sábado, 26 de abril de 2014

Los otros enemigos de la DEMOCRACIA: El Estado de Partidos, el Consenso...


Se habla mucho de los enemigos de la Democracia, y el más insidioso, "reina" en muchos países supuestamente más civilizados, caso patético de las falsas democracias española e italiana...

Nosotros tenemos el problema adicional de un estado rentista que promueve el ecosistema político ideal para la preservación y eternización de formas degeneradas de Democracia.

Si aquí hubiesen genuinas ganas de debatir, y no de exhibición mercadotécnica, electorera, politiquera... estas deberían ser las tesis a debatir, previas incluso a cualquier propuesta supuestamente ideólogica:


Una vez recuperada la libertad, urgente será evitar que en el estado se enquisten "nuevos" partidos sistémicos, con sus "nuevas" oligarquías.

La representación se perdió hace décadas desde la instauración de la partitocracia, y sólo podrá recuperarse con una nueva sociedad política.

Una nueva sociedad política que realmente intermedie entre sociedad civil y estado, e instaure libertad política y representación.

Una nueva sociedad política generando partidos que se deban y respondan ante la sociedad civil, y no la dejen huérfana de defensa frente al estado.

Cuando al estado lo colonizan los partidos, desaparece la intermediación política que debería ser la base y el canal de la representación.

La partitocracia absorbe a la sociedad política, generando un sistema oligárquico de consensos entre poderes, estructuralmente corrupto.

La partitocracia al degenerar en una oligarquía consensual entre poderes corruptos, anula la separación de poderes: suprime la República.

La partitocracia al imponer sus consensos, suprime la dialéctica del conflicto público, lo dialógico, lo instituyente: suprime la Democracia.

Para imponer sus consensos, la partitocracia sataniza el conflicto y limita la libertad política al solo acto de votar: suprime la Política.

De una partitocracia bipolar, pasamos a un régimen de partido hegemónico: cambió el régimen, pero el estado oligárquico quedó intacto. 

Cuidado con "transiciones" que sólo sirvan al final, para blindar oligarquías...

@FBoccanera

viernes, 25 de abril de 2014

LA CALLE, de Alberto Garrido



Y en la calle
codo a codo
Somos mucho más que dos

Mario Benedetti

No hay vida sin calle. Si la política se petrifica, la calle parece desaparecer escondida por el moho de la muerte. En ese momento, la calle deja de ser calle para simular un cementerio.

Cuando la calle cobra vida, se vuelve osada, irreverente, creadora, inesperada, cerril, ilimitada. La calle florida de gente no tiene rivales. Cada vez que la historia trae una primavera la calle muestra su valentía: el corazón multiplicado por las luces de sus sueños. La calle, bravía, es indómita, atrevida, independiente. No acepta dueños. Le esconde sus secretos a los burócratas, que siempre quieren convertirla en repetido callejón, simple papel para negociar cada uno de los pétalos que arroja a su paso abundante.

En tiempos de oscuridad, la calle es la luciérnaga necesaria para orientar al caminante, el faro milagroso que aparece ante la impotente mirada de cada navegante extraviado. La calle es la ventana que se abre para que penetre el calor del sol.

La calle en marcha carga un fruto maduro: la humanidad compartida, con un sentimiento único, con una sola mirada, con un solo canto. En ese momento la calle se convierte en poesía, en libertad, en el arte de la imaginación política. La calle sólo admite, como compañera final, a la libertad.

Cuando la calle es destruida por el ataque de sus enemigos, o aturdida por el paso redoblado de seres extraños, resiste piedra por piedra, porque el rápido sendero de la historia le ha enseñado que siempre, pase lo que pase, en calle volverá a convertirse. La calle, cuando es calle de verdad, no le teme a los prepotentes. La calle es orgullo, primo del honor, mas no tolera a la soberbia, hermana de la barbarie. La calle rechaza intimidaciones, porque sus cañones son muy potentes: los carga la solidaridad con balas de dignidad.

