viernes, 13 de junio de 2014

Hace 78 años, un hombre común escogió lo más fuera de lo común: su destino


Ese día en Hamburgo muchos habrán dicho que seguro lo obligaron a asistir…

Pero estoy seguro de que no fue así,

Él ya sabía qué hacer, o al menos sabía que algo pasaría.

Porque el obrero Landmesser, August, de los astilleros Blohm und Voss, ante el régimen que le aseguró un empleo

(Pero le negó su humanidad, al casarse con el ser amado)

esa mañana se perdió, 

se perdió para su “patria”, se perdió para el esfuerzo bélico, se perdió para la gran nación alemana.

Y cometiendo lo imperdonable -lo imperdonable para siempre- se volvió desobediente, y se lanzó el acto prohibido de alcanzar una dimensión imprudente

hasta el punto que hizo lo  impensable frente al poder

Se volvió distinto.

Sus brazos cruzados fueron el dique infranqueable que osó levantar.

El gesto superó al poder (siempre es así) y el Señor Landmesser sufriría y pagaría, pero sólo en términos que ya no guardaban sentido, porque la alquimia que ya era, y que su actitud fragua en aleación indestructible, ya había logrado la transmutación

a lo Eterno.

La foto, testimonia el momento.

Ningún ruido, ninguna multitud, ni la presencia del Führer: lo único que estaba pasando en ese pequeño momento de una mañana de junio en Hamburgo, lo único que realmente aconteció, era August Landmesser,

escogiendo su destino.