruralidades de metástasis de “pobres ya no extremos” y consumidores automatizados y supervisados.
En fin una cultura de fragilización de todo tejido y construcción de civilización,
donde solo falta que esta “matrix” se vuelva hereditaria, transgeneracional, un
“continuum”.
El número de los pobres “se desploma
en el mundo” pero la clase media se empobrece, esta compresión de las clases
sociales, preámbulo económico de su desvalorización política, podría ser la fórmula
indispensable del nuevo mundo feliz, tierra prometida tanto por el comunismo
versátil como el globalismo capitalista.
¿Será que al final tenía razón Marx,
cuando de muchas formas daba a entender que había que esperar por el desarrollo
avanzado del capitalismo? ¿No será que ese aplastamiento de las clases sociales
es al fin y al cabo creación del verdadero proletariado, el proletariado sin
conciencia? ¿Un proletariado redificado, global, lumpen en lo cultural, máximamente
aprovechable?
Todos estos fenómenos relacionados
con el triángulo “Estado-Mercado”, “Capital-Trabajo”, “Nación-Globalidad” no
son fenómenos inconexos, son fenómenos convergentes, y del estudio de sus
claves materiales se han encargado con seriedad tanto el marxismo como el
keynesianismo como el liberalismo, sin embargo, no termino de encontrar
una síntesis dialéctica satisfactoria, que nos permita desarrollar una
ideología de campo unificado.
Me preocupa que el fascismo haya
llegado tan cerca de esa síntesis, me preocupa que la síntesis lograda por
cierto pensamiento socialdemócrata y socialcristiano se haya olvidado, por pérdida
de las sabidurías de posguerra y un desbalance excesivo hacia el liberalismo
tesista, e investigando encuentro que ese camino perdido, lo están retomando
los “soberanismos populistas de ultraderecha”, le duela a quien le duela, a los
cuales se les ataca, ridiculiza y demoniza desde todas las esquinas del
establishment, ataques que hoy en día se pueden clasificar como ataques desde
el globalismo capitalista y el comunismo versátil, hermanados por la
construcción conjunta de lo que necesitan: el “proletariado matrix”.
[7] No me creerán, pero existió una fórmula social-liberal, que
se llamaba “Venezuela, Política y Petróleo”, y su autor Rómulo Betancourt la
tenía bastante clara, con limitaciones paradigmáticas de la época, pero la
tenía clara… pero este es otro tema, y en principio, solo aplicable a las
particularidades rentistas venezolanas, además, es un tema fúnebre porque
Betancourt, no dejó una escuela, es un “cadáver bien sepulto”.
[8] Estas consideraciones son
válidas también para Europa. La lucha que se está dando contra un organismo
como la Unión Europea, lamentablemente convertida en
“Disolución Europea”, debería crear un organismo de coordinación, una liga.
[9] El iniciado por Deng Xiaoping en 1978.
[10] El “yaísmo” se distingue sobre todo por su liderazgo, que por
alguna razón tiende a parecerse en muchas partes por estar casi siempre
constituido por personalidades autoglorificadas, que creen posible construir en
poco tiempo nada más y nada menos que alternativas antisistema, y sus
conspicuos representantes exhiben algunas o todas estas características: ego
desbordado hasta el narcicismo risible, asertividad infalible rayana en la
psicopatología, síndrome de Dunning-Kruger en grado de desahucio, soflamas
épicas y altisonantes apenas el séquito de iniciados supera la unidad, y creer
que todo debe hacerse YA, porque “debemos hacer historia”.
[11] A Elisa Carrió, se le define como una “socioliberal”, “socialismo
de derecha, liberalismo de izquierda” en la definición de Norberto Bobbio, una fórmula
que no debería considerarse tan descaminada para confrontar la síntesis
dialéctica del fascismo, y su evolución competitiva en el peronismo versátil (y
que a mi modo de ver, merece ser considerada, no solo para el caso argentino).