De la solidaridad en la calle nace la justicia social. En la calle se dan cita madres, padres y niños, ancianos y jóvenes. Cuando la calle enciende sus deseos, solamente queda espacio para los pasos de la gente. El derecho a la calle es, en política, el más importante de los derechos humanos.

La calle no tiene el poder de fuego del Estado. Pero es el principal estado de poder. Solamente los que sienten que la calle es su enemiga le disparan a matar. Necesitan desmovilizarla, descuartizarla, acabarla como calle. Porque la calle en movimiento siempre es subversiva.

La calle practica otra filosofía. Su lógica no es aristotélica ni matemática. La calle en movimiento es la pasión, que vence cualquier barrera de metal. La calle construye argumentos irrebatibles. La calle es esa muchacha que abraza a la multitud para susurrarle al oído que la razón de la fuerza no podrá vencer jamás a la fuerza de la pasión, aunque los fantasmas del tiempo a veces pretendan crear una ilusión contraria.

Cuando la calle se transforma en río no va a morir a la mar. Construye su propio cauce y elige su dirección. Entonces arrastra todo lo que se le atraviesa para limpiar su camino y así volver a ser una calle libre, donde cada uno puede elegir su propio rumbo, el rumbo de todos.


(Publicado el 8 de julio de 2003 en el diario “El Universal”)

martes, 22 de abril de 2014

VOTAR POR “ESPACIOS”: EL VOTO MALIGNO...

La discusión sobre unas elecciones convocadas luego de sendos DERROCAMIENTOS, no es sobre votar o “espacios”, es sobre como DESCONOCERLAS.

Los derechos de la gente, no volverán con una elección. No se trata de “curar la fractura”, sino insurgir contra el atropello que la causó.

La lucha contra la dictadura es por LIBERTAD, DEMOCRACIA, DERECHOS: los de todos los venezolanos, no solo los de su establecimiento político.

Es la defensa del voto y no la defensa de “espacios” ¡LA SOBERANÍA POPULAR FUE DESCONOCIDA! No es cuestión de un cargo y su “reemplazo”.

Por lo tanto la lucha es por la soberanía contenida en el voto y no por vacíos de poder, el voto como expresión sagrada no como instrumento.

El voto como la expresión sagrada del derecho a decidir, en LIBERTAD, no como trámite coaccionado para “remediar” un ABUSO DICTATORIAL.

Si el principio no es de defensa del voto de la gente, sino del espacio de poder (y del reparto): EL VOTO QUEDARÁ TOTALMENTE DESVIRTUADO.

La gente elige alcalde, el régimen lo derroca, la gente reelegirá nuevo alcalde, el régimen lo derrocará también… ¡ESTO ES CONTRA LA GENTE!

Con los alcaldes derrocados, LA GENTE perdió su DERECHO A ELEGIR, mientras los políticos pierden su “espacio”, nosotros perdemos LA LIBERTAD.

Por lo tanto la primera acción es DESCONOCER el derrocamiento de los alcaldes, no por los “espacios”, sino por ¡LA ABOLICIÓN DE LA DEMOCRACIA!

Desconocer el derrocamiento de los alcaldes significa ¡DESOBEDIENCIA CIVIL hasta reconquistar LIBERTAD Y DEMOCRACIA! ¡EL ESPACIO PARA TODOS!

En todo caso se defiende al depositario de la elección popular, de la expresión popular, al alcalde derrocado, no al cargo, o su “espacio”.

Aún si el derrocado pidiese votar de nuevo, prevalece la VOLUNTAD SOBERANA del elector, de defender su ELECCIÓN ORIGINAL ¡NO LA IMPOSICIÓN!

Existe un VOTO BENIGNO, expresión de LIBERTAD, que reafirma DEMOCRACIA: en esa medida es SAGRADO y puede ponerse en la base de la SOBERANÍA.

Existe un VOTO MALIGNO, acto SUMISO, que sólo reafirma al PODER y sus repartos, LEGITIMA LA IMPOSICIÓN, y levanta fachadas para la TIRANÍA.

LA LIBERTAD sólo podremos RECONQUISTARLA: no regresará sola, por hastío de los opresores, y paciencia nuestra...

@FBoccanera